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Música

El secreto mágico de Un bosque encantado

Con un poder poco común, un proyecto musical tiene hipnotizados a miles y miles de niños de todas las edades. ¿Cómo hicieron sus creadores para convertirlo en un nuevo clásico colombiano?

En 2010, tres amigos se juntaron en Bogotá con la idea de hacer música para niños. En noviembre del año siguiente, bajo el nombre del Colectivo Animal, el combo compuesto por Camila Rivera, Tatiana Samper y Daniel Roa, lanzó un disco de nueve canciones en las que se invocan los espíritus de los animales y a través de sus leyendas recuperan bits de sabiduría cósmica. Inspirados en la magia de la tradición ancestral Lakota, comunidad indígena de Norte América, y hermanando esta clave secreta con ritmos familiares de Colombia, sus historias musicalizadas son protagonizadas por el jaguar, el murciélago, la rana, el búho, el puercoespín o la tortuga, y hablan sobre el fondo de la vida. Eso que, en últimas, es todo lo que importa. "Canta ranita canta", por ejemplo, que es un mantra andino, suave y alegre, nos recuerda que todos estamos hechos de agua. "Arañita tejedora, enlazas corazones, tejes nuestros sueños y dibujas las visiones", dice el coro de "Arañita tejedora", refiriéndose a los hilos vitales que son nuestras emociones. "Y es así como se contagia en ti la risa del colibrí… y es así que se hace magia en mí cuando te veo sonreír", dice un precioso verso de "La risa del colibrí", que canta sobre la alegría a niños de todas las edades que muchas veces han olvidado reír. Los sonidos de Un bosque encantado, un disco independiente que fácilmente podría ser el Canticuentos de una nueva generación de niños colombianos y que ya ha vendido más de 10 mil copias (o sea, ya es Disco de Oro en Colombia), se salen de las típicas rondas infantiles; por el contrario, forman un conjuro vital que además de rondas se alimenta de ritmos como cumbia, ska, rap, chirimía, música andina, calipso, bullerengue y por supuesto, pop (que, bien pensado, no es sino mantra infantil procesado por la industria). Frente a miles y miles de niños colombianos, estos personajes son unos rockstars.

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Con una fuerza comunal casi mística, el disco, grabado con un micrófono en un estudio improvisado en la casa de Daniel con varios niños y músicos invitados, ha ido hipnotizando a todo el que lo escucha. Es más, ha sido tan poderoso que poco después de su publicación las puertas de otros espacios se les fueron abriendo sin siquiera pedirlo. A petición del respetable, el Colectivo montó un show que actualmente incluye seis personas en tarima (incluyendo al siempre fértil Pedro Ojeda) y una escenografía artesanal creada con materiales reciclados que fue presentado con éxito rotundo durante una temporada completa en el Teatro La Castellana de Bogotá, en el Teatro Julio Mario Santo Domingo y hasta en el Festival Centro; por otro lado, los músicos han llevado su misión al activismo para empezar a trabajar en diferentes partes del país en distintos procesos comunitarios.

Ahora, el Colectivo Animal está preparando su próximo disco y una serie de remixes de las canciones de su álbum debut, que estarán a cargo de algunos de los exponentes más brillantes de la nueva escuela Suramericósmica como El Búho y Barrio Lindo. Hablamos con ellos y a tres voces, nos llevaron a entender esa magia que hay en el fondo del bosque.

