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Cultură

Viajar en avión con un kilo de coca en el estómago puede ser una mala idea

A menos que seas de esos tipos a los que les gusta arrancarle la oreja a otro pasajero y luego morirse.

A priori, no hay nada que indique que estos tipos lleven droga en la barriga. Imagen vía

En el cielo pasan cosas extrañas; la ira de los dioses puede generar aterradores relámpagos salidos de las nubes; existen extrañas criaturas que follan en el aire iluminados por la santa aprobación del sol y, finalmente, y como último ejemplo de cosas raras acontecidas entre nubes, a veces, solo a veces, un hombre es capaz de detener un avión con su propia mierda. Esta vez tenemos que darle la bienvenida al tipo que, durante un vuelo, le arrancó una oreja a otro pasajero y luego decidió morirse solo.

Pero como muy bien sabemos todos las cosas extraordinarias no existen, todo, absolutamente todo, tiene un motivo por lo que lo fantástico se convierte en ordinario, donde los sueños se desvanecen ataviados con explicaciones técnicas y científicas. El poder de lo racional destruye las anchas y altas columnas de la imaginación humana. ¿Pero a caso no tenemos derecho a soñar? ¿Por qué no puedo vivir en un mundo donde un hombre llamado John Kennedy Santos Gurjao le arranca una oreja a alguien en pleno vuelo hacia Dublín y luego, cual kamikaze, decide, simplemente, morirse? Pues porque, básicamente, estas cosas no suceden.

Al final resultó que el señor llevaba dentro de su estómago un buen alijo de cocaína, más concretamente un kilo de materia repartido entre 80 bellotas ingeridas. El tipo, además, había tomado un poco de coca (0,8 kilogramos) porque coño, ya que estás pues ¿por qué no? Esto, sumado al cierto nerviosismo que le viene a uno cuando lleva en el estómago unos 36.000 euros en drogas ilegales, hizo que Kennedy se alterara un poco y entrara en un violento estado de crisis. Quizá pensó que la coca que le estaba subiendo rápidamente al cerebro y empañaba su boca de sabor amargo era fruto de una explosión interna de una de las 80 bellotas que poblaban su estómago. Esto —que pone nervioso a cualquiera—, sumado al hecho de que se encontraba en un sitio cerrado —como es un puto avión— a no sé cuántos kilómetros de altura y rodeado de gente que no estaba en su mismo plan de fiesta, alteró a nuestro amigo, volviéndolo un poco loco y terminando con su vida de aventuras.

Sí, en el cielo pasan cosas extrañas; las diferentes velocidades de ionización de los componentes de los gases que forman las nubes pueden generar ese extraño y atractivo fenómeno meteorológico llamado relámpago; el vencejo común —un ave que se encuentra en Eurasia y África— es un animal que come, duerme y copula en el aire y el tipo ese que se cagó en un avión hizo que el hedor fuera tan insoportable que el piloto decidiera aterrizar de inmediato. Realmente ya nada nos sorprende.