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Música

Peregrinando al Templo: un vistazo a la única iglesia dedicada al reggaetón

En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo...

Como buena extranjera viviendo en Bogotá, conocer los lugares de fiesta es casi una prioridad en mi proceso de adaptación. Desde que pisé suelos rolos, mis amigos no paraban de mencionar un sitio que sabían que me iba a encantar: Theatron, y no se equivocaron. No solo porque es la rumba gay más masiva que he visto, sino porque cada uno de sus ambientes me transportaron a un lugar diferente. Hoy quiero hablarles de mi favorito, el que me hizo tener una experiencia religiosa alejada de lo que uno se espera cuando visita algún lugar de rumba… se trata del Templo del reggaetón.

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Theatron abrió sus puertas el 27 de febrero de 2002 y no era ni la cuarta parte de lo que es hoy en día. Desde sus inicios, Edison Ramírez, la mente creativa de este monstruo, se puso en la tarea de crear un ambiente nuevo cada año, este 2016 inaugurarán el número 14. Abre viernes y sábado y se la pasa lleno, tiene capacidad para recibir a 5.500 personas (aunque cuando yo fui me dio la impresión de que habían muchísimas más)… para ponerlo sencillo: es el bar de ambiente más grande de Latinoamérica.

Mientras que en Guatemala prohibieron el reggaetón, y en Colombia prohíbian la champeta, alguien estaba empezando a construir un Templo en su honor. Cuando yo entré eran la 12:00 de la noche, la hora perfecta para empezar esta “misa”. Hombres con hombres, mujeres con mujeres, juntos, mezclados, agachados, de espaldas, de pie, todos bailaban recostados sobre las paredes de esta iglesia de mármol blanco.

Cuando subí la mirada vi que el techo estaba pintado a mano, tiene una cúpula forrada de hojilla de oro con estrellas pintada en ellas, en las paredes encuentras imitaciones de vitrales con escenas de cuadros religiosos famosos pero alusivos al ambiente del lugar, uno de los vitrales muestra una imitación de “La Tentación”, como exaltando la invitación al pecado y al placer. Una imagen del Ángel de la Victoria corona la sensación de estar en un lugar de culto profanando sus más profundas construcciones de la moral. Las luces fluorescentes, en rosas, azules y morados resaltan aún más el carácter sacrílego que tiene el Templo.

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El mobiliario fue construido a la medida, pero con inspiración en las más famosas iglesias y catedrales del siglo XVI. El DJ estaba tocando en el lugar en donde irían los órganos y los coros en una iglesia convencional y la barra se sitúa en donde estaría el altar, ofreciendo la Sangre de Cristo. Si a mí me hubieran preguntado, creo que el altar hubiera sido un espacio ideal para que el DJ oficiara la misa. En la esquina había una chica bajita bailando entre unas cortinas de terciopelo azul obispo que aumentan el carácter noble de toda esta puesta en escena. Las imágenes me hicieron recordar mi primera comunión, que en realidad fue un Bartmitzva porque soy judía, y este dato sólo hace el relato un poquito más bizarro.

Templo es la más reciente atracción de Theatron, sin embargo no fue la que más rápido se construyó, tardó un año y cuatro meses en estar lista. El género urbano es lo que predomina en esta cúpula que no le envidia nada a ninguna iglesia convencional. Desacraliza su estética y le impone otro significado, uno irónico y poderoso hasta subvertir la experiencia en un éxtasis del perreo.

“En una sociedad católica como la colombiana crear esto fue todo un sacrilegio”, confesó Edison Ramírez, el gerente de este bar. Cuando lo conocí le pregunté si era cristiano y me dijo que sí, aunque no muy creyente. Sin embargo se encargó de cuidar cada detalle para no ofender a los fanáticos, así que no colocó a Cristo, vírgenes o a ningún santo, sólo hay ángeles que de por sí son asexuados.

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Ramírez, quien a mi juicio es toda una mente de negocios, me cuenta que Templo es el espacio que más factura en Theatron y el que reúne a más personas desde las 9 de la noche hasta las 6 de la mañana. EFE Ramírez es uno de los principales DJs que llenan de flow a esta iglesia reformista. Tiene 17 años de carrera artística y nueve trabajando para Theatron. Le hice unas preguntas sobre Templo:

¿Cuál es la canción que más le gusta poner?

- Hay una que está pegando duro que se llama “Te busco” de Nicky Jam ft. Cosculluela.

¿Cuál es la canción que más le piden?

- “El Taxi”. Pero hago caso omiso porque son de esos temas que suenan mucho por dos meses pero que después la gente odia. Y como la idea de la fiesta es que todos la pasen bien, pongo los temas más recientes de Colombia y otros países que están haciendo muy buen trabajo en el género urbano.

¿Cómo es la evolución de su fiesta?

- Inicio la rumba con un poco de hip-hop, mientras que avanza la noche coloco un género popular suramericano llamado el moombatón que es una fusión entre la electrónica, el reggaetón y la champeta. Esa es la transición perfecta para darle su entrada triunfal al protagonista de la noche, el reggaetón.

Cuénteme alguna anécdota que haya vivido tocando en Theatron

- Hace varios años Maluma fue al local, él tenía como 16 años y estaba empezando a promocionar su música. Yo puse una canción de él cuando se me acercó y yo nisiquiera lo reconocí, hablamos un rato y cuando se fue, me di cuenta de que había estado hablando con Maluma. Hoy en día es un pelao que lo está haciendo muy bien, nació oyendo este género, supo proyectarse y es de las grandes revelaciones colombianas.

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En Theatron los lugares se reforman y se cambian dependiendo del éxito que tengan. Antes de Templo, había un ambiente llamado Xue que funcionó durante 3 años y le decían “El Sauna”, porque se llenaba mucho y hacía calor.

A mediados de este año, Theatron abrirá un nuevo ambiente, Luttus, un espacio latin pop que será mitad fuego y mitad agua, divididos por una barra central.

Aunque son 6.000 metros cuadrados, Theatron conserva una entrada modesta, no hay grandes letreros ni publicidades, y aunque adentro es toda una fiesta a la inclusión, Ramírez, el dueño de este lugar, recuerda que no siempre fue así. Años atrás la comunidad LGBTI salía de rumba en la clandestinidad, y aunque los tiempos han cambiado, no se puede olvidar que todo ha sido un proceso de aceptación y tolerancia.

Pese a lo contradictorio que puede ser la creación de una iglesia como lugar de rumba, me pareció más bien una forma moderna y bien hecha de rendirle tributo a uno de los géneros más importantes de Latinoamérica. En estas cuatro paredes, “Pa’ la cama voy” de Ivy Queen hubiera sonado increíble.

En nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo:

AMEN (sin tilde).