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​¿Y si los españoles solamente pudiéramos sacar 60 euros al día de los cajeros?

¿Es realmente tan dramático esto del límite de los 60 euros al día que se ha impuesto en Grecia?

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Bueno, bueno, bueno. Ya lo tenemos aquí. En Grecia las cosas se están poniendo extremas, o eso parece. No ha sido muy difícil enterarse —a través de dramáticos titulares en los medios— de que a partir de ahora los pobres griegos solamente podrán sacar 60 euros al día en los cajeros. Una medida que parece muy poco popular en contraste con la idea de ofrecer transporte público gratuito a todos los ciudadanos mientras dure esta crisis. Esto es un drama, está claro, pero también es cierto que de buenas a primeras todos pensamos algo así como "bueno, 60 pavos al día tampoco está tan mal. Yo con la mitad hago la compra de todo el mes en el Lidl". Pero, ¿podríamos realmente soportar esta presión si en España nos encontráramos con una situación similar?

Aquí el problema principal es la amputación de libertad. El "yo quiero sacar 300 euros ahora y aquí porque me sale de las pelotas". A nadie le gusta que le pongan límites —a mí no me gustó cuando mi amigo Roger me dijo que a partir de cierto momento solamente quería quedar conmigo por la noche, en su cama y totalmente desnudos, algo a lo que me tuve que negar y que significó, tristemente, el fin de nuestra amistad. La prohibición genera reacciones y creo firmemente que como consecuencia todos empezaríamos a sacar, por si acaso, esos 60 euros cada día y los iríamos guardando en fondos de cajones y debajo de las camas, como se tendría que haber hecho desde el principio. De algún modo todos seguimos pensando que no hay nada más seguro que tener el dinero escondido en distintos spots de la casa. La verdad es que disponer de esos 60 euros al día supondrían sacar, muy probablemente, más de lo que nunca has sacado en tu vida. El "corralito" se convertiría en un auténtico dispendio que arrojaría a muchas familias a la ruina —es sabido que el dinero que se tiene físicamente es dinero que se gasta, a mí me pasa, los billetes ME QUEMAN. Sacarlos cada día supondría unos 1800 euros al mes, ¿quién coño tiene todo este dinero en su cuenta?

Según el informe Nielsen sobre hábitos de consumo de los españoles durante el pasado 2014, un ciudadano medio hace de dos a tres visitas semanales al "supermercado/droguería/lo que sea" en las que se gasta un total de 15 euros por incursión. Estos son los gastos básicos para cubrir las necesidades esenciales de comida, higiene y decencia existencial. Esto no supone ningún tipo de problema con los límites impuestos en los cajeros griegos. Supongo que las familias españolas ya están acostumbradas a ahorrar y medir sus gastos en un ambiente de crisis por lo que tenemos algo ganado en esto de vivir en la miseria.

El drama del límite en los cajeros es más una especie de ejercicio trágico impuesto a través de titulares informativos que una calamidad real. Es una especie de "esto es lo que os va a pasar a todos estos países de mierda cuando gobierne esta 'nueva izquierda' antieuropeísta a la que pretendéis votar, capullos". Pongámonos serios joder. Estamos en el siglo XXI: el hombre se está planteando seriamente esto de colonizar Marte; podemos quedar con desconocidos a través del móvil y follárnoslos en cuestión de minutos; hemos inventado un palo para hacernos autofotos que funciona de pelotas y cada vez existen más taxistas que aceptan tarjetas de crédito sin sentirse ofendidos. Vale, seguimos limpiándonos el culo con un trozo de papel muy fino pero, joder, estamos en el futuro, el dinero de papel ya no le importa a nadie —solamente a esa gente que entra en manada en los aseos de los bares y que, si te fijas bien, tienen las tarjetas de crédito como descoloridas y oxidadas. Quiero decir que desde hace ya algunos años los hábitos de consumo en España —y en todo el mundo— se han ido equilibrando en favor de un uso más o menos equitativo entre las compras offline (el clásico ir a un sitio y comprar) y las compras online (el clásico hacer la compra del súper en calzoncillos). Además, en Grecia, el uso de la tarjeta de crédito no está limitado en operaciones locales por lo que todo este drama del dinero en efectivo no es real. La gente compra sin freno con las tarjetas de crédito: "no Miguel, por favor, guárdate el billetero que ya pago yo la comida. En serio, guárdatelo, que además tengo esta Mastercard que me da puntos". Ya sabéis lo que quiero decir, ¿no? Es más, ¿es que hay alguien en España que siga utilizando billetes? Joder, eso es de la vieja escuela, es de la transición, qué coño, del Franquismo. De hecho hace años que querían suprimir los billetes en España pero los mantuvieron para que los abuelos siguieran entendiendo el presente —esto me lo he inventado. Los niños que están creciendo ahora —los que no saben si un pimiento es algo que "se hace" o "crece" pero tienen un smartphone con el que se hacen fotos de los genitales y las comparten con sus colegas— no tocarán una moneda en su vida. Estamos en el futuro, los cajeros son un viaje febril hacia un pasado que no queremos recuperar.

Está claro que estas políticas no pretenden "atacar" a los ciudadanos de a pie que solamente se compran un cubata, un periódico y una barra de pan al día, sino que su objetivo es más bien evitar ciertas fugas de capital proveniente de empresas o grandes fortunas, ya que el tema más jodido es que a partir de ahora, en Grecia, no se permitirán las transferencias internacionales. En fin, el drama existe pero no es equiparable al terror que parecen intentar producir ciertos titulares de ciertos medios, quienes a veces olvidan que esta medida está causada, principalmente, por el papel que la Europa central adopta frente a ciertos disidentes de sus políticas. En fin, a menos que seas uno de esos tarados que NECESITA comprarse un coche pagándolo con dinero en efectivo, en España no tendríamos demasiados problemas. ¿Billetes? Mis pelotas.