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México inventó el hot dog con tocino y Estados Unidos lo arruinó

A principios de la década de 1950, en Hermosillo, Sonora se comenzaron a vender salchichas envueltas en tocino dentro de un pan. Los "dogos" emigraron de México y Estados Unidos se los apropió.
Photo via Flickr user Jenni Konrad

Mi relación con los hot dogs envueltos en tocino data de mucho tiempo atrás, como el amigo de la infancia con quien no tienes contacto pero sabes que te respaldará en una situación difícil. El "dogo" —término callejero de cariño para los hot dogs en México (en concreto, en los estados del norte)—, siempre ha estado conmigo.

Como era de esperarse, mi vida siempre ha corrido paralela a la migración de este bocadillo empapado de sabor porcino. Éste, al igual que yo, también ha viajado y encontrado un hogar en otras ciudades, como Tucson y Nogales. Pero fue durante mi último viaje, cuando visitaba a mi familia en mi ciudad natal de Hermosillo, Sonora, México, cuando me enteré de que el humilde hot dog envuelto en tocino y yo compartimos el mismo lugar de nacimiento. Una disculpa de antemano a las hordas de gringos orgullosos de sus hot dogs, pero me temo que no pueden llevarse el crédito esta vez.

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El hot dog envuelto en tocino fue inventado décadas antes de mi llegada a México, a finales de los años ochenta. Algunos académicos (sí, es algo que se ha investigado) argumentan que un circo le presentó el hot dog a los sonorenses en el siglo XX. A principios de la década de 1950, los comerciantes envolvían las salchichas con tocino y las vendían en la calle.

Los carritos de dogos emigraron hacia el otro lado de la frontera a las calles de Tucson, ocupando las esquinas sin pavimento y activando cívicamente grandes estacionamientos después del horario laboral.

Veinte años más tarde, los comerciantes crearon un hub de hot dogs en la entrada de la Universidad de Sonora, donde los propietarios de carritos formarían una fila en la banqueta, uno a lado de otro, y gritaban sus ingredientes únicos para ayudarle a sus hambrientos clientes a decidirse por uno.

Aparte de los frijoles, los tomates, las cebollas, la mostaza y la crema —bajo lo cual la salchicha envuelta en tocino ya estaba enterrada—, un curioso buffet de ingredientes estaba esperando para sumarse: las setas en conserva marinadas en salsa de soya, queso rallado, queso de nachos (tipo cheddar), pepinillos picados, guacamole, queso cottage, y por último, pero no menos importante, trozos de Ruffles con queso.

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"Dogo" (hot dog) sonorense.dogos

A mis 8 años, cuando tenía un corte de cabello de hongo y usaba enormes moños, la línea que divide México y Estados Unidos comenzó a desdibujarse, y lo mismo le pasó al territorio de los hot dogs envueltos en tocino. Hermosillo se estaba americanizando y tenía uno de los restaurantes de Carl's Jr. más grandes en el mundo. Mientras tanto, los carritos de emigraron hacia el otro lado de la frontera a las calles de Tucson, ocupando las esquinas sin pavimento y activando cívicamente grandes estacionamientos después del horario laboral.

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La cultura del hot dog envuelto en tocino en Tucson se remonta a 1993, cuando Daniel Contreras comenzó a vender tacos de carne asada en un carrito de un metro de altura que llevaba el nombre de su apodo de la infancia: "El Güero Canelo". Un amigo más tarde le sugirió que intentara vender hot dogs envueltos en tocino tras darse cuenta de que muchos clientes hambrientos pedían la versión sonorense, no la californiana.

En honor a la asimilación americana, una media noche blanda sustituyó al bolillo como la cómoda casa de la salchicha.

Para el año 2010, el Arizona Daily Star informó que había más de 100 carritos en Tucson sirviendo "hot dogs sonorenses", en bolillos y con una colección de ingredientes saludables.

Los tucsonenses en la década de 1990 se dirigían a la 12th Avenue con "El Güero Canelo" y con un carro rival, BK Tacos, para conseguir su dosis. Desde entonces, los dos carritos se han extendido hasta formar cadenas locales y los tucsonenses le afirman su lealtad a uno o a otro como si se trataran de los Beatles o los Stones.

"Tenía un carrito insignificante", Contreras me dijo un día, mientras se dirigía a su cuarto restaurante y primera aventura fuera de Tucson. "A partir de ahí creció. Muchos dicen que es magia, pero yo creo que es por la gracia de Dios".

Ambos comerciantes han aparecido en varios programas y canales de alimentos y reciben las visitas del New York Times, de Man vs. Food, y de Alton Brown.

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Hot dog gringo.

Durante las últimas décadas, múltiples versiones del hot dog envuelto en tocino han aparecido en todos los Estados Unidos y México. Algunos afirman que se originó en la ciudad de México; muchos dicen que nació en las calles de Tijuana. Aún así, una abrumadora mayoría —incluyéndome junto con la minuciosa investigación que he hecho— lo denomina, legítimamente, un hot dog sonorense y menciona a Hermosillo como su lugar de nacimiento.

"Traté de buscar a la familia del hombre que supuestamente creó el hot dog envuelto en tocino en Hermosillo, don Vicente", dijo Contreras. "Nadie podía decirme cómo encontrarlo, a él o a sus descendientes. Nadie sabe lo que realmente sucedió".

Cuando el hot dog envuelto en tocino fue nombrado como el hot dog oficial de Los Ángeles apenas unas semanas después de que me mudé a la ciudad, parecía obra del destino. Después de estar algún tiempo separados, sentí que me reencontraría con mi gran mejor amigo. Ya había visto bolsas de Ruffles con queso en las tiendas de abarrotes y pensé que tal vez los otros ingredientes originales se habían integrado.

Estaba muy equivocada.

El olor fascinante del tocino que abraza cada salchicha sobre una plancha caliente fue suficiente para hacerme olvidar que en Los Ángeles no hay hot dogs sonorenses. (Alguien los llamó hot dogs "peligrosos" y el nombre, innecesariamente dramático, demostró ser un presagio. Mi primera visita a un carrito en LA se convirtió después en mi primera visita a un centro de atención de urgencia de Hollywood). En honor a la asimilación americana, una media noche blanda sustituyó al bolillo como la cómoda casa de la salchicha. En consecuencia, ya que el bolillo era utilizado por sus poderes para sostener los ingredientes abundantes, la mayoría de los ingredientes mexicanos originales del hot dog envuelto en tocino fueron despachados.

No llevaban frijoles, ni tomate. Rara vez tenían guacamole y salsa, y definitivamente nada de Ruffles. En su lugar había cebollas y pimientos asados. Meh.

Cuando le expliqué esto a un empleado de "El Güero Canelo", estaba sorprendido. "¿Quieres decir que ponen el hot dog en una media noche americana regular?", preguntó con una sonrisa. "Oh, por Dios ¡Qué espanto! "

Desde entonces, he roto relación con el hot dog. Aunque ha perdido peso y no soporta peso adicional, yo sigo del mismo tamaño y sigo deseando guardar un espacio para esos Ruffles con queso que garanticen mi identidad como mexicana-estadounidense.