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Cultură

Gatos que compran: La historia de un hombre

He visto a muchos animales de compras, pero éste en particular era distinto.

Ayer, estaba haciendo mis cosas en Nueva York, como siempre, cuando decidí entrar a un deli para comprar algo de comer antes de que me diera un maldito ataque. En fin, fue en ese momento que me topé con el gato de la foto anterior y mi mente quedó hecha pedazos. No me malinterpreten, he visto a muchos animales de compras, y por lo general han sido gatos, pero éste en particular era distinto. Primero lo vi (estoy seguro que era macho) en la sección de botellas, junto al vinagre. No tengo idea por qué un gato querría vinagre, pero no importa. Estaba haciendo unos ruidos agudos. No eran maullidos, sino los gruñidos de un loco, sólo que en lugar de un loco era un gato.

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Después de ver las botellas de vinagre durante un rato (las miraba como si fueran algo nuevo y diferente cada vez, como si no acabara de ver otra botella de vinagre idéntica dos segundos antes, un completo enfermo mental), el gato comenzó a caminar de un lado a otro como una especie de operadora en una crisis, antes de echarse al suelo como si acabaran de recibir la peor noticia del mundo. Fue una locura. Entonces, justo cuando estaba a punto de pedir una ambulancia para este loco, el gato empezó a ver la sección de comida como si todo lo anterior nunca hubiera pasado.

Al principio, el gato parecía realmente querer las alitas de pollo, pero después se emocionó con el arroz frito, lo cual entendí porque se veía realmente bueno, y no como si llevara ahí siete años, como suele suceder en estos lugares. Después, enloqueció con el pescado asado.

“Jaja, todo un gato” pensé, mientras veía al gato y le decía lo que pensaba con mi mirada. Entonces se me quedó viendo como si yo fuera el que estaba loco, lo cual era una pendejada.

Consideré decirle al gato que se olvidara del pescado porque se veía realmente desagradable y yo no lo tocaría en un millón de años, a menos que estuviera en un concurso de cagar pantalones o algo. Pero entonces, de la nada, el gato se quedó ahí sentado como si hubiera llegado de otra dimensión, como en Star Trek, y yo no entendía nada de lo que estaba pasando. Fue en ese momento cuando me volteó a ver. Y no me refiero a que miraba en mi dirección, estoy diciendo que me veía a mi como si estuviera intentando atravesarme. Les juró que sentí que me quería matar o algo. Fue entonces cuando decidí sacar mi cámara.

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“Si este lunático intenta algo”, pensé. “Quiero tener todo documentado para el juicio”.

Tomé la foto anterior, y estaba a punto de tomar la segunda cuando me di cuenta que este gato estaba poseído por Satanás, como lo demuestran sus ojos brillantes, los cuales por alguna razón no había visto.

Como no quería morir, me olvidé de comer y salí corriendo de ahí, no necesitaba problemas. En cuanto al gato, simplemente se levantó y corrió hasta el mostrador en la entrada de la tienda como si fuera dueño del lugar. Y sólo para que sepan, el güey detrás de la caja no hizo nada al respecto. Obviamente, como si alguien fuera a meterse con un maldito gato satánico.

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@mrdavehill