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corrupción en el deporte

Locura por el fútbol en Indonesia: ¿despegará por fin la liga nacional?

La corrupción política y el fútbol se entrecruzan en uno de los países más poblados del mundo. El nuevo Gobierno intenta poner orden en un sector aún contaminado por los métodos del antiguo régimen de Suharto.
Foto de Hans Hansson

La temporada de la liga de fútbol profesional de Indonesia comenzó el pasado sábado 4 de abril. Las anteriores temporadas del torneo indonesio han sido duras, y a nadie le sorprendería que ésta también lo fuera. Ni siquiera está claro, de hecho, si los equipos adscritos lograrán jugar todos los partidos del torneo.

Esto puede parecer poco profesional para una competición oficial en un país de 250 millones de personas, pero para los fans indonesios esta temporada no es más que otro capítulo de una historia de corrupción e ineptitud con tintes de farsa.

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Originalmente, la Superliga indonesia (ISL) tenía que empezar a finales de febrero este año. Pero en el mes de enero, la liga descalificó y descendió a dos equipos por no cumplir con los requisitos financieros (concretamente, por no haber pagado impuestos ni salarios a los jugadores). Un mes más tarde, a pocos días del inicio de la ISL, el Ministerio de Deportes del país asiático retrasó el comienzo de la competición: la razón que se arguyó es que solo tres de los 18 equipos participantes habían sido capaces de presentar la documentación financiera necesaria… y que muchos de ellos tampoco habían pagado a sus jugadores y entrenadores.

El 25 de marzo, solo tres equipos tenían todos los pagos y licencias en regla. Desde entonces y hasta el 3 de abril, gracias a una prórroga en el término de entrega de los datos, 13 equipos más habían conseguido ser admitidos en la competición. El torneo comenzó el sábado 4 con seis partidos y dieciocho participantes inscritos; dos equipos aún no reunían las condiciones en la jornada inaugural. Un grupo de fans del Arema, uno de los clubes que no cumplía los requisitos, aseguró que si su equipo no era admitido estaban dispuestos a "movilizarse en solidaridad" y que "no se hacían responsables de cualquier disturbio" que pudiera haber.

Para entender por qué esto no sorprende a absolutamente nadie en Indonesia —un país que algunos periodistas extranjeros describen como "loco por el fútbol", pero que por lo que yo he visto vive este deporte con la misma pasión que cualquier otro—, debemos volver a 2007 y conocer a un hombre llamado Nurdin Halid, presidente en aquel entonces de la Federación de Fútbol de Indonesia (PSSI).

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2007 fue un año de altibajos para Halid. En abril, fue elegido presidente de la PSSI por segunda vez; en agosto fue encarcelado por corrupción debido a un negocio relacionado con la distribución de aceite de cocina. El caso del aceite no era más que otro añadido a un largo expediente que ya incluía cargos y arrestos por malversación de fondos, contrabando y otras violaciones aduaneras relacionadas con especias, azúcar y arroz.

A pesar de lo complicado que debe ser gestionar el deporte de un país entero desde la prisión, Halid se mantuvo en el cargo. En 2010, sin embargo, el barco empezó a hundirse. El soporte del gobierno a una candidatura para alojar el Mundial de 2022 desapareció a la vez que se constituía un grupo autodenominado Movimiento de Reforma del Fútbol Nacional. Bajo el liderazgo de un millonario llamado Arifin Panigoro, el Movimiento se estableció en directa competición con el órgano regulador oficial y empezó a hablarse de la posibilidad de que fundasen su propia liga de forma independiente de la PSSI.

Cuando la liga "renegada" dio comienzo en marzo del 2011, Halid ya no presidía la PSSI: había sido expulsado tras una moción de censura. En abril, con la más absoluta confusión reinando en el fútbol indonesio, el presidente de la FIFA Sepp Blatter ordenó que un "comité de normalización" se hiciera cargo de la situación hasta la convocatoria de elecciones en la PSSI. Halid (que aún tenía muchos partidarios en la federación) y su vicepresidente fueron vetados para el cargo; al "rebelde" Panigoro tampoco se le permitió presentarse.

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Tranquilos, nadie sabe muy bien qué están haciendo todos estos equipos realmente.

Cabe decir que el mencionado vicepresidente de Halid era un hombre llamado Nirwan Bakrie, hermano de Abruzial Bakrie, el histórico patrón financiero del fútbol indonesio. Bakrie (cuyo turbio pasado incluye conexiones con el desastre medioambiental de Sidoarjo, entre otras lindezas) también resulta ser el presidente del partido Golkar, el heredero político del régimen de Suharto. Las políticas de este último, que ostentó el poder entre 1967 y 1998, siguen siendo muy populares: el partido Golkar, de hecho, fue clave para formar gobiernos de coalición hasta las elecciones del pasado año, cuando el reformista Joko "Jokowi" Widodo ascendió al poder. A pesar del cambio, las familias como los Bakrie y los Halid, cuyo poder y riqueza creció enormemente bajo Suharto, siguen disfrutando de una posición de preeminencia en la sociedad indonesia.

