De niños, una de las cosas que más imaginábamos y soñábamos era poder mudarnos de casa de nuestros padres. Quizás esto viene un poco reforzado por las tantas veces que nos dijeron "mientras vivas en mi casa se hace lo que yo diga"; así que crecemos esperando que llegue ese ansiado momento en donde ya no vivamos en las mismas cuatro paredes que nos vieron crecer.
Actualmente, no es fácil para los millennials salir de casa de sus papás e independizarse. Estudios demuestran que por primera vez en la era moderna, la cantidad de personas entre los 18 y 34 que viven con sus papás superan a quienes no viven con ellos. Incluso hemos hablado con algunos de ellos para saber el por qué siguen viviendo bajo el mismo techo que sus padres.
Aún así, salir de casa es una de las experiencias más importantes que puede tener un ser humano en su desarrollo. Ya no tienes a mamá para que te resuelva la vida y te das cuenta de lo difícil que son muchas obligaciones que dabas por sentadas gracias a tus padres.
Otra lección muy importante que aprendes es la convivencia. Muy probablemente no vas a tener dinero para rentar un departamento tú solo, así que te tocará vivir con amigos o personas que no conoces tan bien. Aprenderás de sus malos hábitos, cómo es su temperamento, si lavan los platos o no, y si se comen tus alimentos sin avisarte a las tres de la madrugada. Una cosa es convivir con tus padres —que te aceptan y aguantan casi cualquier actitud—, y otra muy distinta es vivir con otra persona que paga la misma cantidad de renta que tú.
No siempre vas a terminar viviendo con tu mejor amigo; y aunque esto suceda, quizás terminen odiándose y nunca más tendrán la misma relación. Estos son todos los tipos de roomies que vas a tener ahora que te mudaste de casa de tus padres.
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