¿Qué es el Colectivo Animal? Daniel Roa: El Colectivo Animal es el resultado de un proyecto que teníamos de creación de canciones. Es la banda y lo que representa el trabajo creativo de nuestras composiciones. Lo llamamos colectivo porque realmente es un trabajo en conjunto. Quisimos que una de nuestras banderas fuera invitar a mucha gente a hacer parte del proceso de creación y producción de los temas que componemos nosotros tres, a veces con la ayuda de Alejandra, mi esposa. Y animal, porque esta vaina está llena de animales. Camila Rivera: Decidimos que nuestro tema principal, por lo menos de nuestro trabajo en Un bosque encantado, fueran los animales. Contar la vida a través de ellos. Recuperar sus historias, las leyendas de ellos y la medicina que ellos nos recuerdan. Tatiana Samper: Y encontramos que los indígenas de Dakota del norte tienen un tarot de animales que se llama Las cartas de la medicina. Como todos los indígenas del mundo, ellos también recogen la información que vienen a enseñarnos los animales para aprender a vivir en armonía. ¿Cómo nace Un bosque encantado? Camila: Yo llevaba muchos años queriendo hacer música para niños. Desde chiquita tenía ese sueño metido en el corazón porque cuando era pequeña mi mamá diseñó una experiencia educativa diferente para mí: un kínder especializado de quince niñitos, más o menos, en donde solo hacíamos música y canciones. Luego, compartí este sueño con Tatiana y con Daniel, que es mi primo, con quien componemos y cantemos desde pelados, y duré varios años en los que les insistí que hiciéramos música para niños. Daniel: Tatiana y yo no nos conocíamos, un día nos encontramos en un estudio y nos pusimos a charlar, y ahí volvió a surgir la idea de hacer música para niños. Justo para esa misma época llegó Camila de viaje, Tati había sido mamá de una chiquita, que ya tiene nueve años, y mi esposa estaba embarazada de mi primer hijo. Entonces fue un engranaje sincrónico. Camila: Fue un engranaje increíble. Yo acababa de llegar de California donde había estado trabajando con las cartas que menciona Tati, que no solo son de los Dakota, sino también de varias tradiciones de los indígenas del norte. Las cartas son una especie de tarot, cada semana debes sacar un naipe que tiene una reflexión de algún animal. Entonces, una mañana amanecí y me dije: “¡Wow! Si a mí me hubieran contado esto cuando era una niña, hubiera sido divino”, porque igual pienso que cuando niña yo tenía esa sensibilidad y seguro todos la teníamos, pero con el tiempo a uno se le va olvidando que tiene esa conexión especial con los animales. Así que desde ahí hubo un mensaje muy claro en mi corazón de que eso era lo que había que comunicarle a los niños, se los dije a Tati y a Dani, y ellos estuvieron de acuerdo. Ya estábamos listos y empezamos a componer. Daniel: El proceso fue muy natural y espontáneo, por ejemplo los ritmos. Nosotros no queríamos hacer rondas, queríamos hacer música con una producción con todas las de la ley. No teníamos presupuesto, entonces los músicos que lográbamos traer al equipo, se montaban al bus como colaboradores. Camila: Nos parecía que el general de la música para niños era muy sonsa. Daniel: También que se subestima mucho al oyente. Tatiana: Y saca a los papás del espacio. Por ejemplo, “La iguana tomaba café”, una canción que, a pesar de que nos encanta porque todos crecimos con ella, llega un punto en el que su ritmo se vuelve solo para ellos. Entonces quisimos crear una música que generara vínculo y que fuera, como siempre decimos, "música para niños de todas las edades". Daniel: Otra cosa que nos pasó, fue que revisando la música que nos tocó a nosotros, nos dimos cuenta de que ahora estamos en una época un poco más de reflexión. Camila: Los niños nos han mostrado que ahora vienen necesitando y buscando mensajes esenciales que les sirvan para la vida. Entonces, siento que este es un proyecto educativo desde la no educación, desde el entretenimiento. Es un lugar desde donde uno no empuja la información hacia adentro de los niños, sino que se las canta y ellos deciden si se inspiran o no con lo que escuchan. Ha sido súper lindo y gratificante tener esta especie de proyecto educativo, reflexivo y pedagógico.

