Historias de la frontera: los dos Laredos
Foto por Andrés Casares Cortina.

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Historias de la Frontera

Historias de la frontera: los dos Laredos

Un recorrido por las comunidades de estas dos ciudades hermanas, divididas por la frontera México-Estados Unidos.

Desde hace unos meses las declaraciones del presidente Donald Trump sobre construir un muro entre México y Estados Unidos han sido apoyadas por algunos sectores de la población estadounidense.

Para conocer de primera mano la viabilidad y la pertinencia de esta propuesta, durante cinco semanas rodamos en bicicleta gran parte de los 2400 kilómetros que dividen México y EU, documentando parte de nuestro viaje y buscando entender la vida en la frontera. Éstas son algunas de las historias de las personas que viven en esta región.

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— José y Andrés de Border Stories Project.

Estuvimos tres días visitando y conociendo gente en los Laredos: Laredo, Texas y Nuevo Laredo, Tamaulipas. Como en las otras ciudades fronterizas, estas ciudades se encuentran en constante intercambio humano, comercial, cultural y educativo, entre otros aspectos. Miguel Conchas, presidente y director general de la Cámara de Comercio de Laredo nos comentó, "más de 12,000 remolques cruzan la frontera todos los días y el 40 por ciento del comercio bilateral anual entre Estados Unidos y México entra por las dos ciudades. Muchas veces las decisiones que se toman en Washington DC no son las que más nos convienen". Por ello, cada año una delegación de empresarios de Laredo viaja a Washington D.C. para sensibilizar a los tomadores de decisiones sobre la importancia de la región. En ocasiones, autoridades gubernamentales de Nuevo Laredo y empresarios mexicanos los acompañan. Miguel comentó que "si la región fronteriza fuera un país, sería la sexta economía más importante del mundo".

Miguel Conchas, presidente y director general de la Cámara de Comercio de Laredo.

Como en otras ciudades, muchos mexicanos cruzan todos los días para ir a estudiar a Estados Unidos. Pablo Arenaz, rector de la Universidad Internacional de Texas AM (TAMIU) en Laredo, mencionó que "el diez por ciento de los 7,500 estudiantes tienen sólo nacionalidad mexicana y la mayoría de ellos viaja todos los días para asistir a clases". Además, la TAMIU, como muchas otras universidades de la región, tiene convenio de intercambio con varias universidades en México como el IPN, la UNAM el Tecnológico de Monterrey y cuenta con un programa de licenciatura conjunto con la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT).

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Desde hace muchos años, Mónica Parra y Héctor Romero Lecanda trabajan en el sector cultural en Nuevo Laredo. Siendo amante del teatro, Mónica es directora de la Estación Palabra Gabriel García Márquez, un espacio cultural dentro de una antigua estación de tren en Nuevo Laredo por donde el escritor entró a México en 1961, proveniente de Estados Unidos. Los dos han estado involucrados en múltiples actividades culturales y en un contexto de violencia han visto como muchos jóvenes, a través de la cultura, pueden encontrar alternativas al crimen organizado. Ambos trabajan con el Consulado de México, en Laredo, para organizar y buscar financiamiento para diferentes actividades culturales en la región. Nos comentaron que el 15 de septiembre es uno de los eventos más importantes en Laredo y una de sus plazas principales se llena de gente para celebrar el Grito de Independencia. Por otra parte, en febrero se celebra el cumpleaños de George Washington en Laredo y también muchos habitantes de Nuevo Laredo acuden a las festividades que se organizan en la vecina ciudad.

La migración en Laredo es parte de su cotidianidad: alrededor de 3 millones y medio de personas entraron por Laredo a pie en 2016. La cooperación entre las autoridades mexicanas y las agencias de inmigración estadounidenses es constante y no siempre colaboran para atender casos "sencillos". La cónsul general de México en Laredo, Carolina Zaragoza Gonzales, lleva décadas trabajando para la región fronteriza de Estados Unidos y México, y recordó lo difícil que fue trabajar en el caso Victoria, Texas, de 2003, cuando un tráiler con migrantes fue encontrado con varias personas muertas. En la tragedia fallecieron 19 personas, incluyendo un niño y su padre que lo abrazaba. Para la cónsul este episodio ha sido el más difícil de su carrera. Durante semanas no pudo dormir por la carga de trabajo administrativa que tenía que hacer pero sobre todo por lo impactante que fue ver a los migrantes en esas condiciones y la tristeza de sus familiares al enterarse de sus muertes.

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Durante nuestra última noche en Laredo nos reunimos con unos algunos familiares y amigos, cenamos hamburguesas al carbón, ensaladas y bebimos bastante tequila y cervezas. Recordaron con cierta melancolía cuando eran estudiantes y visitaban a sus amigos en Nuevo Laredo para ir de fiesta, a cenar a sus casas o simplemente a pasar el rato. Comentaban que en ese tiempo ir a Nuevo Laredo era muy seguro, no pasaba de que te quisieran "chamaquear" por ser gringo. Además regresar a Estados Unidos era muy sencillo. A veces ni había que mostrar la identificación a los agentes de migración; bastaba con decir que eras ciudadano americano.

Cónsul Carolina Zaragoza.

Julio va constantemente a Nuevo León, sobre todo a cenar. Sus amigos ya no lo hacen por temor a la inseguridad y los hijos de sus amigos tampoco van a Nuevo Laredo como ellos lo hacían en su juventud. Todos coincidieron que es una pena que esa interacción no siga como antes. A las 2AM decidimos irnos a dormir sabiendo que iba a ser difícil levantarse a las 5AM para rodar. Unos 10 kilómetros antes de llegar a nuestro siguiente destino, Carrizo Springs, mi llanta explotó y no teníamos repuesto. Afortunadamente, una pickup se paró y nos ofreció llevarnos, así que pasamos la noche allí.

Al día siguiente, después de una rodada no muy pesada (aproximadamente 60 km), llegamos a Eagle Pass y pasamos la noche en un rancho en Ciudad Acuña. Ya en el rancho, cuando el sol comenzaba a ocultarse, salimos al monte a buscar puercos salvajes, liebres y probar puntería con un rifle y una pistola. Por la noche cenamos carne asada, cerveza y whiskey con gente del rancho. Uno de nuestros anfitriones, que conoce muy bien la zona y organiza cacerías, principalmente para cazadores estadounidenses y canadienses, comentó, "afortunadamente el negocio volvió a remontar, hace unos años la cosa estaba fea y nadie quería venir por acá de cacería".

Una vez terminada nuestra cena nos quedamos todavía unas horas escuchando música norteña y de banda porque al día siguiente no íbamos a rodar y podíamos dormir más tiempo. Desgraciadamente, por cuestiones de tiempo y por falta de equipo (tienda de acampar, espacio para agua y comida), no rodamos toda la frontera. Afortunadamente, logramos conseguir quien nos llevara en coche y con aire acondicionado hasta nuestro siguiente destino: Alpine, Texas.

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