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prendas de vestir

¿Y por qué las mujeres usamos ropa con bolsillos pequeños o inexistentes?

Para salir, nos toca usar sí o sí una cartera. O darle celular y billetera a un hombre.
Ilustración por Frank Palacios

¿Qué caracteriza un pantalón de mujer hoy en día? Basta con echarle un ojo a la página de cualquier empresa de fast fashion para encontrar que hay un modelo específico que guía el prototipo de lo que debería ser: jeans acomodados al cuerpo y con bolsillos donde caben las primeras falanges de los dedos, si es que tienen. Algunos no llevan: los famosos 'sinbol'. Otros son falsos: están las costuras puestas como haciendo el amague, pero no existen.

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Para muchas de nosotras, salir a la calle implica llevar una cartera u otro accesorio más pequeño que cargue el celular y la billetera. Si decidimos un día no llevar el accesorio, nos toca embutir en el bolsillo de atrás lo más abultado y encajar, como en un rompecabezas, el celular en cualquier parte del cuerpo, entre el pantalón y la cintura, por ejemplo, o, como muchas hemos hecho, darle todo a un hombre para que lo guarde.

Según me cuenta Margarita Serrano, diseñadora de moda y creadora de la marca Serrano de blaisers para mujer, hoy en día los pantalones y las prendas femeninas tienen bolsillos que son puramente estéticos. Pero esto no siempre fue así.

De hecho, en los documentos de archivo del Museo de arte y diseño Victoria y Alberto de Londres —donde se hace una historiografía de lo que fueron y se han convertido los bolsillos en la ropa a través del tiempo––, se hace referencia a que las mujeres los han tenido en su ropa desde el siglo XVIII y que, desde entonces, se han achicado hasta ser casi inservibles. Antes, las mujeres tenían bolsillos invisibles cocidos en sus vestidos, donde guardaban sus joyas, dinero y hasta utensilios como tijeras y lápices.

Con el tiempo, estas prácticas prendas cocidas en monumentales vestidos se volvieron un accesorio externo a la ropa.  Aparte, los ladrones se aprovechaban de esto y cortaban las correas de una especie de bolsos de cuero que se amarraban a la cintura de las personas. La ropa de mujer ––y de hombre–– se achicó progresivamente, de forma exponencial. Los bolsillos anchos fueron desapareciendo en las prendas de las mujeres, no de la de los hombres.

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Margarita ––la dueña de la marca de blaisers para mujer–– me cuenta, también, que los pantalones en la mujer han tenido varios cambios y que de hecho ahora hay una moda de jeans anchos con bolsillos más amplios, y que para ella este debate (que las mujeres se quejen por sus prendas sin bolsillos grandes) no es un debate real. Esos pantalones, me contó, se llaman los "Boyfriend jeans" o los jean de novio en español, que ya de entrada hablan de una cierta "masculinidad" por ser anchos.

Sin embargo, al final de 2016, con uno de los debates presidenciales entre Hillary Clinton contra Donald Trump, algunas personas se volvieron a preguntar  por qué empezó esta tendencia de reducir los bolsillos en las mujeres, por qué son simplemente estéticos. Hillary, por cierto, salió al ruedo con un abrigo así: sin bolsillos.

Medios especializados en moda como Racked se enfocaron en preguntarse la política de género detrás de los bolsillos en la ropa. Un artículo de 2014 de la revista cultural The Atlantic se hizo este cuestionamiento a raíz de la creación de teléfonos cada vez más grandes. Allí, a partir de la voz de Sara Kozlowski, quien trabaja en el Consejo de diseñadores de Moda de Norteamérica, y la de Camila Olson, quien tiene una marca de ropa con su nombre, se afirma que la mayoría de las veces la moda no se pregunta por la situación de la mujer con la ropa sino en lo bien que se ve en ella.

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Vean una foto de abajo: un hombre y una mujer con los mismos accesorios dentro de los bolsillos.

A raíz de este cuestionamiento, videos que trataban este tema se volvieron virales en Facebook e Instagram a finales de 2016. En ellos se mostró la inconformidad de muchas mujeres al no poder guardar un celular, una billetera o cualquier cosa que sobrepasara el tamaño de un lápiz labial.

