Relaciones

El vídeo de Héctor, el gladiador, demuestra lo que es la verdadera amistad masculina heterosexual

'Si te tengo que hacer una paja te la haré. Y eso que quiero a un coño como quiero a mi vida'.
hector el gladiador twitter
Captura de pantalla vía Twitter de Eleazar Manzano

Héctor es un pobre chaval, que como cualquiera de nosotros en algún momento de nuestras vidas está en la mierda. No puede ni pronunciar una sola palabra, está totalmente hundido en la miseria, de hecho apenas se puede mover del estado de shock en el que se encuentra aunque esté totalmente de espaldas.

No sabemos qué le ha podido pasar. Podría haber perdido a alguien cercano o que se va a vivir al sur o muy lejos de los suyos o podría haberle dejado su pareja. Parece que la del desamor sería una de las teorías más infundadas de lo que podría haber ocurrido en este fragmento costumbrista de la vida de estos dos en la que nos hemos infiltrado.

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Pero Héctor no es el verdadero protagonista de la pieza. Lo es la amistad que tiene con Nacho (nombre que no podemos confirmar pero que se ha filtrado en varios hilos de Twitter al respecto) cuya apoyo y amistad incondicional, aunque desternillante, también hace que te mueras de la envidia porque, aceptémoslo: todos queremos un amigo como Nacho.

Nacho está dispuesto a todo por su amigo y le ayudará más que el “contacto cero y apúntate al gym” que recomienda Forocoches. Y aunque haya gente que diga que se trata de un montaje, el compungido gesto de Héctor y lo increíble del monólogo de Nacho nos hace querer creer que no, que joder, la amistad entre tíos hetero es total y absolutamente real.

Y lo es porque Nacho podría haberse limitado a abrazar a Héctor y mostrarle así su compromiso y efecto. Pero no. Nacho le dedica un monólogo que dura más de dos minutos que es una perfecta oda a la amistad masculina y heterosexual, llena de referencias y ofrecimientos extraños.

Empieza fuerte: “el amor me lo puedo dar yo solo”, que es lo que nos hace pensar que Héctor está pasando por un mal momento en cuanto a relaciones sentimentales. Pero, a partir de aquí, empieza una retahíla de frases a medio camino de mensajes de apoyo, frases motivacionales y propósitos de año nuevo: “deja de fumar, yo te entrenaré (…) métete conmigo a muay thai, yo te haré un puto gladiador, te haré la persona que tu tienes que ser Héctor, seremos los putos hermanos, nos meteremos en putos combates y arrasaremos a cualquiera, juntos nadie nos puede ganar”.

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Y esta metralleta de compromisos y logros a los que Nacho está dispuesto por su amigo parece no tener fin. Transcurre el tiempo y de la boca de Nacho sale una frase digna de cualquier bromance que se precie. Nacho se viene arriba y pronuncia aquellas palabras que quizás en un estado de sobriedad emocional jamás hubiese pronunciado: “Si te tengo que hacer una paja te la haré. Y eso que quiero a un coño como quiero a mi vida. No soy gay para nada, pero por ti haría lo que sea, haría lo que sea tío”.

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Y entonces viene para mí un momento tan surrealista como genial que añade al guion un brillo adicional. Nacho, avisa de que se va a quitar la camiseta, aparta a Héctor y le dice: “Tío, estoy hasta la polla tío” y aprovecha que se ha liberado de esta pieza de ropa que le cubría el torso para abrazar aún más a su amigo y así darle su calor.

Es la testosterona en estado puro, el impulso del típico machirulo de gimnasio que le empuja a mostrarse tal y como es, un guerrero, un gladiador, a desnudarse de todo aquello que le sobra para focalizar su esencia.

El momento más tierno, y el que destapa el panorama que estamos viviendo está al final, aunque parece que la escena continúa. Ambos chicos se sinceran. En estos momentos Nacho le confiesa a Héctor que incluso le había dicho a su hermana que pasaría de él, que quería no ir por el mal camino, que no quería volver a fumar y no iba a dejar el gimnasio.

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“Yo sé que tu me quieres, sé que tu me quieres Héctor”, le dice Nacho. “Aunque tu creas que yo no te quiero lo daría todo por ti”, asegura. “Si a mi una piba me dice, no veas a tu amigo le digo, tu no me mires a mí, porque mi amigo va a estar allí toda la vida luchando”.

En un mundo falocentrista se enseña a los catalogados como hombres cis a mantener un carácter sólido, a no mostrar sus sentimientos, a explicar las cosas importantes sin entrar en detalles de cómo se sienten o qué se les pasa por la cabeza. El contacto físico, una palmadita en la espalda o un abrazo a veces ya es suficiente para mostrar cierto efecto.

Sin embargo, este vídeo supera todos los límites de los mitos y los tabúes de la amistad masculina. Capta la esencia de todos los impulsos básicos que florecen en un momento tierno y melodramático. Héctor y Nacho, más allá de ser dos amigos que han sido grabados y colgados en internet en un momento delicado de su vida simbolizan todo lo que está reprimido bajo la superficie de la amistad masculina heteronormativa.

Después de ver este viral necesitamos saber cómo está Héctor y decirle que conserve a este chaval que no para de decir “tío” acompañado de su nombre. Es la perfecta definición de lo que se conoce como una amistad verdadera, aquella que se puede contar con los dedos de una sola mano.

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