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VICE Loves Magnum

Bruce Gilden es el rey de la fotografía de calle

El estilo de Gilden revela mucho más sobre el mundo en que vivimos; desde los locales de Nueva York hasta los supervivientes del huracán en Haití o los Yakuza.

JAPÓN. Asakusa. 1998. Dos miembros de la Yakuza.

Magnum es quizá la agencia de fotos más famosa del mundo. Aunque no la conozcas, es muy probable que hayas visto sus imágenes, como las fotos que hizo Robert Capa en la Guerra Civil Española, la "Chica Afgana" de Steve McCurry o los paraísos vacacionales británicos de Martin Parr. A diferencia de muchas otras agencias, los miembros de Magnum son seleccionados por los otros fotógrafos en la agencia, y en vista de que se trata de la mejor agencia de fotos del mundo, formar parte de ella es un proceso bastante difícil. Estamos haciendo un partnership con Magnum, así que os presentaremos algunos de sus fotógrafos durante las siguientes semanas.

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El neoyorquino Bruce Gilden es conocido por su fotografía de calle. Actualmente, al escuchar ese término, es posible que te venga a la cabeza algún gilipollas con una réflex digital haciendo fotos de jóvenes posando en la calle. Pero el estilo de Gilden revela mucho más sobre el mundo en el que vivimos; desde los locales de Nueva York hasta los supervivientes del huracán en Haití o los Yakuza. Hablamos con él sobre la sensibilidad, la América moderna y por qué Haití sigue siendo su lugar favorito para trabajar. Puedes ver más trabajos suyos en VICE aquí.

VICE: La "fotografía de calle" es un término del que se ha abusado demasiado, y su significado ha cambiado un poco. ¿Cómo describirías tu trabajo? ¿Te sientes cómodo con el término?
Bruce Gilden: ¿Conoces la quinta enmienda? Voy a invocarla: "No puedo responder a esa pregunta por temor a incriminarme". En fin, me han llamado, y yo me autodenominaría, un fotógrafo de calle. Pero, ¿qué es en realidad un fotógrafo de calle? ¿Eso incluye cualquier cosa hecha en la calle? Para mí, la fotografía de calle es donde puedes oler la calle, sentir la tierra. Quizá sea una definición un poco injusta, pero es lo que creo.

Mi estilo es fotografía de calle al 100%, pero, ¿mis fotos de Haití son realmente fotografía de calle? Incluso a mí me cuesta trabajo definirlas como tal. Pero podrían serlo, porque se trata del estilo. Me puedo poner muy parroquial con esto. Para mí una buena fotografía es aquella que funciona dentro del marco y que tiene un fuerte contenido emocional.

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HAITÍ. Puerto Príncipe. Cementerio. 1988.

Tu estilo de fotografía es muy personal, y me imagino que eso te ha dado problemas. ¿Cómo se comparan esos peligros y riesgos con las imágenes hechas por otros fotógrafos quienes trabajan, por ejemplo, en una zona de guerra?
Cuando estás atrapado en algún lugar, o te permiten tomar fotografías en algún lado, siempre es más fácil en cierto modo. La gente se equivoca en una cosa: la cercanía. Si trabajas de cerca y tienes un flash, eso no significa que la gente se vaya a molestar más que si estás a 12 metros de distancia. Hay que tener un buen trato. Tienes que sentirte cómodo, tienes que conocerte. Yo miro a todos a los ojos. Si no te sientes cómodo y estás a tres metros y no estás usando flash, alguien podría decirte: “¡Espera, esa persona me está tomando una foto en secreto!” A veces me acerco tanto que la gente no se da cuenta de que les he hecho una foto.

¿Entonces no tienes muchos problemas?
No he tenido muchos problemas porque me siento cómodo cuando hago fotos. Dicho esto, siempre tengo un poco de miedo: alguien podría atacarme físicamente. No es fácil levantar una cámara para hacer fotos a alguien que no conoces. No sabes cómo va a responder, y eso es así  estés a tres metros o a un metro de distancia. Puedes toparte con alguien caminando con su amante que no quiera que le hagan una foto, porque su esposa podría verlo. Uno nunca sabe.

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Yo juego a las probabilidades con todo en la vida. Si siento que la probabilidad está de mi parte, me siento cómodo. Si siento que no está de mi lado, no me siento cómodo. Por ejemplo, hace siete u ocho años fui a Lima, Perú. Salí a la calle en un barrio y no había nadie a mi alrededor. Me fui. Nunca saqué mi cámara de la mochila, porque sabía que en dos minutos tendría a alguien con una machete en mano diciendo, "Dame la cámara". Confío en mi instinto. Eso no significa que no cometerás errores, pero si te sientes cómodo, la gente lo puede sentir.

1984. Estados Unidos. Ciudad de Nueva York.

A parte de Lima, ¿hay otros lugares que te parezcan particularmente difíciles para trabajar?
Más que difíciles, yo diría molestos. En París siempre habrá esa persona que se acerque y te diga, "¿Por qué me has hecho una foto?" A veces llega la policía. Y no estoy hablando de trabajar en una zona de guerra o en un lugar donde la gente se mete heroína en las calles, cosa que he visto, ni de tratar con maleantes. Estoy hablando de la gente común y corriente. Los parisinos suelen ser un poco más "intelectuales" y todo se convierte en un ejercicio para ellos, y eso me pone un poco nervioso. Lo que quiero decir con "nervioso" es que no les tengo mucho respeto. Simplemente les digo, "Bien, llama a la policía”. No voy a entrar en una discusión con ellos porque no estoy de acuerdo con su premisa. No tengo problema con que me pregunten por qué tomé una foto, pero todo depende de cómo lo pregunten. No voy a tolerar que me traten como a una mierda. Tienes que ser insensible para ser fotógrafo de calle.

