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Música

“¡Una más rápida!, ¡Una más corta!”: Devästar en Colima

El año apenas inicia y parece que en Colima el punk está vivo y saludable, y pateando de vuelta.

Fotos: Alejandro González

“¡Apenas me estaba animando!”, se oyó gritar en el interior de Casa de la Lengua cuando Devästar terminaba de interpretar uno de sus temas. Hay “powerviolence” en el lugar, y la duración de las canciones es tan fugaz, que la gente se suelta o no se suelta.

En Colima es una costumbre que los shows de punk comiencen una o dos horas más tarde de lo programado. A veces, las bandas no están listas, o no han llegado, o los organizadores hacen tiempo para que llegue toda la gente. Pareciera que en el primer show de este 2014 el Colectivo A Mano hiciera todo con la precisión de reloj suizo para que terminara antes de la media noche. Pero eso no resulta creíble, nunca especificaron una hora de inicio.

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Confiado en que arrancaría a las 10 de la noche, quedé en verme con Alex a las nueve para reportar el show. ¿Quién mejor que un maestrante en fotografía para hacer los registros si no vendría nadie de los que regularmente lo hacen? Cabe decir que él hubiera preferido que fuese más tarde, pues quería ver perder al Atlas contra Atlante. “¡Güey, es duelo por el descenso!”, se quejaba.

Pero a veces es mejor no hacer ningún plan, porque es jugar en contra de factores ajenos, como lo impredecible. Al infeliz le salió algo, y tuve que encontrarlo media hora más tarde de lo acordado, en otro punto de Villa de Álvarez. Parecía azorado, y según dijo, había perdido la noción del tiempo. Seguro fue otra cosa más complicada de explicar aquí, pero la verdad es que un show de punk no es lo que más le encanta fotografiar a mi colega (el año pasado creyó que nos íbamos a matar en la carretera a Manzanillo, de camino a la presentación de Punch), además, estaba desorientado con la ubicación de Casa de la Lengua.

Luego de apurarlo, llegamos cerca de las diez y cuarto, cuando Yemen estaba por terminar. Habría sido toda una situación hablar de su presentación, pues de los temas que tocan, dos no tienen título y no sabría qué decir, salvo que en esta ocasión tocaron como una banda invitada. Fue una pena no llegar a tiempo para ver a No Brakes, que llegaron de Ciudad Guzmán. Lo único que supe sobre ellos, fue que nadie quiso darles aventón en la carretera hacia Colima y tuvieron que venir en autobús.

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Tuvimos que entrar a Casa de la Lengua por el patio de atrás, ya que la puerta de acceso estaba bloqueada por los amplificadores. Casa de la Lengua es una pequeña casa, pero también un centro comunitario donde ofrecen talleres para niños, ciclos de cine y hasta temazcal. Por algún tiempo fue el local de ensayo de El Último Andador, una banda local de ska de dos tonos que tuvo mucha convocatoria en las tocadas de hace algún tiempo; no fue extraño que en diciembre le abrieran sus puertas al punk, con las presentaciones de Carlton Banks, Per Se, Dejar Atrás, Papá Enojado y Fingers Crossed en dos fechas distintas.

Como decía, entramos por la parte trasera. Lo que en un día cualquiera es la Sala de lectura Iván Illych, en estos momentos estaba llena de equipo e instrumentos, prácticamente a oscuras, excepto por una luz desde la cocina de al lado, que atravesaba el arco del muro divisor.

-Ya sabes, aguas con los putazos, acomódate donde quieras y como puedas, le dije a Alex, que para entonces se preguntaba desorientado: “¿Qué hago yo aquí?”.

Unas treinta personas se acercaron para ver el debut de los locales Rosa Gloria Chagoyán. “Tenemos más o menos cinco rolas de un minuto y un cover de Shakira”, me comentó Abril una semana antes de la tocada. Parecía muy en broma lo del grupo, ya que Cochón y Punki tocan en AVE, y Abril y Meño están metidos en sus temas de ilustración y grabado, respectivamente.

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El resultado fueron quince o diez minutos de música machacante y rapidísima. ¿Escucharon “I Hate People” de GG Allin & The Antiseen?, pues a eso me recordó la guitarra de Cochón en los momentos más calmados, que Punki cortaba con violentos cambios de ritmos. Meño al bajo fue el más desmadrozo y acabó tocando entre los brazos de la gente. Abril, que debido a su apariencia tierna y “acuerpada” no daba la pinta de poder gritonear bien duro y con voz desgarradora, sorprendió a los presentes con “El gran reto”, un tema nombrado a partir de una película de Lola la trailera.

Los mexicano-chilenos Devästar, por la ligera distinción hacia su cantante y guitarrista Sergio, quien es oriundo de Santiago, llegaron elogiando lo guapa que es la gente en Colima. Un día atrás tocaron en Guadalajara y tenían la presión de regresar para tomar un vuelo con destino a Culiacán. Parece que sí lo lograron.

El estruendo era ensordecedor cuando comenzaron a tocar y unos cuantos empezaron a chocar entre sí. A veces no daba tiempo ni de reaccionar cuando ya terminaba uno, dos y tres temas. Sólo el diablo sabrá qué carajos cantaba Sergio cuando de repente lo levantaron en brazos y quedó acostado, tocando.

Una escena cuando menos curiosa, fue cuando tocaban “Odio extremo” a tope, que de repente la puerta de Casa de la Lengua se abrió por fuera para dar paso a Cochón y más personas que entraron agitando al violento ritmo del baterista Orlando.

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-¡Más rápido que se les va el avión!, gritó un acompañante de la banda, antes de que interpretaran su último tema. Apenas habían pasado veinte minutos habían pasado y con ellos, su repertorio de ocho canciones.

Mi colega se me acercó incrédulo y con los oídos aturdidos, exclamando:

-¡No mames, se acabó bien rápido!

-Llega y se va. Así es esto.

Y carajo, es cierto, he tardado más yo en contar lo que pasó en hora y media. Terminó tan temprano, que si querías, podías llegar a otro show de punk donde tocaban Blátidos, Perro Viejo, The Eskopetas y Dead Bodies de Guadalajara. Pero ir ya era otra historia.

El año apenas inicia y parece que en Colima el punk está vivo y saludable, y pateando de vuelta.

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