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Sexo

El vampiro de La Ciudadela de la CDMX: un trabajador sexual me contó su historia

Charlé con uno de los sexoservidores que trabajan en las inmediaciones del Metro Balderas.

I: El vampiro sale a cazar

Javier* tiene apenas 22 años. Como cada jueves y sábado desde hace varios meses, Javo viene a las inmediaciones del Metro Balderas a ofrecer lo único que tiene en su haber: su cuerpo. No cursó la preparatoria; en casa había temas más urgentes qué atender y apenas habiendo terminado la secundaria, tuvo que sumarse a la fuerza de trabajo para ayudar a sostener a dos hermanos menores.

Aquí en el Parque de la Ciudadela, otros como él hacen lo mismo. Como si se tratara de un buffet de carne, los automovilistas pasan haciendo un circuito entre las calles de Tolsá, Enrico Martínez, Emilio Dondé y Balderas. Los conductores observan la oferta, tiran miradas bragueteras a los muchachos y se mojan los labios. A diferencia de otros lugares donde también se ejerce la prostitución masculina (como la Zona Rosa) aquí no se pide derecho de piso. Al menos no todavía. Al ser un “spot” relativamente nuevo para los servicios sexuales remunerados, la exigencia de un cobro por “esquina” aún no los ha alcanzado.

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De repente, alguno de los automovilistas se frena. Pregunta de a cómo y qué incluye el servicio. El chico da su precio y dependiendo de si logran ponerse de acuerdo, se van a otro lado a consumar la transacción. Hoy Javier no ha agarrado nada. Al ser un día entre semana y estar lejos la quincena, el negocio anda flojo. “¿Quieres platicar?”, le pregunto. Se soba el bulto y me empieza a cantar su precio, pero lo detengo en seco. “No, amigo, en serio quiero platicar”. Así es como le confieso que no vengo en busca de sus servicios, sino de conocer su historia.

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“¿Y yo qué gano?”, me dice, acostumbrado a no dar “paso sin huarache”, como decimos en México. “Pues vamos a un café, que seguro te estás helando. Te invito uno y a cenar”. Lo piensa. “Ahora te digo, deja ver si todavía cae algo”. Me quedo esperando en mi coche y veo a lo lejos cómo otro de sus compañeros, uno más fornido y con aspecto de chacal sí tiene suerte y agarra cliente.

Son casi las dos de la mañana y mi “vampiro de la Ciudadela” se frota las manos como hacen las moscas, en un intento por procurarse calor en esta noche helada. Se pone su capucha y una nube de vapor sale de sus labios agrietados por el frío. Estatua de sal, sigue en su puesto teniendo fe en que se modifique su suerte y aparezca algún príncipe en su corcel que rompa el encantamiento y lo desenraice de la esquina de Tolsá y Enrico Martínez. Y de repente, se mueve. Camina hacia mí, con paso resuelto. “¿Todavía me vas a invitar ese café o ya nel?”

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Y así es como nos vamos al Sanborns Café de Londres y Amberes, donde esta mítica figura de la noche me cuenta su historia.

II: Entrevista con el vampiro

VICE: ¿Cuántos años tienes?
Javier: Tengo 22, pero me han dicho que parezco de menos, ¿o no?

¿Hace cuánto te dedicas a este rollo?
Unos seis o siete meses apenas. No tanto.

¿Cómo empezaste en este trabajo?
Por amigos. Tengo otros cuates que se dedican a lo mismo y me dijeron que en esto se saca buen dinero. Y sí, a veces hay buen jale, pero otras veces, como hoy, me regreso a mi casa en cero.

¿Por qué dedicarse a esto y no alguna otra actividad?
Por los gastos que hay en la casa. En la casa estamos rentando y tengo dos carnales más chiquitos.

¿Y en tu casa saben que te dedicas a esto?
No saben, pero seguro mi mamá ya se las huele, porque me ve que salgo a chambear de noche y regreso de madrugada. Le digo que voy con mis amigos; ella hace como que me cree y yo no le explico más. Nunca me ha preguntado directamente y así estamos más a gusto. Ella no me incomoda y yo le ayudo con lo de mis carnalitos y pues todos contentos, ¿no?

Salir de noche a la calle a agarrar cliente no deja de ser una actividad un tanto riesgosa. ¿Alguna vez has tenido una mala experiencia con algún cliente?
Tienes que aprender a cuidarte. Si veo que viene más de uno en el coche, la neta yo no le entro. Luego vienen entre varios y te dicen que te van a pagar más por el acostón, pero yo prefiero decirles que no, yo así no me subo. Si así, de uno a uno, luego pasa que no te quieren pagar o que se ponen groseros.

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Entonces sí te ha pasado algo, me imagino…
Sí. Una vez un cliente me dijo que sólo quería que le hiciera una mamada en su coche y le dije que sí. Chamba es chamba, como dicen. Era de mis primeras veces, después de que se la mamé y se vino, me sacó una punta [cuchillo] y me dijo que no me iba a pagar y que le hiciera como quisiera. Yo me asusté mucho y ya no le reclamé y el güey me fue a botar por el Metro Tacuyaba.

¿El servicio más o menos en cuánto lo das y qué incluye?
400 o 500 pesos por una hora, es por un “completo” que incluye anal y oral.

¿Y si te piden nada más una mamada, como en el caso que me contaste?
300, o se los puedo dejar en 250. Porque se da mucho que regatean.