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Eso me ha hecho pensar en tu proyecto en Japón con los Yakuza. ¿Cómo te familiarizaste lo suficiente para hacer esas fotos?
Me sentía cómodo haciendo esas fotos. Eso era lo importante; no el acceso. Algunas de las personas a las que he fotografiado quizá eran o no Yakuza, y yo no lo sabía. Tomé las fotos porque me sentía cómodo. Tuve la oportunidad de tomar fotos en un par de ocasiones porque me presentaron a un par de personas. En todo mi tiempo en Japón estuvo con los Yakuza sólo durante cinco días, y cuando digo cinco días, quiero decir una hora, como mucho, al día. Pero nunca me sentí amenazado cuando estaba con ellos.

HAITÍ. Puerto Príncipe. Septiembre, 2011. Casas construidas frente al palacio principal por los supervivientes del terremoto de enero de 2010.

Mencionaste Haití, un lugar al que has regresado una y otra vez. ¿Qué es lo que te llama de regreso?
Supongo que hay varias razones. La primera vez que fui a Haití fue en 1984, cuando tenía unos 38 años. Nunca había estado en un país como ese en mi vida y escogí Haití porque había un vuelo directo y sin escalas desde Nueva York. Hoy en día, Haití es el segundo país más pobre del mundo y, en aquel momento, yo no lo sabía, pero era el país más pobre del hemisferio occidental. Otra razón por la que escogí ese lugar fue porque tenían un Mardi Gras e, históricamente, la gente siempre ha podido hacer fotos. Cuando llegué, recuerdo que le dije a mi ex esposa: "¿Dónde he estado toda mi vida?" porque cuando íbamos en el coche desde el aeropuerto, había todas estas personas corriendo frente al coche cerca del estadio de futbol y pensé, "Wow, esto es increíble".

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Me enamoré del país desde el principio. Amo a los haitianos. He estado allí 22 veces, poco más de un año de mi vida en total. En mis últimos tres viajes a Puerto Príncipe, comencé a fotografiar las estructuras improvisadas en las que empezó a vivir la gente después del terremoto. En el último de estos tres viajes, empecé a hacer fotos a color.

Estados Unidos. Detroit, Michigan. Marzo, 2009.

Otro proyecto en el que estuviste interesado fue el de Foreclosures. Como alguien que ha pasado tanto tiempo fotografiando "la cotidianidad norteamericana", ¿qué significó ese proyecto para ti? ¿Y cómo ves a Estados Unidos actualmente?
Al principio del proyecto, en 2008, Magnum pudo conseguir algo de dinero para ocho o diez de nosotros, para que pasáramos dos semanas en algún lugar de Estados Unidos. Pensábamos que la presidencia de Obama sería como la de Kennedy, comparándola con el libro Magnum: America in Crisis que ya habíamos hecho en el pasado. En ese momento, no sabía nada sobre las acciones hipotecarias, aunque había hecho una historia de dos días para el New York Times sobre un hombre que compraba casas a personas cuyas propiedades estaban bajo el agua.

Iba a ir a Miami a trabajar con judíos, cubanos y haitianos, pero mi esposa me dijo, "¿Por qué no haces un proyecto sobre las acciones hipotecarias?" Así que buscamos un lugar con un alto índice de acciones hipotecarias, y uno de estos resultó ser Fort Myers, Florida. Así que fui a Fort Myers y lo que vi y lo que escuché de la gente de allí me hizo cabrearme con el sistema, ya que todo este asunto no es más que un robo legalizado orquestado por el gobierno, los bancos y Wall Street. Después seguí trabajando en este proyecto en Detroit, Fresno, California y Reno, Nevada hasta 2011. Tengo un libro sobre el tema que saldrá en septiembre.

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¿Nunca has tenido, como otros fotógrafos, una agenda o un ángulo político en tu trabajo?
Mis fotos son yo. Cuando hago una foto, soy yo. Se trata de cómo me siento y no tengo que pensar en ello. Tienes que fotografiarte a ti mismo porque, si te conoces, no importa lo diferente que sea lo que tienes frente a la cámara, podrás oler la calle o sentir la tierra en la fotografía. Hay muchas cosas mal en este mundo, y eso es algo que puedo sentir, y eso está en mis fotografías. Siempre me he sentido atraído hacia los de abajo, aquel que no es la persona promedio, y veo muchos sentimientos allá afuera.

Haz click en los numeritos para ver más fotografías de Bruce Gilden.

Estados Unidos. Nueva York. 1984.

HAITÍ. Puerto Príncipe. 2011

JAPÓN. Tokio. Asakusa. 1998. Festival Matsuri.

Estados Unidos. Nueva York. 1986.

HAITÍ. Puerto Príncipe. 2011. Después de un funeral.

Estados Unidos. California. Octubre, 2010. Un complejo de viviendas incompletas a las afueras de Fresno.

HAITÍ. Puerto Príncipe. Estadio de fútbol. 1990.

JAPÓN. Tokio. 1999.

Estados Unidos. Las Vegas, Nevada. Noviembre, 2011.

Estados Unidos. Paloma Park, Florida. Octubre, 2008.