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las buenas tradiciones se pierden

En el deporte moderno ya no se ven fullerías como antes

El deporte no siempre es "fair play" y buenas intenciones... pero antes cuando se hacía una trampa se hacía mejor. El legendario episodio de la canasta en propia de Lorenzo Alocén es un buen ejemplo de ello.
Imagen vía Reuters

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El deporte es una actividad noble. Las madres y padres de todo el mundo apuntan a sus hijos a edades muy tempranas a practicar algún deporte después del colegio para que hagan ejercicio y aprendan las bondades que se le presuponen. Juego en equipo, superación personal, respeto a las normas, deportividad, juego limpio… el etcétera de valores positivos es eterno.

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Sin embargo, para qué nos vamos a engañar: en el deporte profesional estos códigos se rompen en mil pedazos cuando la victoria está de por medio. A todos nos vendrán a la mente los típicos rifirrafes futboleros, pero ninguna disciplina se escapa. El baloncesto tampoco.

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El último ejemplo de la absurdidad a la que puede arrastrar el resultado lo dieron el Darüşşafaka Doğuş turco y el Maccabi FOX Tel Aviv israelí en el último partido de la fase de grupos de la Euroliga. El Maccabi, asiduo del Top-16 desde hace veinte años, se encontraba en apuros: necesitaba ganar al Darüşşafaka por más de once puntos para poder estar en la siguiente fase… y cuando solo quedaba un minuto y quince segundos del último cuarto, el partido estaba empatado a 65. En ese momento empezó lo que se recordará como uno de los finales de partido más penosos de la historia del baloncesto.

El Maccabi protagonizó una serie de tretas encaminadas a terminar empatando el partido: falló los tiros libres, defendió evitando hacer faltas, alargó las posesiones… lo peor de los finales de partido de baloncesto elevado a la enésima potencia.

El destino, sin embargo, se terminó vengando. En una defensa, un jugador del Maccabi cometió una falta absurda y el Darüşşafaka —que tenía suficiente con perder de menos de once puntos para clasificarse— metió solo uno de los dos tiros libres. Tras un par de lamentables jugadas más, el partido terminó 66-70. El Maccabi ganó, pero fue el Darüşşafaka quien se clasificó para el Top-16.

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Os dejamos el vídeo para una mejor comprensión del episodio.

Sin duda, cualquier padre responsable que estuviera viendo este partido se vería obligado a tapar los ojos de su hijo para evitar que repita conductas como esta. El 'fair play' ante todo, ¿no?

Bueno… a veces.

La hemeroteca nos dice que no solo no es la primera vez que un equipo intenta solucionar una eliminatoria con fullerías… sino que además antes se hacía mejor. Un célebre episodio protagonizado por el entrenador alicantino Pedro Ferrándiz lo atestigua.

Viajemos a los cuartos de final de la Copa de Europa de baloncesto 1961-62. El Real Madrid se enfrentaba al Ignis Varese, el campeón italiano. Los blancos sabían que eran superiores; además, jugaban la vuelta en casa —cabe decir que en esa época las eliminatorias eran a dos partidos y pasaba quien consiguiera la mejor diferencia de puntos, como si del fútbol se tratara—. Pasar la eliminatoria era más que probable, pero el pabellón del Varese era una plaza complicada: dos mil gargantas se dejaban la voz por su equipo en cada partido y ponían una tremenda presión sobre el visitante.

A falta de dos segundos para acabar, el partido estaba empatado a 80.

El pabellón (perdón por el tópico) era una olla a presión. La tendencia del árbitro a favorecer al equipo local —tan típica del baloncesto de la época— había dejado a los jugadores Carlos Sevillano y Stan Morrison fuera del partido por cinco faltas; Emiliano Rodríguez, Josep Lluís Cortés y Lolo Sáinz ya llevaban cuatro. Por si eso fuera poco, Wayne Hightower se había lesionado y el Real Madrid solo tenía a siete jugadores para afrontar una posible prórroga.

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El técnico, Pedro Ferrándiz, tenía claro que salir vivos de ese infierno le costaría sudor y lágrimas a sus hombres, así que pidió tiempo muerto. Miró al pívot Lorenzo Alocén y le dijo una frase destinada a pasar a la historia: "Ya sabes qué hacer".

Lorenzo saltó al campo. El Real Madrid debía sacar de fondo y él se preparó para recibir debajo de su propio aro. Pidió el balón, recibió…

…y anotó en su propia canasta.

Sus compañeros se volvieron locos. El público italiano se puso a gritar de alegría; los jugadores del Ignis Varese no sabían qué cara poner. Lorenzo Alocén había anotado una autocanasta. No dio tiempo para más: el Real Madrid perdió por 82-80 contra el Ignis Varese.

Más tarde, los jugadores del equipo blanco y el propio entrenador reconocieron que ya lo habían hablado. Por esto Alocén hizo como si celebrarse la canasta, dando a entender que pensaba que era la del otro equipo, y por eso sus compañeros actuaron como si les hubiese jodido enormemente la derrota. Era mucho mejor salir con un marcador corto en contra e intentar remontar en el Frontón Fiesta Alegre de Madrid que complicarse la vida en Italia con una prórroga imposible. Los jugadores del Varese lo entendieron a los pocos minutos y reclamaron a los árbitros y hasta a la FIBA. Según el reglamento, sin embargo, Alocén no había hecho nada ilegal.

Como estaba previsto, el Real Madrid superó al Ignis Varese por 83-62 en el Frontón Fiesta Alegre. El equipo madridista se clasificó para las semifinales, en las cuales superó al AŠK Olimpija esloveno; finalmente caerían frente al Dinamo Tbilisi en la final de Ginebra.

Hay más ejemplos de equipos que han intentado aplicar la 'táctica Ferrándiz', pero ya no sirve: la FIBA cambió inmediatamente la normativa para sancionar con dureza a quien intentara tretas de este estilo. Hoy, el reglamento no es tan duro; sencillamente, si te metes una canasta en propia de forma voluntaria el árbitro la invalida y da la posesión al equipo contrario.

La canasta de Alocén, pues, pasará a la historia como una treta única. Aunque solo sea por el reglamento, nadie podrá repetir algo así. Es por esto que los burdos intentos del Maccabi parecen propios de un elefante en una chatarrería al lado de la sutil argucia de Ferrándiz: está claro que en el deporte moderno ya no se ven fullerías como antes.

Pau Riera ha colaborado en la redacción de este artículo. Síguele en Twitter: @21pauriera