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Música

Yo La Tengo: una charla sobre versiones y reversiones

Nos sentamos con Yo La Tengo a charlar sobre el perfomance de 'The Love Song of R. Buckminster Fuller' en su paso por México

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Yo La Tengo son muchas cosas. Pilares del rock alternativo, veteranos de giras alrededor del mundo, prolíficos compositores, posiblemente la mejor banda de covers del mundo y más facetas que han ayudado a que su lenguaje se haya desarrollado tanto como para convertirse en uno de los entes musicales más constantes de los últimos años. Escucha sus discos, seguro han escrito una canción para ti.

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Otro de estos lados ha sido componer bandas sonoras para diferentes filmes. Además de la típica canción en selectas escenas, han contribuído al soundtrack de películas como Adventureland, Junebug, Game 6 y Shortbus; también han presentado en vivo piezas para acompañar algunos cortos del cineasta Jean Painlevé y que grabaron bajo el título de The Sounds Of The Sounds Of Science en el 2002.

Uno de sus trabajos más recientes en este ámbito es The Love Song of R. Buckminster Fuller, un documental sobre el inventor, arquitecto, teórico e inventor del domo geodésico de ese nombre. Dirigido por el cineasta Sam Green (The Weather Underground, Utopia In Four Movements, The Measure Of All Things), más que un filme es una experiencia multimedia en vivo, presentando material de archivo, fotografías y audios puntualizados con la narración en vivo de Green y entrelazado por la música de Yo La Tengo. No existe un documento de estas presentaciones como tal; la única forma de verlo es atendiendo el show.

El festival Ambulante trajo esta experiencia al Teatro Esperanza Iris de la Ciudad de México, y tuvimos la oportunidad de platicar con el fundador, guitarrista y vocalista de la banda, Ira Kaplan antes de su presentación. Aprovechamos también para platicar de lo último que han hecho, su disco Stuff Like That There del 2015 conformado de covers y reversiones a sus propios temas y que fungió como tentempié antes de trabajar en el álbum que seguirá del maravilloso Fade del 2013.

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Es fácil decir 21 años de carrera pero son aún más significativos cuando el trío de Hoboken continúa haciéndose preguntas de como hacer sonidos más allá de lo que han logrado y comunicar sentimientos cada vez más profundos. La charla con Kaplan, aunque no tan exhaustiva, nos ayuda a entender un poco de cómo se maneja una de las bandas más inspiradoras actualmente.

Foto de Christina von Messling

Noisey: ¿Ya estás en México?
Ira Kaplan: Así es. Georgia [Hubley, baterista y vocalista de la banda; ella y Kaplan están casados] y yo llegamos desde el martes.

¿Se la han pasado turisteando?
¡Sí! Aunque nos estamos quedando más que nada en la Roma y la Condesa.

Entonces ¿se la están pasando bien?
Bastante, nuestros pies nos están matando.

Ya van muchas veces que vienen a México desde hace unos 15 años. En ocasiones anteriores, ¿han tenido chance de pasear y conocer o más bien han llegado directo a tocar e irse?
Ha sido lo segundo, ¿sabes? La ironía de lo que hacemos es que viajamos mucho y pasamos tiempo fuera de casa, pero en verdad conocemos muy poco de México. Esta vez quisimos llegar antes y pasar algo de tiempo aquí. Es raro porque nada más estamos llegando dos días antes y se siente como que en verdad estamos explorando México [ríe]. Por supuesto, para la mayor parte de la gente es muy poco tiempo para pasear pero para nosotros es lo contrario. [ríe].

Bueno, ahora la excusa de la visita es presentar este show del documental The Love Song of R. Buckminster Fuller. Es la presentación completa, ¿verdad?
Pues no hay otra manera de ver la película. No existe versión en un formato casero. Es un performance en vivo.

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¿Cómo fue su manera de aproximar el material que tocan en las proyecciones para complementar las imágenes? ¿Fue diferente a cuando hicieron la música de The Sounds Of The Sounds Of Science?
Fue muy diferentes porque en The Sounds Of The Sounds Of Science, el director no tuvo nada que ver con el proyecto; para entonces llevaba años de muerto, así que podíamos hacer lo que quisiéramos. Este score tiene más que ver con el trabajo que hemos hecho en otras películas que se exhiben en cines, como Game 6 o Adventureland. Tuvimos mucho contacto con el director, nos enviaba notas para entender mejor el mood.

Tuvieron mucha interacción con Sam, ¿crees que de alguna manera tuvieron que ver más con el proceso creativo en general de la película?
En realidad, no. Creo que hay muchos soundtracks que en ocasiones no los notas y otros donde la orquesta toca todo el tiempo, pienso que esos difícilmente son buenos. Creo que también ayuda que estamos en el escenario junto a las proyecciones, cambia la dinámica; le da más enfoque a nosotros. Hay ocasiones en las que tocamos fuerte y hay partes en las que hay narrativa o audio y tenemos que bajarle, porque algunas de este material de archivo no está en el mejor estado y la gente debe poder escuchar. A mi me encanta, lo hemos hecho por algunos años aunque no lo hacemos seguido pero de vez en cuando lo intentamos. Nunca lo he visto, obviamente, pero creo que es una gran pieza.

