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Cultură

No queremos tu opinión, Google

¿Acaso la empresa cibernética más poderosa del mundo está siendo responsable con sus usuarios, involucrándose de manera abierta en un tema que todavía es de discusión política?

"La práctica deportiva es un derecho humano. Toda persona debe tener la posibilidad de practicar deporte sin discriminación de ningún tipo y dentro del espíritu olímpico, que exige comprensión mutua, solidaridad y espíritu de amistad y fair play." - Traducido por Google, de la Carta Olímpica.

El nuevo “doodle” de Google (ese juego de palabras que revienta cualquier intestino), en donde la visión del presidente ruso Vladímir Putin en torno a la homosexualidad se ve abiertamente cuestionada, podría parecer un ejercicio benevolente y digno de respeto. A final de cuentas, eso de “no propagar” el “ideario” de los homosexuales (cualquier cosa que eso signifique) es un concepto tan absurdo como inentendible, tan injusto como inaplicable y tan inhumano como fácil de usar en contra de los enemigos favoritos de todo Occidente: los rusos.

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Pero, ¿acaso la empresa cibernética más poderosa del mundo está siendo responsable con sus usuarios, involucrándose de manera abierta en un tema que todavía es de discusión política? Y con “discusión política” no quiero decir que deba de ser de discusión política o alguna, sino que para muchas personas en el mundo todavía lo es. A mí, en lo personal, el pensamiento religioso me parece tan absolutamente arcaico que nunca lo pondría siquiera a discusión, pero no por eso ignoro el hecho de que muchos de nuestros hermanos estadounidenses, por ejemplo, escuchen lo que tiene que decir cualquier creacionista.

Pero regresando al tema: ¿Google no debe ser, por su propia naturaleza, absolutamente neutral ante cualquier tema que suscite controversia? ¿No se supone que fue diseñado para facilitar búsquedas de información, y es el usuario el que debe decidir qué hacer con esa información? ¿O por fin, después de muchos años, estamos viendo cómo el poseer esa información en la mano sí hace a esos dueños partícipes de esa misma información?

¿En qué sentido, entonces, podemos quejarnos —o pueden quejarse los gringos— de la NSA pero aplaudir a Google por su valerosa contribución a la discusión sobre los Derechos Fundamentales del Hombre? ¿No están usando, como lo hace la CIA, su poder sobre la información?

Porque hoy en día la visión adoptada es una justa, sin duda, y una políticamente correcta. Yo celebro desde esta trinchera que Google se burle de las propias reglas tácitas del internet y haga con su posibilidad de alcance lo que quiera, porque para eso sirve la libertad de expresión. Pero vuelvo a las preguntas: ¿pero qué si Google de pronto se levanta como una estructura cristiana, y apunta a su convicción de inclusión como la razón de su último “doodle”? ¿Todos estaríamos de acuerdo?

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“Los cristianos son buenas personas”, diría cualquiera —y nótese que digo “cristianos” por decir cualquier cosa—, “no podemos criticarles su apoyo a todo lo Humano”. Pero, yo personalmente, sí tengo problemas. Yo odio a los cristianos. ¿Cómo la ven? ¿Estoy mal? ¿Muy mal? ¿Soy un intolerante? ¿Y la tolerancia a mi intolerancia, en dónde queda? ¿Y si tengo buenos puntos en contra del cristianismo? ¿Google tiene derecho sobre mi opinión? ¿Hasta qué punto?

“Puedes dejarlo de usar”, diría otro, inteligente siervo de la política de “¿pues para qué lo ves si te caga?” —que deberían de aplicar muchísimos lectores de Vice, por cierto. Pero, ¿realmente puedo dejarlo de usar? ¿Y si resulta gustarme el servicio que hacen con buen criterio? ¿No puedo tener todo, neutralidad y buen servicio?

El tema es eterno y, como espero poder expresar, extraordinariamente complejo. Pero sin duda deja en claro que la información no es neutral por el simple hecho de existir, y tenemos, como sociedad e individuos, que ser francamente críticos de ella.

MENOS DE ESTE TEXTO. ESTE TEXTO ES GENIAL.

Discute el tema con Bart:

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