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Camila Rivera De hecho, les quería preguntar, ¿cómo es todo ese proceso de composición, de sentarse a pensar en cada uno de los temas con esa parte pedagógica? Es decir, en canciones como "Canta ranita canta" están enseñando sobre la rana y recordándole a los adultos cosas en las que ya no piensan… Daniel: Creo que el resultado de esto es un equipo de una interdisciplinaridad muy especial y que nos entendemos muy bien. Cada uno se encarga de traer información importante a la mesa creativa, y eso hace que funcione así. Camila: Por ejemplo, Tati es bióloga y ella trae la información sobre cómo interactúan los animales o cómo viven. Dani, es el musicazo tremendo, entonces él nos aterriza todas las ideas de melodías y se encarga de la producción. Y yo, hago rimas, eso es lo que sé hacer y me va re bien poniendo las palabras en estructuras. Tatiana: Además está la sensibilidad que tenemos y el propósito de sembrar semillas de amor en los niños. Sentir que los niños son tierra fértil inocente y pura, que puede llenarse de semillas que van a germinar y florecer. Camila: Lo que hacemos es pensar mensajes que les queden grabados en un lugar bien bonito, inclusive a nosotros. Por ejemplo, la canción del puercoespín y el oso amargado la compusimos a partir de una de las leyendas de los indígenas Lakota. La historia original cuenta de un puercoespín que estaba jugando con un tronco hueco y de repente aparece un oso bien gruñón al que el puercoespín le enseña a jugar con el tronco. Entonces, la pusimos en nuestras palabras, con la idea de enseñar que hay que cambiar la cara cuando se está amargado y mientras la compusimos o cuando la cantamos o estamos en algún proceso, los aprendizajes que nos llegan son justamente de eso. O el jaguar, que es una canción que necesita de concentración. Son aprendizajes que uno está interiorizando. Daniel: El proceso creativo no es fácil. Es un parto demorado con ires y venires, porque las canciones realmente tienen una profundidad importante. Tatiana: Es como entender que realmente estamos convocando las fuerzas ancestrales de esos seres maravillosos que llevan mucho tiempo en la tierra. Por ejemplo, ahorita estamos haciendo la de las abejas, que es sobre el trabajo colectivo y siento que los espíritus de los animales vienen y nos cuentan. Es bien mágico. ¿Cuál ha sido la canción que más les ha gustado componer o cuál les ha parecido la más difícil? Camila: Ha habido diferentes momentos. Por ejemplo, la canción de los murciélagos me pareció muy chévere de hacer porque ha sido la que hemos hecho más en equipo. Por lo general alguno trae una idea o estamos haciendo un jamsito y salen melodías, pero la de los murciélagos fue una cosa como “Hey hagamos un ska, no hay ska en el disco” y tenía las ganas de reivindicar a los murciélagos porque están muy mal puestos en la sociedad. Me acuerdo que cuando estábamos haciendo el coro nos pusimos frente al computador y empezamos a hacer los pasos, nos reíamos… y pues ahí nos volvimos muy niños. Ahí es cuando uno se da cuenta que realmente desde ese punto uno compone para los niños, cuando uno llega a ese lugar. Daniel: A mí me llama mucho la atención el proceso creativo del jaguar, porque fue una canción a la cual fuimos escépticos, porque decíamos que era muy adulta. Pero la dejamos ser y eso me pareció súper chévere. Fue una canción que buscó su hueco y se metió. Y hoy en día pienso que es una de las canciones más poderosas del disco, a pesar de que sentíamos que por el género y la velocidad no iba a tener la respuesta que esperábamos. Camila: Mi búsqueda para las canciones es que siempre tengan un pedazo serio y un pedazo juguetón, y eso pasa en el jaguar. El coro es más adulto y muy cantador, como una cumbia, pero hay unas estrofas que son más infantiles. El jaguar tiene marimba chonta y alegre, con el que se hace la base de cumbia. Es como esa mezcla entre chirimía y cumbia.

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Daniel: Eso es algo que pasa mucho con nuestras canciones, en ellas no existe el purismo. Por ejemplo la canción de las abejas, que aún no ha salido, está cogiendo un viaje musical entretenidísimo porque empezó queriendo ser africana, pero se acaba de poner medio sanandresana, entonces está sonando una vaina que uno dice “pero esto qué es”. Además queremos meterle un charango que le va a dar una onda como más andina. Camila: Estamos en una época en donde la fusión es global. Tenemos beats locales que se fusionan con unos lenguajes universales, toda esa onda de los remixes y de lo que está pasando en la música electrónica. De hecho, nosotros también queremos llevar las canciones de Un bosque encantado a eso.

