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Música

Galicia caníbal

Triángulo De Amor Bizarro no pasan del séptimo tema.

Aparte de Darfur y quizás el Barrio del Carmen, hay pocos sitios tan deprimentes como los pueblos de la Galicia profunda. Puntos olvidados en el mapa en el que la única cultura que florece es la modificación genética casera (coge a dos personas en una relación, quítales cualquier oportunidad de tener un empleo gratificante, riégalo con televisión, porros y lluvia y espera nueve meses) y en los que lo último que esperas es que aparezca una buena banda. Sin embargo, Triángulo De Amor Bizarro me gustan. Mucho. El año pasado lanzaron un disco con un sonido tan parecido a My Bloody Valentine que la gente lo quitaba a los cuatro temas para poner el Loveless. Ahora han vuelto con un álbum en el que recopilan maquetas anteriores al disco. ¿Y sabéis qué? Suenan de puta madre. Capturan la angustia de la vida sin futuro y la inyectan a ese ruidoso rock psicodélico del que nunca me canso. Y encima, las letras, que expresan ideas tan agradables como “llevar navaja siempre es conveniente”, tienen un punto de paranoia espídica idónea para el invierno gallego. Vice: Hola Isabel, ¿ha llegado allí la Internet? Isabel: Si, claro. Se llama Internet rural. Es una oferta muy interesante, te cobran el doble y te regalan medio mega. ¿Os habéis planteado mudaros a otro sitio? Donde estamos ahora, si no quieres ver a nadie en todo el día, no lo ves. Siempre me ha dado un poco de fobia la gente. Si paso mucho tiempo rodeada de gente, sea rara o no, me da un poco de repelús. ¿Vivís todos juntos en una casa, no? Como Crass… o las Spice Girls. Bueno, yo y Rodrigo vivimos allí. ¿Y qué es lo mejor de la casa? Hay un jardín muy bonito. Con peces. Hablo con los pájaros todo el día. Y con el perro del vecino, que también me cae muy bien. Todo de esto suena muy hippie. ¿Si no estuvieseis en un grupo que estaríais haciendo? Rodrigo me imagino que estaría trabajando en un banco y Julián estaría en una obra. El grupo está bien pero creo que todos encontraríamos otra formar de no trabajar. Algo tiene que haber. Cualquier cosa que no sea el típico rollo trabajo-hipoteca-hijos. No conozco a nadie que haya escuchado más allá del quinto tema del primer LP. Yo lo he intentado varias veces y sólo he llegado al séptimo. ¿Qué pasa después? Hijo de puta, eres un cabrón. Mira, la verdad es que después de grabarlo no lo he vuelto a escuchar, así que tampoco lo recuerdo. Una vez lo escuché cuando fui a visitar a mis abuelos en coche. Mi madre lo puso y cantábamos encima. Pero no llegamos al séptimo tema porque ya habíamos llegado a nuestro destino. ¿Y el siguiente disco qué? ¿Va a ser un disco conceptual sobre el folk gallego? Bueno, ¿es un buen reto no? Habrá gente a la que le haya gustado el primero y… Tampoco tantos… Me cago en la puta. Mira, la maqueta me encanta. Habéis cagado el disco. Pero quizá es un timo para sacarle dos veces la pasta a la gente, ¿no? (Risas) Sí, para el próximo vamos a hacer lo mismo. Vuestros directos son tan ruidosos que la gente casi no puede soportarlo. Me han dicho que es porque vuestro técnico de sonido es casi sordo ¿Es verdad eso? Si, pero él no lo sabe. Nadie se lo ha dicho, y yo no voy a ser quien se lo diga. Pero está claro que está sordo, el hijo de puta.