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fútbol y violencia

La historia del 'ultra' fascista italiano que asesinó a un fan rival

Italia quedó paralizada por la extraña historia de Daniele De Santis, el 'ultra' de la Roma acusado de asesinato que ahora ha decidido contar su historia en público.

El mes de mayo de 2014 se cometió un asesinato pocas horas antes de la final de la 'Coppa' italiana entre la Fiorentina y el Nápoles. Daniele de Santis, cartero de 48 años y antiguo 'ultra' de la Roma, sacó una pistola y disparó varias veces durante los choques violentos que protagonizó un sector de la afición romanista con grupos de fans napolitanos en los del Estadio Olímpico de la capital italiana.

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De Santis alcanzó a tres personas con sus disparos, incluyendo a Ciro Esposito, un limpiacoches de 30 años procedente del conflictivo barrio de Scampia de Nápoles. Esposito murió de sus heridas pocos días después.

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El tiroteo, y la muerte subsiguiente, iniciaron un pánico moral que llenó el vacío mediático entre el final de la temporada en Italia y el inicio de la Copa del Mundo de Brasil. El suceso también aumentó la tensión, ya de por sí elevada, entre los aficionados de la Roma y del Nápoles.

En los meses siguientes a Esposito se le retrató como a un santo, "un buen muchacho, un fan corriente que jamás se metía en peleas" según las declaraciones de su madre, Antonella Leardi. Al mismo tiempo, De Santis se convirtió a ojos de los medios y del público en un 'ultra' vomitivo, un matón fascista despojado de cualquier humanidad.

"Contar la historia de Daniellino […] es solo contar la mitad de la historia", aseguraba La Repubblica cuatro días después del tiroteo. "Antes que 'ultra', De Santis es un fascista, un activista comprometido con su causa, uno de aquellos que solían unirse a expediciones violentas de castigo".

La investigación sobre el tiroteo generó titulares durante meses. De Santis, cuyo juicio se ha alargado y aún dura a día de hoy, admite que disparó a Esposito pero asegura que fue en defensa propia. El romano contó su caso a la revista Panorama en enero para explicar su versión de los hechos.

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"Si no hubiese apretado el gatillo", insiste, "ahora estaría muerto".

'Ultras' del Nápoles en el estadio San Paolo de la ciudad campana. Imagen vía WikiMedia Commons

El día del tiroteo yo estaba en el campo, cubriendo el partido, y esperaba un partido interesante: en ese momento el Nápoles de Rafa Benítez y la Fiorentina de Vincenzo Montella eran dos equipos divertidos, con voluntad atacante y futbolistas de calidad. El encuentro se iba a retransmitir por todo el mundo y se suponía que debía servir para promocionar la marchita liga italiana. Por desgracia para los encargados de marketing de la Serie A, el partido en sí mismo fue poco más que una guarnición: el evento del día fue sin duda el tiroteo.

Cuando subía por las escaleras del estadio en dirección a las cabinas de prensa, vi a los habitualmente feroces ultras del Nápoles en su zona. Entre ellos reinaba un silencio muy poco habitual: habían recogido sus banderas y no habían encendido ninguna bengala.

En el estadio empezó a correr un rumor según el cual uno de los tres fans implicados en el tiroteo había muerto, pero trascendió ninguna noticia oficial al respecto. El inicio del partido se retrasó mientras los organizadores del partido discutían entre ellos sobre el césped. En las gradas, un público incrédulo mostraba su desaprobación con silbidos y abucheos.

Cuando los organizadores intentaron acercarse a los aficionados del Nápoles para explicarles que nadie había muerto (aún), fueron recibidos con un pequeño arsenal de bengalas y bombas de humo. Los fans no se calmaron hasta que el capitán del equipo partenopeo, Marek Hamsik, se acercó al líder 'ultra' Gennaro de Tommaso a explicarle la situación.

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El partido comenzó con 45 minutos de retraso y el Nápoles se impuso por 3-1. Los fans napolitanos invadieron el campo tras el pitido final y cargaron contra los aficionados de la 'Fiore' para incitarles a protestar; éstos, no obstante, permanecieron notablemente calmados en todo momento.

La noche adquirió un tono aún más surrealista cuando el presidente del Nápoles Aurelio De Laurentiis aseguró a los medios que había visto "un gran civismo". Los indignados fans italianos lamentaron otra "figuraccia di merda" —otra muestra de la triste imagen que el fútbol italiano proyecta al mundo en los últimos tiempos.

A medida que los días fueron pasando y el humo de la confusión se disipó, comenzó a emerger una narrativa de los hechos. Un pequeño grupo de 'ultras' italianos liderados por el ahora famoso De Santis habrían intentado tender una emboscada a los odiados fans del Nápoles cargando contra ellos desde el centro deportivo Boreale, una instalación que suele acoger partidos de categorías infantiles ubicada a apenas dos kilómetros del estadio (y en la vecindad del cual el propio De Santis vivía en una chabola). El asalto, no obstante, falló, y un escuadrón de fans napolitanos contraatacaron. De Santis sacó su pistola, disparó e hirió a Esposito y a dos aficionados más. Los furibundos aficionados rivales, sin embargo, le alcanzaron, le propinaron una fuerte paliza y le apuñalaron varias veces, dándolo por muerto al acabar.

