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La pura puntita

Teoría del Asperger

Una novela de Franco Félix.

Traemos adelantos de los libros que te van a ensartar las mesas de novedades.

Para más señas, Franco Félix es —entre otras cosas— editor de las revistas Shandy y Folio. Una vez apareció en un artículo nuestro que no le hace mucha justicia. Pero lejos de ser un “hedonista con barba”, Franco es un brillante narrador y morimos por leer su novela completita. También tenemos la obligación de informar que baila igual que Ian Curtis y nadie —tú tampoco— puede hacerlo mejor que él.

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I’ll be back, baby

Planeta 0023375490: conocido como Tierra.

Población: 6, 840, 507,003 personas.

Lenguas: cerca de 7,000 lenguas distintas.

He llegado a la hora programada por el Consejo Universal de Dioses Preciosos. Nuestra especie se caracteriza por ser muy puntual. Aunque aquí en este planeta comentan que he llegado con dos mil años de retraso. Les he dicho que no soy yo, que me confunden con alguien más. Pero sólo he recibido quejas por parte de toda esta chusma. Chusma es una de mis palabras favoritas. Pero debo admitir que me ha costado bastante aprender el español para poder gobernar este sitio. Los del Consejo son muy estrictos y no permiten que cualquier dios tutele un planeta si no domina todos sus idiomas.

Hace un rato, al llegar a este diminuto y enfermo lugar me encontré con dos personas muy curiosas que conversaban conmigo desde el interior de un cubo de cartón. Les he preguntado por su principal recinto espiritual y se han negado a decirme dónde es. Creo que protegen sus creencias. Ya me ha pasado antes con otras civilizaciones; al principio son reacias (otra de mis preferidas), sin embargo, con el tiempo caen, y me aman.

Mis nuevos amigos son muy listos. Hablaban con mucha soltura. Sobretodo la mujer, que se excitaba y bufaba como una bestia, apenas podía entenderle.

He salido tranquilamente del Opus Dei, el punto estratégico que ha seleccionado mi jefe directo en el Consejo para mi aterrizaje. Gracias a que hablamos latín con soltura los dos, coincidimos que no puede haber otro sitio mejor para mi llegada. Nos hemos reído bastante. De hecho, en el camino, cuando atravesaba un par de galaxias, seguía riéndome.

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Camino por la banqueta que está decorada con fotografías de dos metros cuadrados. Son retratos de niñitos con la cara chata. Alcanzo a leer que se trata de una exposición organizada por el Centro de Atención a Personas con Síndrome de Down y el Opus Dei. Instituciones de alto compromiso. Los niños, además de estar maquillados están acompañados de una frase flotante como la de Kiko que reza: Yo tengo un cromosoma de más, ¿y tú qué tienes? Algún desgraciado ha rayado sobre la foto de Kiko con un plumón indeleble. Al parecer se ha tomado la pregunta literal y le ha contestado: Una novia bien buena, ¿y tú?

La gente apenas puede creer mi desnudez. Son ridículos, me miran como si fuera cualquiera, cubren su boca con espanto. No puedo creer que sean tan santurrones. Ni siquiera me han permitido terminar mi recorrido por esta mórbida exhibición de niños con cara apaisada. Alguien me ha lanzado una piedra al mismo tiempo que me grita pervertido. Me han dado en la cabeza. Unos policías han llegado a arrestarme justo en el momento en que he descubierto que este montaje artístico y urbano es una farsa total. En una de las imágenes se puede ver a una niña de apenas cuatro meses de edad y también tiene una frase flotante: De mayor seré feliz, ¿y tú?

¿Quieren tomarnos el pelo? A esa edad nadie habla de la felicidad y tampoco utiliza esas técnicas de la mayéutica socrática. Son unos embusteros, mala leche.

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Luego de la golpiza, los educados oficiales me han cubierto los genitales con una camiseta y me bombardean con preguntas que por el momento no quiero responder. Una bofetada tras otra. Piensan que pueden sacarme la sopa, pero no saben que en el Programa de Entrenamiento he visto algunas películas de acción (Terminator es mi favorita).

Me he dado cuenta que mis nuevos amigos tienen los mismos rasgos que los niños en las láminas, posiblemente también tienen su foto por ahí. Me imagino las expresiones sobre ellos: Yo tengo una caja, ¿y tú?

Un gendarme con tetas se ha puesto delante de mí, no creo que tenga buenas intenciones. Dice: Esto va por mis hijos, y todos los hijos del mundo, y los hijos de los hijos de sus hijos. Me da un rodillazo en los testículos y me dobla del dolor. Me arrastran hasta una patrulla y me montan en ella. Antes de que cierren la segunda puerta, veo a Anita, la niña con los ojos separados que será feliz y alcanzo a responder su pregunta: Yo seré un dios, ¿y tú?

Si quieres más fragmentos de Teoría del Asperger, puedes verlos aquí

¿Quieres más adelantos? Ve nuestra columna La pura puntita.