Tatiana Samper

Con Un bosque encantado también montaron shows en vivo. ¿Cómo son esos conciertos? Camila: Lo de los conciertos fue muy chévere porque creo que ninguno se imaginó tocando esto en vivo, como todo lo que nos ha pasado, todo ha surgido de una manera muy orgánica. Como al año y medio de haber empezado a vender los discos, nos llamó Rocío Arias, una de las dueñas de la sala infantil de Biblos —quienes ya tenían el álbum montado en su plataforma—, y nos propuso lanzar Un bosque encantado en la inauguración de la sala, y cantarlo en vivo. Nos pareció una buena idea y fuimos a presentarnos allá en un sofacito donde nos sentamos los tres con Maina (la hija de Tatiana), en un espacio chiquitico donde había como 100 personas. Fue muy lindo porque entre los asistentes del público había varios cantantes de los que participaron en el disco y en pleno concierto los invitamos a que se unieran. Por ejemplo estaba Ángela Carrizosa que cantó con nosotros haciendo la voz de la tortuga. El segundo concierto nos contrataron para inaugurar una ludoteca en Cali que se llamaba Ama. No duró mucho, pero fue divino. Tatiana: Para ese entonces aún no teníamos vestuario, estábamos todos con ropa normal y llevábamos un gorro grande. Camila: Para ese concierto hice el primer sombrero del búho que era una vaina muy grande. yo trabajaba mucho el papel maché con mi mamá y después del primer concierto dijimos “hagamos un vestuario hecho a mano”. Recuerdo que un día estaba lloviendo y cogí una cartulina la envolví y armé un gorro grande al que empecé a ponerle papeles encima con un engrudo que me inventé, y así quedó. Viajábamos y andábamos con un sombrero grandísimo que nos salvó de perder varios vuelos. Es como mágico. Tatiana: Después llegó el Country, que fue cantar para 600 personas. Camila: Para el country empezamos a producir la primera parte visual, el primer atuendo. Nos vestimos de blanco, hicimos unas máscaras y pusimos los primeros banderines de la escenografía; todo con ayuda de Carolina Rivera Tatiana: Después vinieron los teatros grandes. Más o menos al año, estuvimos en el Julio Mario Santo Domingo. Camila: Ya teníamos las máscaras, y para esta vez hicimos el árbol. Nos dio por hacer un árbol parecido al de la ilustración, nos pusimos como reto que fuera modular, trasteable, no tan pesado, pero lo suficientemente grande para abarcar un espacio bonito en el teatro. Siendo consecuentes con nuestra filosofía de lo que hablamos, cantamos y vivimos, decidimos que fuera de materiales reciclados. Para la construcción de esto, trabajamos con la Fundación Promedio, éramos un montón de personas armando un árbol de muchísimas piezas echas con cartón de televisores y flores hechas con costales de polipropileno. Daniel: El árbol le dio al escenario la esencia del reciclaje. Camila: Y trabajamos todo el escenario con Casandra Hernández. Tatiana: Después, el año pasado, estuvimos en el Teatro Nacional la Castellana, que fue una temporada de 10 conciertos. Ahí aparecieron las pinturas fosforescentes. Camila: Empezamos a trabajar el tema neón, pintamos unas camisetas del vestuario con fosforescentes. Hay un momento del espectáculo, en la canción del búho, en el que se prende la luz morada y nos quedamos paralizados, ahí todo brilla. A las faldas les pusimos pinturas glow in the dark; aún estamos experimentando con esa vuelta, pero cuando se apagan las luces se ven las faldas como la de campanita. Actualmente somos seis y a veces siete en escena. Nosotros tres como cantantes principales. Dani siempre con la guitarra, el ukelele o cualquier instrumento líder. Pedro Ojeda en la percusión. Alejandro Laserna en el bajo y Alejandra o Camilo Rojas acompañándonos en las voces o en instrumentos. Sin embargo, estamos buscando un esquema que no sea tan dependiente de ninguno de nosotros. Este no es un proyecto de un músico solista, sino es un proyecto que cualquiera puede cantar, por eso estamos buscando un poco de flexibilidad para llevarlo a más lugares.

