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Hillary Clinton critica los nexos de Trump con Fedor Emelianenko

¿Serán sus lazos con Fedor Emelianenko lo que finalmente arruine la campaña de Donald Trump?
Photo by Vladimir Rodionov/EPA

A medida que la sacudida y los jadeos de la campaña presidencial de 2016 están llegando a un final desesperado, el equipo de Hillary Clinton, en busca de darle una vuelta a las cosas, ha lanzado un vídeo de seis minutos titulado "Russia First" en el que detalla los vínculos cuestionables de Donald Trump con la Federación Rusa y su audaz líder, Vladimir Putin. Esos vínculos van desde la política, en el papel de Rusia en los recientes hackeos a las cuentas de correo electrónico del Comité Nacional Demócrata y colaboradores de la campaña de Clinton, y sus esfuerzos en apoyo a Trump; a los recursos financieros, incluidos los intentos del magnate por vender Trump Vodka en Rusia; y lo ideológico, señalando que Trump y otros movimientos políticos aprobados por Putin comparten similares filosofías xenófobas nacionalistas.

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Sin embargo, en medio de la montaña de la evidencia condenadora, es una breve mención de la relación de Trump con el hombre llamado en la campaña de Clinton como "el peledaor de artes marciales mixtas favorito de Putin" –ese hombre, por supuesto, siendo Fedor Emelianenko, la leyenda rusa de las MMA que, sin importar el alcance de sus sueños y deseos de crecer en Stary Oskol, seguramente nunca imaginó que un día iba a figurar en una elección presidencial norteamericana. Un hombre profundamente religioso, Emelianenko debería preguntarse de la grandeza, el misterio y el terror.

The more important question: how much is Russia invested in Trump? — The Briefing (@TheBriefing2016)October 16, 2016

La relación entre Trump y Emelianenko se hace referencia en el vídeo desarrollado durante la carrera mal actuada de la Affliction Entertainment, una liga de MMA que por un breve momento a finales de los 2000 hizo una jugada para desbancar a UFC como la organización más grande en el mundo de las artes marciales mixtas. Para lograrlo, Affliction pagó una suma sin precedentes a algunos de los nombres más reconocidos en el deporte, incluyendo a Vítor Belfort, Andrei Arlovski y Tim Sylvia. Pero la estrella indiscutible del show era Emelianenko, el campeón invicto de peso completo aparentemente invencible de la legendaria organización PRIDE. Sin embargo, la indiscutible estrella de la organización fuera del área de pelea, era Donald Trump, que poseía una participación significativa en Affliction y que usó su don para la promoción (propia y a los demás) para vender sus dos primeros eventos. Esos eventos terminaron costando millones y no fueron el éxito que se esperaba, aunque en ese entonces claramente a Trump no le importaba Clinton. Para Trump, la publicidad siempre ha sido lo más importante, y para Clinton no hay nada que de mayor ayuda electoral que aquello que vincule a su oponente al papel autocrático de uno de los adversarios más polémicos de los Estados Unidos.

Dejando tácticas políticas a un lado, mediante la inclusión de Fedor Emelianenko en su lista de lazos sospechosos de Trump con los rusos, la campaña de Clinton también enturbia aún más el agua en un paisaje geopolítico y deportivo, que ya de por si es cada vez más confuso. Son días extraños para las relaciones ruso-estadounidenses: días de lealtades desgastadas. Las cosas solían ser más claras y establecidas con más firmeza. Antes el MMA ruso amaba a Fedor Emelianenko, por ejemplo, pero después de que el peleador se pronunciara contra las peleas de niños organizadas por el checheno Ramzan Kadyrov (hombre aliado de Putin) hace dos semanas, muchos peleadores en Chechenia y Rusia le han dado la espalda a su antiguo héroe. Se podía contar con que Putin siempre apoyaba a Fedor, pero a pesar de las críticas de los burócratas de Putin, el propio presidente ha mantenido un evidente silencio sobre las peleas de niños de Kadyrov y el método que Emelianenko utilizó para protestar. O quién sabe, tal vez Putin se va volver contra el líder checheno como castigo. En este momento, nadie mantiene su promesa.

Hubo un tiempo en que los gobiernos extranjeros no se inmiscuían en las elecciones presidenciales estadounidenses. Un tiempo donde los candidatos no alentaban a los gobiernos para hacerlo. Un tiempo en que el año electoral se detuvo al borde de la disputa geopolítica. Un tiempo en que los aspirantes presidenciales de los Estados Unidos no le aplaudían a dictadores extranjeros. Un tiempo en el que confiabas en que a los republicanos no les gustaban los rusos. Pero los votantes del partido republicano de Trump no sólo toleran oligarquías rusas, sino que les aplauden. En una reciente encuesta, el 49 por ciento de los partidarios de Trump dijo que ve a Rusia como una aliada o una nación amiga, esto a pesar de las recientes afirmaciones de los líderes de seguridad nacional que aseguran que las relaciones entre los Estados Unidos y Rusia son tan malas como lo han sido en los últimos 40 años. Todo está al revés.

Y usemos a Hilary Clinton y a mí como referencia. Solía apoyar su candidatura sin reservas. Doné dinero e invertí una cantidad razonable de buena voluntad y energía psíquica. Lloré de alegría tras el primer debate y de dolor después de su metida de pata al decir varias locuras. Me deleitaba en cada nueva encuesta y contuve la respiración con cada descarga de Wikileaks. He estado con ella en todo el camino. Pero todo esto podría cambiar ahora que ella y su campaña ha dirigido su máquina de ataque al pobre Fedor Emelianenko, el primer peleador de artes marciales mixtas que he amado, para muchos el mejor de todos los tiempos, un hombre que trajo simple gracia y decencia a un deporte brutal: un hombre que, al igual que Alicia Machado, Billy Bush y antes que él, Joe el fontanero, ha sido arrastrado al gran caldero humeante de la política electoral estadounidense, un caldero del que hasta las almas más dulces no escapan ilesas. Si Fedor se vuelve más cínico después de esta semana, nunca perdonaré a Clinton. Acabo de descubrir por fin algo que puede descalificar a un ser humano que busca la presidencia de los Estados Unidos en 2016.