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¿Ha cambiado lo que tocan desde la primera vez que lo presentaron?
Ha cambiado de dos maneras: La primera es que, como es en vivo, cambia cada vez, porque en cada presentación Sam aprovecha para considerar algunas cosas más que otras de la carrera de Fuller, enfocándose en la ciudad en la que estamos; seguro tendrá algo qué decir de lo que Fuller hizo en México porque tiene esta oportunidad. También cambia porque tocamos esta música de memoria… es raro, en ocasiones hemos estado en restaurantes y alguna de nuestras canciones suena y no siempre la reconocemos al instante porque son tan diferentes a como las tocamos en vivo. A veces cambiamos el arreglo a propósito, pero a veces sólo por estar tocándolas constantemente, cambian naturalmente. Nunca regresamos a escuchar y estudiar las versiones antiguas, entonces no sabemos a qué suenan. Siento que si tuviéramos una grabación de las primeras presentaciones de The Love Song encontraríamos que lo hemos cambiado mucho sin saberlo. Cada que tocamos le ponemos algo diferente, en ocasiones estos cambios se quedan, en otras no lo volvemos a repetir.

Pero recientemente volvieron a versionar a ustedes mismos para Stuff Like That There, ¿cómo fue eso?
Eso lo hacemos siempre en concierto, hacemos una mezcla entre nuestras canciones más recientes y las viejas. En las canciones que versionamos fue algo muy explícito y creo que esas versiones son tan diferentes a como aparecen en nuestros discos que fue lo que lo hizo atractivo para nosotros. Lo gracioso es que para la gira de Stuff Like That There tuvimos a Dave Schramm [guitarrista original que se fue en 1986] y nos volvimos un cuarteto por un rato pero hemos regresado a ser un trío. Lo que hacemos ahora —y estoy un poco triste que no lo hicimos cuando visitamos México la última vez— es que no tenemos abridor y tocamos dos sets, uno tranquilo y otro más fuerte. Entonces estamos tocando muchas de las canciones de Stuff Like That There pero sin Dave, ahora las estamos cambiando, y [por ejemplo] cuando tocamos “Deeper Into Movies” hay una parte muy hermosa que Georgia toca en el órgano, así que de nuevo hemos adaptado las canciones. No es un cambio tan radical como cuando la grabamos para I Can Hear The Heart Beating As One, pero es muy diferente a la versión de Stuff Like That There. También, James [McNew, bajista] está tocando contrabajo en el primer set y es algo que nunca había hecho excepto en la grabación de Stuff Like That There y eso hace que sea divertido tocar en vivo y lo hemos hecho desde que empezamos.

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A la vez, las canciones no dejan de evolucionar solo porque se han grabado, ¿verdad?
Sí, es gracioso. Algo que hicimos al final del 2014, que fue nuestro treintavo aniversario, es que tuvimos una serie de conciertos con gente de nuestro pasado tocando en vivo con nosotros. Invitamos a Roger Moutenot a que tocara bongos en “Autumn Sweater” igual que cuando la grabó en el disco; estábamos ensayando cuando de pronto recordamos que hemos cambiado como tocamos esa canción por completo, y seguramente Roger estaría practicando con el álbum. Entonces tuvimos que escuchar el disco y volvimos a aprender ese arreglo que no habíamos tocado desde 1998. Pero nos gustó tanto tocar el arreglo original que así es como la hemos estado tocando últimamente.

Deberían regresar a México para escuchar todas estas versiones.
De hecho teníamos el plan de hacer un show normal de Yo La Tengo además de la presentación del documental pero por cualquier razón no se logró.

Siempre habrá chance en el futuro, ¿no?
¡Eso espero!

Claro, esperemos que sí.
Porque hay un punto en el que no hay futuro [ríe].

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¡Toca madera, por favor! Cuando llegaron al proyecto del documental, ¿qué tan familiarizado estabas con la vida de Buckminster Fuller? ¿Cuando terminaron, qué impresión se llevaron de él?
La verdad no sabíamos mucho de él. En la pieza, a veces Sam se refiere a la gente que conoce a Buckminster Fuller como “el tipo de los domos” y eso es lo que sabíamos de él. Uno de los aspectos que más se dificultaron a la hora de componer la música en un principio es que tratamos algunas de las ideas de Fuller con un poco más de escepticismo del que Sam quería. Sam quiso que nos adentráramos un poco más de lo que estábamos haciéndolo y cambiamos la música para que reflejara más bien un apoyo a quien era en vez de cuestionarlo. No puedo decir que sé más de él pero estoy muy impresionado en lo que dice y cómo creía en las posibilidades. Es muy inspirador.

Quise preguntarte esto porque esto tiene más narrativa que, digamos, The Sounds Of The Sounds Of Science o las películas de ficción que han hecho.
Creo que lo aproximamos más como un soundtrack tradicional, en los que hay temas que ocurren durante el performance y tratamos de que se resuelva con las imágenes.

Para finalizar, ¿están trabajando en música nueva?
En verdad no. Estamos trabajando en poder trabajar en nueva música. Cuando trabajamos en música nueva tenemos que decir “no” a muchas cosas, como “¿quieren ir a México?” y últimamente hemos dicho mucho que sí a varias cosas, pero creo que estamos listos para decir “no” para encerrarnos en el cuarto de ensayo y empezar a componer música.