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Cultură

Intenté hacer realidad mi fantasía sexual y no salió como esperaba

Nueve de cada diez personas fantaseamos de manera habitual, aunque seguramente estas no vayan a volver a hacerlo en mucho tiempo.

Nadie está diciendo que estas dos personas fantaseen con tener relaciones sexuales en sus disfraces. Imagen vía usuario de Flickr Anthony Chodor

A muchos nos ha pasado. A veces las cosas no salen como imaginas. Para los que somos patosos por naturaleza no es ninguna novedad, pero si sueles tener una flor en el culo y todo te sale bien de chiripa que algo falle en tu rutina cuesta más de digerir.

Nueve de cada diez personas fantaseamos de manera habitual, pero la mayoría cree que su pareja no está preparada para entender sus fantasías sexuales y apuesta por no contarlas. De los pocos que sí las explican solo algunos deciden hacerlas realidad. Aun así no es oro todo lo que reluce, y puede que acaben desarrollándose de forma distinta a la que esperábamos.

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Según la sexóloga Noemí Casquet cuando esto pasa lo mejor es remediarlo con humor: "Si no te lo tomas así mejor apaga y vámonos", nos dice. ¡Así que habrá que tomárselo a broma! Por eso pedimos a seis jóvenes que nos expliquen las peores experiencias que han tenido llevando a cabo sus fantasías sexuales.

Lluvia fatal

Nunca había hecho una lluvia dorada. No es que la idea me resultase interesante especialmente, pero me gusta experimentar cosas nuevas, así que cuando mi pareja me lo propuso dije que sí.

Ninguno de los dos tenía idea de cómo hacerlo… pensamos que era mejor que surgiera espontáneamente, sin planificarlo mucho. Una noche, mientras él estaba sentado encima de la taza me puse encima de él y pensé que aquel era el momento ideal: empecé a mear.

Inmediatamente vi como su pene se había puesto un poco erecto, por lo que me animé y quise excitarle aún más con mi propio pis, así que me subí al bidé y proyecté mi lluvia hacia él.

Al día siguiente el baño aún olía a pis y él tenía todavía el ojo bien rojo

No sé si es que todo pasó muy rápido o que yo tenía la vejiga llenísima, pero cuando pensé que ya había acabado salió un chorretón disparado directamente hacia sus ojos. Debió de dolerle, pues su pene se volvió inmediatamente flácido como un chicle y se fue rápidamente debajo de la ducha para mojarlo con agua.

Aquello fue un auténtico desastre. Al día siguiente el baño aún olía a pis y él tenía todavía el ojo bien rojo. Suerte que ahora cuando lo recordamos nos sirve para reírnos un rato.

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Ana Jiménez, 28 años

La huida

Recuerdo de una antigua novia que tuve que le gustaba mucho el sexo y que su fantasía era probarlo en sitios bastante concurridos: en el cine, los baños de los restaurantes, probadores… donde fuera le importaba poco.

A mí me ponía bastante, así que cuando me lo proponía le seguía el rollo durante el casi año que estuvimos saliendo juntos, aunque debo decir que la ruptura fue en gran parte por el sexo: me pedía sexo a todas horas y para ella no había más cosas que hacer. Solo sexo.

Un día intentó hacer realidad otra de sus fantasías siendo yo su conejillo de Indias. La idea, por decirlo de una manera fina… era que ella fuese el "hombre de la relación" durante toda la noche y en todos los ámbitos. No fue para nada agradable.

Compró un arnés con pene y me lo metió por el ojete. Me hubiese gustado de no ser porque como le apetecía tanto hacerlo en público se le antojó ponérselo en medio de un parking público. Justo en la primera embestida (os tenéis que imaginar el panorama en medio de un aparcamiento) nos cruzamos de cara con una familia con tres niños pequeños que se nos quedaron mirando. Aquello me cortó completamente el rollo. Yo con el pincho en el ojete, el culo en pompa y los padres persiguiéndonos y diciéndonos de todo.

Jaime Gol, 23 años

Un trío de roja

Cuando dejé a mi novio mi vida se volvió muy activa así como de repente. De follar cada jueves a las ocho de la tarde pasé a tener relaciones casi a diario. Tenía 19 años cuando esto pasó.

El caso es que nunca antes había hecho un trío y me apetecía muchísimo. Con la que entonces era mi mejor amiga un día de fiesta por Valencia conocimos a un tipo que nos pareció bastante majo.

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Cuando estábamos al lío empezó a salirle algo amarillento por la boca. Era vómito

Hablando con él pusimos en común nuestra fantasía, tanto Eva (mi amiga) como yo, teníamos claro que si encontrábamos el chico ideal un día lo haríamos. Aquella iba a ser nuestra gran noche, así que salimos los tres del bar y nos dirigimos hacia nuestra casa (por aquel entonces vivíamos juntas en un piso de estudiantes).

Como era también su primera vez decidimos ir despacito y tomar algo primero. Una copa llevó a otra y al final acabamos enrollándonos los tres. Al principio todo iba viento en popa, pero cuando estábamos al lío empezó a salirle algo amarillento por la boca. Era vómito. Nos dio un asco tremendo ver cómo nos potaba encima mientras nos follaba. Obviamente.

Patricia Morella, 34 años

Demasiado fuerte

Estaba saliendo con un chico. Por fin conseguí un novio con tendencias bisex y que le encantara que le dieran por el culo ¡llevaba tiempo buscando uno así!

A la segunda semana de estar saliendo con él estaba tan contenta que me compré un dildo nuevo para mi arnés especialmente para poder darme el gusto de penetrarle. Era la fantasía de los dos.

Pegó tal chillido el pobre que pensé que le había reventado por dentro

Al principio nos costó bastante sacar el tema, pero meses después, casi cuando ya habíamos cumplido el año juntos, me decidí y se lo propuse en medio de un polvo. Con solo decírselo nos pusimos "burrísimos" y empezó él primero penetrándome a mí.

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Tiempo más tarde me calcé el arnés, él se puso boca abajo con el culito en pompa y primero tanteé un poco el terreno. Me emocioné tanto que le pegué una embestida tan fuerte que se la metí toda de una sola vez. Pegó tal chillido el pobre que pensé que le había reventado por dentro.

Se dio la vuelta de un salto llorando. Se acabó el polvo y el arnés quedó en el armario esperando otro año más.

Anahi Canela, 32 años

Abróchense los cinturones

Supongo que a muchos os habrá pasado como a mí y os habrá entrado el calentón a bordo de un avión. De hecho a mi acompañante le sucedió lo mismo y decidimos remediarlo y dirigirnos hacia los lavabos y echar el polvo más alto de nuestras vidas.

Primero entró ella en el lavabo y al cabo de un rato fui yo. Ella había dejado el pestillo abierto para que pudiese entrar y cuando estuve dentro lo cerré de inmediato. El sitio era muy estrecho, demasiado pequeño para los dos. Intenté sentarme para que ella se pusiera encima y no hubo forma humana de hacerlo. Cuando conseguí insertarla vinieron las turbulencias.

De pronto anunciaron por megafonía que la gente se abrochase los cinturones, pero al principio hicimos caso omiso. Cuando vimos que aquello era bastante serio las azafatas empezaron a picar a la puerta para avisarnos que deberíamos salir del baño.

Fue uno de los peores momentos de mi vida. Me entró claustrofobia y se me bajó el asunto de golpe. Por suerte no nos acabaron pillando y pudimos salir de allí pasando desapercibidos. O eso creo.

Javi Cuello, 26 años