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la h retumba

La ‘H’ ruidosa del futbol mexicano

Hirving Lozano transforma sueños en realidades, tan fantásticos como peligrosos.
Foto: Mexsport

El escenario es el ideal, el momento es perfecto, no hay mejor rival que el que está enfrente. Un instante que vives soñando y que con "vas a entrar" te regresa a la realidad.

Cuando naces rodeado de balones de futbol y tienes el anhelo de convertirte en jugador profesional, hay un sueño recurrente que te invade. Cuando eres pequeño, te imaginas ingresando de cambio en un partido importante con un estadio a reventar y anotando el gol del triunfo.

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Con el paso de los años le añades otros instantes. Quizá siendo el reemplazo de tu ídolo, tal vez portando la playera de tu equipo favorito o con el jersey de la selección nacional y finalmente, piensas en cómo celebrarías esa anotación que le dé los tres puntos a tu equipo: probablemente corriendo a festejar con el técnico que te dio esa oportunidad, gritar con tus compañeros o correr al banderín de córner donde sabes que está sentada tu familia. Ahí, con el dedo, les vas a agradecer todos los esfuerzos que han hecho por ti y lo que han peleado en silencio junto a ti por verte conseguir ese logro.

Hay quienes nos quedamos con un sueño incumplido, y hay otros afortunados que lo llevan a cabo. No hay nada mejor en la vida que lograr una meta que deseas con el alma desde que eres pequeño.

Era el minuto 83 del encuentro entre América y Pachuca. Los Tuzos venían de perder en casa por la mínima frente al Atlas por lo que el cero que estaba reflejado hasta ese instante en el marcador servía de poco y nada para el equipo que en ese entonces dirigía Enrique Meza.

Foto: Mexsport

En la banca de los Tuzos habían dos jugadores campeones Sub17 de 2005 como Enrique Esqueda y Edgar Andrade, el colombiano Efraín Cortés y el experimentado ecuatoriano Walter Ayoví, así como el recién llegado Diego de Buen que había pasado del Puebla a las filas del Pachuca. Y entre esos nombres, había uno en particular al que nadie conocía, un tal Hirving Lozano.

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Luego que el 'Ojitos' le había dado entrada tanto a Esqueda como a Andrade, había que agotar en el último cambio, la posibilidad de meter a alguien que reventara esa barrera del osco y aburrido cero que colgaba de las gigantes pantallas que un coloso de mil batallas como el Estadio Azteca tiene.

Enrique Meza le dio entrada a ese nombre que en un inicio nos haría pensar que es un grave fallo de ortografía. La 'H' es muda, diría un pésimo chiste sobre la octava letra del abecedario, aunque en esta ocasión, sería la encargada de darle ruido y sentido a un partido de futbol.

Meza sacó a Jürgen Damm y metió a Hirving Lozano. El resto, es una de las mejores historias que el futbol reciente nos ha regalado. Al llamado 'Chucky' le bastaron cinco minutos para cambiar la historia del partido y tener ese debut del que hablábamos al principio de este texto. Tomó la pelota por la derecha, enfiló hacia el centro, se quitó la marca de jugadores rivales y marcó el gol del gane, el único del partido, ante un portero que constantemente es llamado a selección nacional como Moisés Muñoz.

Lozano tuvo el debut que tú y que yo soñamos. Yo tuve ese deseo. A veces, cuando escribo textos como éste, todavía creo que tengo 18 años y mi entrenador de juveniles me llama para pedirme que intensifique mi calentamiento porque voy a entrar al campo. Me veo con mi playera, brincando en el límite de la cancha, entregando mi papel de cambio y señalando al cielo para que el de arriba me dé suerte.

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No sé si el Pachuca es el equipo con el que Hirving comulgaba desde niño, pero si es el club que le dio su primera oportunidad. Debutó ante el América, en el Estadio Azteca y marcó el gol del triunfo. Pensamos que Lozano pensó muchas veces cómo festejaría ese gol pero en esa ocasión, solo atinó a correr hasta su banca.

A partir de ese instante, todo ha sido un cúmulo de emociones y crecimiento. Un velocísimo crecimiento que lo tiene como una perla azteca de exportación.

Ese mismo debut lo trasladó a la selección nacional donde el pasado viernes anotó uno de los tres goles con los que el Tri derrotó a Canadá. Lo hizo vistiendo por vez primera la casaca de México, como titular y junto a dos de los jugadores que el tiempo pondrá entre los tres mejores futbolistas de la historia de nuestro país.

Atino a decir nuevamente, ¡qué envidia!

Su futbol es una delicia, pero ojo, halagos como el que se dan en esta nota, son peligrosos. Es tan fácil tener un debut inmenso como sencillo perderlo todo en unos minutos.

Luego de su actuación ante Canadá, el nombre de Hirving Lozano ya empieza a navegar en la cansada ruleta de los rumores y los rumorólogos de profesión. Esa 'H' silenciosa es ahora el ruido del 'tecleo' de las computadoras y de la tinta escurrida en los papeles de periódico. Ese 'boom' mediático que tanto utilizamos en México para ganar clics es similar al peligro de un joven que debuta y que nunca más vuelve a aparecer en un campo, es tan grave como la acción que pudo cambiar todo si Enrique Meza metía a Walter Ayoví en lugar de Lozano en ese tercer cambio de los Tuzos.

El 'Chucky' es una realidad gustosa, porque verdaderamente nos hace esperanzarnos que aún hay jóvenes que con su breve experiencia nos hace entender que los sueños pueden cumplirse, pero solo en su cabeza debe entender que también es un pequeño detalle de la moda que tanto nos gusta. Que jugadores que ayer fueron el 'Hirving Lozano' de los medios, hoy están en el olvido.

Solo el tiempo nos dejará ver en qué acaba esta historia de cuento. Desde esta trinchera y entre este mar de tecleos, ojalá haya más Hirvings que nos recuerden nuestros más profundos anhelos, que esa 'H' siga sonando y nunca se haga muda.