Los videos, que hablan de esta tendencia a desaparecer los bolsillos y convertirlos en accesorios externos a la ropa como bolsos o ropa diseñada con compartimentos como el brasier con bolsillos, cuestiona la función de la ropa y le añade una discriminación de género. ¿Por qué tenemos que comprar miles de carteras para poder salir? ¿Por qué no hacer la misma cantidad de bolsillos en la ropa de hombres y mujeres?

Para Richard Tamayo, especialista en Género e investigador de la Universidad del Rosario, la diferenciación de género en la ropa tiene que ver, en un primer momento, con una cuestión laboral, con la división del trabajo entre hombres y mujeres. En otro momento llegó a pasar por la burguesía y la aristocracia, en donde las mujeres eran vestidas de cierta manera. Todo eso, según él, influyó en los tipos de diseños y en la forma en la que se concebía la ropa para hombres y para mujeres. Lo que pasa ahora, me dijo, responde a una idea de que los diseñadores se guían por estos prejuicios en los que la ropa de la mujer no necesita bolsillos, en los que ya se da por sentado que las mujeres necesitan carteras y hacen que éstos dejen de ser prácticos y se conviertan en algo puramente estético.

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De esta forma, buscando oponerme a esta homogeneidad de moda en la ropa de mujer, decidí visitar las tiendas de moda más populares en las jóvenes bogotanas: pasé por Zara, Mango, Stradivarius, Naf naf, Tennis y Pull and Bear, por un lado, para mirar cada uno de sus jeans y así cada uno de sus bolsillos. También fui a San Victorino y entré en las tiendas que, a mi modo de ver, tienen mayor variedad de jeans como DeTodo y Sanzo.

En el primer tour, me topé con una misma moda: los jeans denim, los skinny jeans, los boyfriend jeans y hasta jeans bota campana. Todos, absolutamente todos, respondían a bolsillos para los dedos. En muy pocos casos cabía la mano completa, pero perdían su funcionalidad al ser pegados al cuerpo. Al preguntarle a cada uno de los vendedores sobre un pantalón donde me cupiera el celular, ninguno supo darme respuesta. Todos los jeans eran o muy pegados, o con bolsillos inservibles y ninguno había sido cuestionado por lo mismo.

En San Victorino, me encontré una moda alejada a lo que encontraba en las tiendas de los centros comerciales: allí vi todo tipo de jeans pero ninguno tenía un bolsillo de verdad. Según los vendedores y algunas compradoras con las que conversé, esto se debe a que las mujeres quieren un pantalón ajustado que resalte su figura. También, afirman, nunca buscan un jean distinto, porque además, en las diferentes tiendas a las que fui, no los venden.

Esta cuestión de figura es acertada. Según me cuenta Diana Crump, diseñadora de modas y creadora de la marca de trajes para mujer y hombre llamada Atelier Crump, una razón que podría ser la principal en la producción de ropa de este estilo, es que las mujeres culturalmente quieren la ropa más ajustada, que muestre su figura. "Como quieren la ropa pegada a su cuerpo, si ésta tiene bolsillos, la figura se deforma, no les parece estético", me dijo. Según ella, en nuestra cultura (por no decir que en la mayoría), las mujeres privilegian la parte estética sobre la práctica y por eso la moda responde a eso con los bolsillos falsos o pequeños. Y esta idea responde al discurso de una belleza patriarcal en la que la mujer debe tener un tipo de cuerpo específico que se pueda ver desde su ropa.

Además, me cuenta Diana, esta problemática también recae en una cuestión de actitud. Las mujeres no quieren bolsillos grandes porque deforman su figura, pero sí los necesitan pequeños para mostrarse imponentes cuando usan estas prendas. "Caminar con las manos en el bolsillo tiene algo de irreverente, cambia la actitud completamente", me dijo. Por eso cuando crea sus trajes, la mayoría tiene estas características, porque al fin y al cabo su propósito es empoderar a la mujer no solo con la ropa sino con la actitud que ella adopta con sus prendas.

Por eso, al darme cuenta de que todos estos pantalones y chaquetas responden a la misma idea de bolsillos decorativos, la pregunta del por qué se vuelve política. Los diseñadores mismos están continuando un discurso en el que no se están preguntando la diferenciación, simplemente la recrean una y otra vez. Para Richard, el problema recae en ellos, en la necesidad de "normalizar" una afirmación en la que los hombres siempre tendrán sus prácticos bolsillos y las mujeres los tienen de adorno. He ahí el por qué.