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Illustrazione di Naida Mazzenga
Salud

Ejercitar estos músculos cambiará tu vida sexual

Pese a su importancia para la mujer, el suelo pélvico sigue siendo un misterio para la medicina moderna.

No todo el mundo tiene una buena relación con sus genitales. Ya sea porque te cuesta llegar al orgasmo o lubricar, sientes dolor durante el sexo o sufres hipersensibilidad en el clítoris, si tienes vagina seguramente te habrás preguntado si tendrás algún problema genital. Violeta Benini es una comadrona italiana especializada en el suelo pélvico que tiene consultas privadas en Livorno, Florencia y Milán. Recibe muchas visitas de mujeres de entre 20 y 30 años con problemas similares y asegura que en muchas ocasiones se originan en los músculos del suelo pélvico.

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“La mayoría de las mujeres que vienen a mi consulta tienen muchas dificultades para sentir placer o bien sienten dolor con la penetración incluso de un dedo”, nos explicó. Otras buscan tratamiento para los dolores menstruales y los quistes frecuentes. “Hay mujeres incapaces de tener un orgasmo si no cierran las piernas, un movimiento que activa los músculos abductores [que forman parte del suelo pélvico]”, continuó. “Eso no es buena señal; no tendrías que ponerte en posiciones extrañas para poder disfrutar del sexo”.

Se denomina suelo pélvico al grupo de músculos y ligamentos que sostienen la uretra, la vejiga, los genitales y el ano. Es crucial para la práctica sexual y para regular los fluidos corporales, ya que evita que te orines encima y ayuda a la vagina a retener el esperma tras el sexo.

A pesar de su importancia, el suelo pélvico sigue siendo un misterio para la medicina moderna ⎯comparable incluso con el cerebro⎯, tanto por su complejidad como por razones sexistas. Aunque los hombres también tienen suelo pélvico, quienes suelen sufrir problemas en estos músculos son las mujeres, y millones de ellas los sufren en todo el mundo. Los síntomas pueden ser muy significativos si no se tratan ⎯desde incontinencia a prolapso genital⎯ y afectar negativamente a la calidad de vida de quien los sufre.

Un modelo de suelo pélvico casero hecho por Violeta Benini, quien lo utiliza para explicar a sus clientes este grupo muscular

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Benini, que se autodenomina “divulvadora” (que divulga información sobre la vulva), explica que los problemas sexuales de la mujer se han explicado demasiadas veces como afecciones de la salud mental somatizados. Sin embargo, ha quedado comprobado que, a menudo, los síntomas persisten pese a que se produzca un cambio positivo en el estado de ánimo o un cambio de pareja.

Benini ha desarrollado un enfoque multidisciplinar para el tratamiento de los problemas del suelo pélvico en el que combina la terapia psicológica, física y sexológica, siguiendo las recomendaciones de un estudio reciente. “En primer lugar, hablo con las pacientes sobre su historial médico durante una hora”, me explica Benini. “Les hago preguntas sobre su estilo de vida, la dieta que siguen, sus hábitos posturales, la frecuencia con la que hacen ejercicio y, cómo no, su vida sexual”. A continuación, lleva a cabo una exploración táctil de la vagina y el clítoris de la paciente para comprobar la reacción de los músculos del suelo pélvico. Si este tipo de exámenes resulta muy doloroso, como es el caso con pacientes con vaginismo (espasmos involuntarios que impiden la penetración) o que prefieren que no se les toque en esa zona, Benini se limita a hacer un examen externo.

En ocasiones, la causa de los problemas es emocional, como una infidelidad. A veces es fisiológico, como cuando se produce una sobretensión del músculo durante la actividad física. Benini cree (por propia experiencia) que en todos los casos, “cuando la disfunción se vuelve crónica, están involucrados cuerpo y mente”.

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Una de las primeras cosas que Benini enseña a sus pacientes es a mover los músculos del suelo pélvico de forma individual y a hacer ejercicios de respiración específicos. A partir de ahí, el tratamiento puede variar en función de la paciente; a veces utiliza ejercicios de respiración centrados en el diafragma, otras recurre a la medicina natural y en ocasiones a un tipo de electroterapia denominada TENS (Estimulador Nervioso Eléctrico Transcutáneo), con el que trata la piel y los nervios para reducir el dolor. Asimismo, también recomienda a sus pacientes que se masturben con juguetes sexuales.

Como ocurre con cualquier otro músculo, una terapia adecuada puede contribuir a mejorar el tono del suelo pélvico. Aquí entrarían en juego los famosos ejercicios de Kegel, que pueden hacerse mientras estás conduciendo o sentada en el trabajo. Pero hay que hacerlos bien: “Siento mucho respeto por el doctor Kegel por entender la importancia que tienen estos músculos y que es posible trabajarlos”, dijo Benini. “Pero si no respiras correctamente, la tensión del músculo puede empeorar las cosas”.

Los masajes pélvicos son otra forma de tratar los problemas en este grupo muscular. En este tutorial se da un ejemplo de automasaje desarrollado por la terapeuta Amy Stein, fundadora de Basics Physical Therapy, en Nueva York, y experta en salud pélvica. Si te interesa probarlo, solo necesitas un par de manos limpias y un lubricante con basa de agua.

Stein indica que hay que tumbarse bocarriba, apoyando la planta de los pies en el suelo. Usando el dedo índice y el corazón, aplicamos presión sobre el perineo, la zona que se encuentra entre el ano y los genitales. A continuación, introducimos la punta de un dedo en la vagina (hasta el nudillo) y lo vamos girando para aplicar presión a distintas “horas” de un reloj imaginario. El tutorial de Stein tiene instrucciones más precisas, pero la idea es encontrar puntos con dolor en la vagina y presionarlos suavemente para relajar los músculos. Esta es más o menos la base del masaje yoni, una práctica tántrica para fortalecer la conexión con la vagina y las zonas erógenas.

Al margen de los beneficios terapéuticos, este masaje me resultó muy placentero. Y tal vez la terapia para el suelo pélvico no sea la panacea, pero os digo una cosa: la vagina es como un segundo cerebro que registra todo lo que pasa en el cuerpo. Y si queremos sentirnos bien, debemos cuidarla.

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Este artículo se publicó originalmente en VICE IT.