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mecanica nacional

Me gustan los estudiantes

Pero no los que van a televisión.

Parecería que fue ayer que vimos explotar el movimiento que sacó a miles de estudiantes a las calles de México. Gestado en mayo de 2012 en la Universidad Iberoamericana campus Santa Fe, el movimiento #YoSoy132 nació, creció y se fragmentó en su corta vida. Parecería que toda la euforia permearía —como muchos piensan que sucede— del centro a la periferia. Para sorpresa de los autonombrados “democratizadores de los medios”, los movimientos estudiantiles fuera del centro y del #YoSoy132 han existido desde antes del proceso electoral de 2012 y siguen partiéndoles las madre sin cobertura mediática y sin filtro. Siguen vivos y recibiendo macanazos por algún cacique local.

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Tomemos el caso de los normalistas de Michoacán. Reducir el conflicto como lo han hecho algunos medios nacionales a ser solo una turba de estudiantes que les vale madre aprender inglés y computación, es pasar por alto el conflicto de muchas otras entidades al interior del país. La educación regida desde el centro tampoco ayuda mucho a comprender qué hay detrás de los estudiantes muertos en Guerrero. Ni hablar de la educación básica, los sindicatos ni la lideresa perpetua, eso ya nos lo explicó el cineasta Carlos Loret con su ópera prima De panzazo.

Democratizar la aulas, democratizar las universidades y la educación superior no necesariamente pasa por los medios de comunicación. Si bien la televisión llega a casi el 95% de la población en México, internet ha demostrado ser una herramienta poderosa a la hora de poner contrapesos a los monopolios televisivos. Llevar el acceso a internet a las comunidades rurales a los jóvenes que por decisión se quedan a trabajar en esas zonas, requiere más que de programas de televisión donde se accede por casting.

Michoacán representa a una comunidad de estudiantes que son visibles solo cuando hay madrazos de por medio. La violencia visual generada no ayuda en nada a resolver el problema de los rezagos educativos que se generan en provincia. La violencia verbal de un club de notables en un programa de domingo a media noche, tampoco.

Los grupos radicales infiltrados, según Fausto Vallejo, suelen ser acusados de toda la violencia generada al interior de grupos y movimientos como el de los normalistas de Michoacán. Los grupos de élite en las universidades públicas y privadas de la Ciudad de México viven en una burbuja que dice tener la neta sobre la educación en el país. ¿Cuándo fue la última vez que hubo represiones sistemáticas en algún campus de la Ciudad de México?

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¿Qué sucede con los estudiantes del interior de país que siguen siendo universitarios pero que nunca fueron #YoSoy132? ¿Están fuera de la agenda nacional? ¿Desconocen la realidad del país? Estoy seguro de que sus prioridades son otras. Son otra cosa, #YoSoy132 no fue algo que cambiara la realidad de los campus universitarios a nivel nacional.

Me gustan los estudiantes mexicanos que ganan concursos de matemáticas, de ingeniería, de robótica y que no le andan haciendo a la mamada con gafas de pasta o manoteando en la televisión. Me gustan los estudiantes que ganan en deportes, estudiantes que siguen estudiando y que, en su condición de estudiantes, también cuestionan el nivel y la calidad de la educación no haciéndose pendejos, diciendo que no reciben un sueldo en una empresa que criticaron. Me gustan los estudiantes que generan comunidad, no grupos de opinocracia adolecente. Me gustan los estudiantes que llevan las preguntas justo ahí donde se toman las decisiones, al congreso. Los que abren espacios alternativos sin música estridente ni con colores chillantes de fondo.

Comparado con el movimiento chileno o el español, el tema de la educación no es tema hasta que empiezan los recortes, las modificaciones a los presupuestos y se gestione un mayor acceso a la educación pública y gratuita. ¿Cómo se vería Camila Vallejo conduciendo un programa de televisión en Miami? Sábado Gigante necesita urgente un cambio generacional.

@RomanCotera