El comité de normalización de la FIFA tuvo éxito: en julio de 2011, y a pesar de los esfuerzos de Halid por participar en las elecciones fuera como fuese, un nuevo presidente fue elegido. Las cosas parecieron ir bien durante un tiempo, pero las fisuras volvieron a aparecer cuando los nuevos líderes intentaron hacer limpieza y contratar a un nuevo administrador para la liga.

Días antes del comienzo de la competición a mediados de octubre, 14 de los 24 equipos de la liga y varios miembros importantes de la PSSI decidieron que preferían el anterior administrador de la competición y propusieron un aplazamiento. Esto significaba que Indonesia superaría la fecha límite impuesta por la Confederación Asiática de Fútbol (AFC) y que todos los equipos indonesios estarían excluidos de las competiciones internacionales, principalmente de la Champions League asiática. La PSSI decidió romper la baraja y seguir adelante sin los equipos rebeldes, y así se inició una liga de 10 equipos justo antes de la mencionada fecha límite.

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Como respuesta, un grupo llamado Comité para la Salvación del Fútbol Indonesio comenzó a su vez una liga alternativa con los 14 equipos que habían boicoteado la PSSI. El torneo mantuvo el antiguo título de Superliga Indonesia y dio comienzo en diciembre.

(Paréntesis: los jugadores de la ISL, muchos de los cuales eran los mejores del país, dejaron de ser elegibles para la selección cuando ésta afrontaba los partidos de clasificación para la Copa del Mundo. Entre otros desastres, esto provocó una derrota por 10-0 contra Baréin en la que ocho de los titulares eran debutantes a nivel internacional. Baréin, un país cuya población no llega al millón y medio de personas frente a los 250 millones de Indonesia, necesitaba ganar por nueve goles para aspirar a clasificarse para la siguiente ronda. El partido estuvo rodeado de polémica, aunque la mayoría de las sospechas se focalizaron en los árbitros, que expulsaron al portero indonesio en el tercer minuto de partido y pitaron cuatro penaltis a favor de los bareinís).

Con las dos ligas rivales funcionado y la FIFA amenazando con imponer sanciones cada vez más duras, la AFC organizó reuniones de conciliación entre las partes enfrentadas. Las reuniones, que se llevaron a cabo en Kuala Lumpur, terminaron con éxito y se redactó un preacuerdo temporal. Pasaron diez meses más de crisis y controversias hasta llegar finalmente a un compromiso permanente.

En marzo del 2013 se celebró un congreso extraordinario del PSSI que puso las bases de un acuerdo definitivo. Los rebeldes serían readmitidos en la PSSI, la temporada terminaría con dos ligas oficiales y los mejores equipos de cada torneo se combinarían para formar la nueva Superliga Indonesia.

Después de una fusión satisfactoria y de una temporada relativamente exitosa en 2014, los viejos fantasmas han vuelto a aparecer. A pesar de que la FIFA ha vuelto a amenazar con sanciones con el objetivo de evitar la intromisión gubernamental en el PSSI, la autoridad nacional que supervisa los deportes profesionales en Indonesia parece tener buenas razones para meterse en los asuntos de la Federación (impago de impuestos y de salarios, principalmente). A finales del 2012, un jugador paraguayo falleció tras no poder pagarse un tratamiento médico después de pasar meses sin cobrar. Menos de un año después, un jugador camerunés fue víctima del mismo destino.

El pasado 31 de marzo, el ministrio de Deportes indonesio Imam Nahrawi, que había retrasado el inicio de la temporada en febrero, publicó un artículo de opinión que abre la puerta a la esperanza. Después de asegurar que está dispuesto a aceptar críticas a corto plazo por sus "decisiones políticas", Nahrawi afirmó que era mejor que las cosas fueran "algo confusas y sangrientas" ahora "para que esto no pasara (otra vez) en la temporada siguiente".

En Indonesia, la corrupción y las maniobras políticas se juegan en muchos campos. El ministro de Deportes Nahrawi vino a decir que hay "fortalezas políticas acostumbradas a proteger" al PSSI y que queda mucho trabajo por hacer. El caos en el mundo del fútbol es un recordatorio de que estas "fortalezas políticas", restos aún del régimen de Suharto, siguen afectando el día a día de los ciudadanos indonesios. La administración del presidente Widodo, de la que Nahrawi es parte, ha prometido llevar a cabo reformas estructurales y combatir los antiguos métodos. Muchos esperan que la lucha para limpiar el fútbol indonesio sea su primera victoria, pero está claro que la vieja guardia no se rendirá sin combatir.