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El único problema está en que son solamente ocho episodios. Y después de abrir ese puente interdimensional a tus fantasías retrofuturistas más profundas, termina con un final que solo genera más ansias de locura y un sinfín (la verdad no son tantas) de teorías sobre el monstruo, la comida en el baúl, una posible segunda temporada… Pero más importante, Stranger Things despertó una sed ochentera de ficción como ninguna otra serie lo ha logrado en los últimos años. Entonces, ¿ahora qué? ¿A dónde dirigir toda esa sana y calurosa euforia?