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De Santis, por su lado, niega esta versión y mantiene que sacó su pistola después de que le atacaran: y según algunos medios que han seguido el caso, la policía científica italiana (RACIS) está de acuerdo con él.

"Era como el fin del mundo", dice De Santis. "Fui a ver qué ocurría, porque había niños jugando a fútbol en el centro Boreale. El único error que cometí fue recoger una bengala y tirarla al autobús que estaba bloqueando la carretera…".

A partir de ahí, según su versión, un mínimo de 30 personas fueron hacia él. Fue golpeado y apuñalado. Mientras intentaba cerrar la puerta que separaba el centro deportivo de la calle se le quedó la pierna atrapada: estuvo a punto de perder la extremidad. Según él mismo, siguió unida "solo gracias a algunos jirones de músculo y piel".

"Estaba convencido de que estaba viviendo los últimos momentos de mi vida", asegura De Santis. Este habría sido el motivo por el cual el romanista sacó la pistola.

Mientras De Santis se recuperaba, la salud de Esposito empezó a ocupar los titulares de la prensa. Su madre llegó a convertirse en una celebridad en un entorno mediático dedicado a debatir día sí día también sobre la posible muerte del 'tifoso' napolitano. Emergieron fotos de De Santis posando frente a banderas y pósters fascistas o pidiendo a Francesco Totti que detuviera el derby de Roma del año 2004 tras la aparición de falsos rumores según los cuales un niño había muerto tras ser atropellado por un vehículo policial. De Esposito, en cambio, salieron fotos en la playa con su novia.

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Desde que su 'gemellaggio' (literalmente, "gemelazgo"; hermanamiento, en sentido figurado) se rompió a finales de los años 80, los aficionados de la Roma y del Nápoles han sido rivales irreconciliables. Cuando el Nápoles retrasó una semana la celebración del título romanista en 2001, los 10.000 fans de la Roma que se habían desplazado a la Campania protagonizaron altercados en las cercanías del estadio San Paolo.

La semana después de la final de Coppa, los 'ultras' de la Roma mostraron banderas de apoyo a De Santis en su partido frente a la Juventus. Pintadas como "Ciro Boom!" y "Free Daniele" aparecieron en las paredes de muchos edificios en la capital italiana. Más tarde, los 'ultras' romanistas echaron más leña al fuego al organizar una torpe rueda de prensa en la que según sus palabras rehusaban "dar la espalda" a uno de sus "hermanos".

Este espectacular vídeo de los fans del Nápoles llegando a Roma tras secuestrar un tren ejemplifica el caos del fútbol italiano y la tensión existente entre la afición partenopea y la romana.

Menos de dos meses después del tiroteo, el 25 de junio de 2014, Esposito murió. Su familia hizo pública una nota que calificaba al fallecido de "héroe del pueblo". El funeral, que tuvo lugar dos días después en Scampia, estuvo atestado de 'ultras' del Nápoles, que decoraron el ataúd de Esposito con su bufanda del equipo y lo cargaron a la salida de la iglesia. Los mismos fans acudieron vestidos con gorras y camisetas con el mensaje "Ciro el héroe". Una plaza del barrio recibió su nombre; sus paisanos le apodaron "el Ángel de Scampia".

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Cuando la Roma viajó a Nápoles en noviembre para disputar el correspondiente partido de liga, los aficionados partenopeos mostraron pancartas en las que amenazaban con represalias contra los romanistas: "Toda palabra es en vano: si se presenta la oportunidad, no habrá misericordia".

"Los medios pusieron una ciudad entera, incluyendo sus elementos más peligrosos, en mi contra", dice De Santis, que se describe a sí mismo como un antiguo campeón de kárate que entiende los valores de la "integridad, el autocontrol y el respeto por el oponente" y que asegura que el uso de armas es "una pérdida de la dignidad".

"Los que me conocen saben que nunca he usado ningún arma, y menos aún una pistola, en mi vida", asegura, aparentemente olvidando su disparo a Esposito.

Incluso dejando de lado esta flagrante contradicción, De Santis nunca ha explicado por qué llevaba una pistola en el momento de los hechos ("esto debe justificarlo él mismo", se puede leer en una nota de prensa de su equipo legal). Cabe suponer que su excusa es mejor que la que lanzó su antiguo conocido Mario Corsi, un famoso ex terrorista de extrema derecha y antiguo 'ultra' de la Roma convertido en una personalidad de la radio local.

"De Santis llevaba pistola para defender a los niños del centro Boreale de los gitanos", afirmó Corsi.