El Hotel Riviera se encuentra en el Paseo Triunfo de la República de Ciudad Juárez, al costado de lo que un día fue la antigua Plaza de Toros Monumental.Juan, el guardian de estas ruinas, trabaja aquí desde hace 15 años, en silencio, sin prisas y sin molestias, cuidando una piscina vacía en donde las plantas han vuelto a crecer.
Relacionado: El hotel abandonado y embrujado de la Ciudad de México
De este hotel no queda apenas nada: ni comedor, ni dormitorios, ni clientes, ni bullicio. Tuvo sus años álgidos, como lugar de encuentro, de fiestas y con familias que venían a pasar el día, en los años cincuenta.
Relacionado: El hotel abandonado y embrujado de la Ciudad de México
De este hotel no queda apenas nada: ni comedor, ni dormitorios, ni clientes, ni bullicio. Tuvo sus años álgidos, como lugar de encuentro, de fiestas y con familias que venían a pasar el día, en los años cincuenta.
Publicidad
Era el hotel que tenía el trampolín de piscina más alto de Ciudad Juárez. Muchos juarenses se acuerdan de ir de pequeños a pasar el día y los más valientes, tirarse del segundo nivel del trampolín. Con la noche, llegaba la fiesta a la terraza del Riviera de donde se podía ver El Paso y las montañas Franklin. La noche pasaba entre vestido de noche y vestido de baño.Pero a principios de los años sesenta, el hotel clausuró: mataron a una chica en la piscina y escondieron el cadáver debajo, donde se encontraban los vestidores. Desde entonces El Riviera está cerrado, convertido en un sitio entre el ayer y el hoy, rodeado de un supermercado y un café.
Relacionados: El Club 15, un refugio en Ciudad Juárez
No queda nada de lo que un día fue; lo único que sobrevive es la piscina. Debajo de ésta, donde en su día encontraron el cadáver, duerme Juan. Y cuando le preguntas por los fantasmas, contesta tranquilo: "al principio me molestaban y me quitaban la cobija; hoy convivimos".
Relacionados: El Club 15, un refugio en Ciudad Juárez
No queda nada de lo que un día fue; lo único que sobrevive es la piscina. Debajo de ésta, donde en su día encontraron el cadáver, duerme Juan. Y cuando le preguntas por los fantasmas, contesta tranquilo: "al principio me molestaban y me quitaban la cobija; hoy convivimos".