¿Por qué trabajas en La Ciudadela y no ofreces tus servicios por redes de ligue, como Grindr o Hornet?
No me gusta. Además de que nunca me han gustado esas aplicaciones siento que es más riesgo. Ahí cualquiera puede sacar un perfil falso y no sabes y ni con quién estás quedando. En la calle como sea les ves la cara.

¿Pero no es también riesgoso que te vayan a agarrar los polis, por ejemplo?
No te pueden hacer nada. Les dices que estás parado y ya. Si no traes drogas, a menos que estés mamando o ya de plano cogiendo en la calle, no te pueden decir nada. Eso me lo comentó un amigo, uno de los que me inició.

¿Pagas derecho de piso?
Nel, yo no le doy lana a nadie ni nadie ha venido a pedirme todavía. No me padrotean.

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¿Te buscan activos o pasivos?
De los dos, pero me buscan más para que sea pasivo. Por eso me ayuda verme más chiquito, porque los que me contratan son los mayores.

¿Más o menos de qué edad te contratan?
Pues son como de 30 para arriba, de 40 más o menos. Una vez me tocó un señor de por ahí unos 70 años, pero fue un caso especial. Casi nada más platicamos porque ni se le paraba al don.

¿Te piden alguna fantasía?
Los señores me dicen que les diga papi, que los trate como si yo fuera su hijo. La primera vez eso me sacó mucho de onda, porque algunos me imagino que hasta han de ser casados. Y no está chido que tengan esa clase de pensamientos si tienen a sus propios hijos en su casa, sí te saca de pedo pensar en eso. Pero de tanto que lo piden ya se me hace normal. Luego pienso: mejor que lo hagan conmigo a que alguno de ellos vaya y le haga algo a sus hijos de a de veras.

¿Tienes sexo con o sin condón?
Con condón. Cuando me dicen que sin condón les digo que eso les cuesta dos mil pesos. Y nada más lo he hecho dos veces, pero luego lo pensé y ya mejor les digo que a pelo, nel. Como quien dice, sin globito no hay fiesta.

¿Usas alguna droga cuando coges?
A veces fumo mota, poquita. Pero a otras cosas más fuertes no le entro. A uno de mis amigos una vez le dieron una chingadera y lo encontraron en el cuarto de hotel hasta el otro día. Lo chido es que no le hicieron nada más culero, pero no le pagaron y lo pasaron a dejar ahí, todo dormido. Más que nada por seguridad yo no le entro.

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¿Cómo a cuántos clientes llegas a atender en una noche?
Hasta a tres y esas noches sí me voy rayado. Pero casi siempre es de uno por noche nada más.

¿Y cómo le haces cuando te toca más te uno?
Trato de no venirme, pero tampoco soy de palo. Hay veces que sí me caliento mucho y también me vengo, lo malo es que esas veces me entra el sueño y ya me dan ganas de regresarme a mi casa. Lo chido es que el trole (autobús eléctrico) pasa las 24 horas y yo vivo cerquita de una estación.

Supongo que como todos, hay días que no tienes ánimos de coger. ¿Cómo le haces para venir a trabajar esos días en que no estás de humor?
Pues me mentalizo y pienso que es una chamba como cualquier otra. Uno no siempre tiene ganas de ir al jale, pero de todos modos va. Es lo mismo. El varo es el varo.

¿Recurres a alguna sustancia para que se te pare?
Pues la famosa pastillita azul, un cuate de acá luego nos las trae a buen precio, porque son caras. Las que él nos vende son genéricas. Pero si el cliente te pide que seas activo, ni modo de no recibirlo “bien firmes”.

¿Cuánto dura tu jornada de chamba?
Llego como a las 10 de la noche y me voy por ahí de las 3, si son días muy muy chidos, hasta las 5.

Volviendo al tema de la seguridad, ¿tienes algún cuate que trabaje ahí al que le digas que te eche un ojo? ¿Se protegen entre ustedes?
¡Ah, pues obvio! Ahorita somos unos siete chavos los que ya nos conocemos y que estamos pilas entre nosotros para cuidarnos y echarnos la mano. Por ejemplo, si algún cliente se pone pesado, uno nada más chifla y los demás nos acercamos. Sí nos apoyamos en ese aspecto.

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¿Qué les dirías a los que piensan que el sexoservicio es algo malo?
Pues que no lo vean así, es como cualquier otro trabajo. Estás prestando un servicio y a cambio te dan dinero. Si hay quienes nos dedicamos a esto, es porque hay alguien que paga. Además como en todo: hay veces que lo puedes hacer por ti mismo, pero pues en ocasiones especiales puedes pagarle a un profesional.

Javier se termina sus molletes y luego de hablar de algunas nimiedades, nos despedimos.

III: Epílogo

Después de que el vampiro se va, yo me quedo un rato en la mesa cavilando acerca de lo último que me dijo durante la entrevista. ¿En realidad sí hacemos demasiado escándalo por un trabajo que debiese estar normalizado, legislado y que ofreciese condiciones de seguridad tanto a quien lo solicita como a quien lo ofrece? Y de pronto, en una súbita epifanía, llegan a mi mente las palabras de Samantha Jones de Sex & The City: “El dinero es poder. El sexo es poder. Por lo tanto, obtener dinero por sexo es simplemente un intercambio de poderes”.

@PaveloRockstar