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Daniel Roa Vi que en enero hicieron una canción con niños de diferentes barrios de Cartagena, Pozón, Bayunca y Mandela, e hicieron una especie de champeta muy linda con Charles King. ¿Me pueden contar un poco cómo fue ese proceso? Camila: Bueno ese es el otro trabajo que hacemos con el Colectivo Animal. Empezó porque un día una agencia de publicidad llamó a Dani por el disco del bosque y le preguntó si éramos capaces de irnos a Montería a componer una canción con unos niños que hacen parte de una fundación que se llama La rueda encantada. La idea era crear una canción de agradecimiento a los donantes de fundación. Era un reto tremendo, era ir una día a Montería, componer una canción de agradecimiento con los niños, grabarla, devolvernos y producirla, para entregarla a los dos días. Y eso hicimos. Todos quedaron encantados. El trabajo con los niños fue increíble, y me contaron que los donantes lloraron con ella porque sintieron lo que pasó ahí. A raíz de eso nos empezaron a llamar para otros proyectos. Daniel: El siguiente fue EPM, que fue una locura. Cada año a ellos le dan una licitación para hacer un espectáculo en Navidad y normalmente lo que hacen es un mapping. Para el mapping del 2014, lo que hicieron fue una especie de cuento musical proyectado en la Iglesia Metropolitana de Medellín. En estudio tenía que crear la musicalización de ese cuento y el cuento resolvía en una canción que íbamos a crear colectivamente con varios grupos de niños, de cinco comunas diferentes. Para poder hilar todo llegamos con la melodía y la primera aterrizada, y con los niños creamos el coro y cuatro estrofas. El último día, nos reunimos con todos los niños en la EAFIT y grabamos a 70 u 80 niños en bloque con un fondo verde por atrás. El resultado fue increíble una canción pop, muy Disney, con una energía muy linda. Camila: Después de EPM nos salió una cosa que nos puso un poco en dilema moral interior. Tatiana: Coca-Cola. Nos llamaron para el lanzamiento de la planta que más produce plásticos en Tocancipá, para ocuparnos de la parte ambiental. Lo aceptamos, pero hicimos un acuerdo en el que no se hablara de Coca-cola. Esto no era para vender, sino para empoderar a la comunidad con su territorio. Daniel: Lo que pasó ahí fue eso, la canción en ningún momento hace oda o alusión a la marca, pero lo que sí hace es generarle a los niños un sentido de pertenencia salvaje con su terreno. Camila: Es súper lindo porque a ellos les quedó de himno. Hoy en día los derechos le pertenece a la secretaría de cultura. Daniel: Nosotros cedemos los derechos de las creaciones colectivas. Camila: Y luego estuvo la de enero en el Hay Festival. Ha sido chévere que la del Tocancipá y la del Hay Festival las presentamos frente a presidencia, y los niños ahí cantándoles.

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Actualmente andan componiendo cosas nuevas y también me contaron que andan pensando en unos remixes. ¿Pueden hablarme un poco de eso?

Camila:

Estamos haciendo el segundo disco. Estamos pensando en sacar otras nueve canciones, con nueve personajes nuevos. Ya tenemos como tres y medio, son los lobos, las abejas, el zorrillo y la ballena. Y bueno por el otro lado, que queremos sacarle remixes a las canciones, volver los temas un poco más adulto.

Daniel:

Sobretodo porque nuestros oyentes y nuestros fans también son los papás. Es un vinculo que se ha ido tejiendo con el tiempo y ese es un regalo chévere para ellos, a manera de agradecimiento por habernos seguido los pasos.

Camila:

Sí. La idea es que sean colaboraciones. Ahorita el Búho de México nos hizo un remix bien chamánico del jaguar, y andamos esperando a que Barrio Lindo nos haga otro de la ballena. Ya le mandamos los stems y está encantadísimo porque además él tiene raíces colombianas. También estamos trabajando con Simón Mejía de Bomba Estéreo en otro remix y con Miguel Navas, que también hace música para niños y una música electrónica chévere. Estamos en ese proceso, la única que está lista es la del jaguar pero falta masterizarla. Esto de los remixes no lo vemos como algo tan comercial, pero sí nos gustaría sacar una reedición del primer disco y que los bonos sean esos tracks.

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