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La mujer que hizo un trío en público ahora baila en téibols

Platicamos con Alexis Frulling, la chica que hizo un trío en público que se volvió viral, sobre su vida después del video y las consecuencias que este ha tenido en ella.

Alexis Frulling. Captura de pantalla vía YouTube.

Alexis Frulling está en el escenario central en Peelerz, un téibol que se ubica en el parque industrial de Nisku, Alberta, al sur de Edmonton. Un presentador se sube al escenario y le pregunta al público si la quiere ver desnuda.

El presentador se voltea y le pregunta a Frulling si disfrutó su estampida.

"Sí", respondió haciendo alarde. "Salvé un caballo y monté a dos vaqueros".

La multitud la aclama y ella se prepara para su primer baile justo cuando empieza a sonar Big & Rich, una canción country.

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Más tarde, cuando me reuní con Frulling en el lobby del hotel que está conectado al téibol, no me pareció la misma chica animada y orgullosa que acababa de ver en el escenario. Venía vestida con jeans y una camisa de franela sin mangas. Se veía agobiada y cansada.

Hace un mes, Frulling era una joven que tenía una vida normal en Calgary. Todo cambió de forma repentina cuando iba a un concierto de Wiz Khalifa y, tanto a ella como a los dos amigos con los que viajaba, les dieron ganas y decidieron que querían hacer un trío. Escogieron una zona en medio de dos edificios que creyeron que era discreta y tuvieron su trío. Probablemente no fue la mejor decisión del mundo, y me refiero a la ubicación, no al sexo.

En resumen, alguien los descubrió, los grabó y los subió a internet, una acción que al parecer es ilegal en Canadá. El video no es muy explícito pero sí se alcanza a ver lo que está pasando. Por lo visto, el video tocó fibras sensibles en internet. La gente empezó a compartirlo con tags como "no pierdas el estilo Calgary" o "salva un caballo, monta dos vaqueros", la frase que Frulling utilizó en el escenario. Al principio parecía que era solo otro meme más de internet —un acto anónimo que resuena en la red—, hasta que alguien etiquetó a Frulling y publicó una foto de ella ese mismo día con uno de sus amigos. En ese momento, la vida como Frulling la conocía cambió por completo.

El internet se volvió loco. Miles de personas de los lugares más recónditos de internet se desquitaron con la joven de Calgary, la llamaron puta, zorra y dijeron que era un desperdicio de vida. La doble moral de la sociedad se hizo evidente cuando a los dos hombres en el video se les recibió como héroes y se les felicitó mientras que a Frulling se le tachó de zorra. Fue una reacción asquerosa, misógina, cobarde y totalmente predecible.

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Hace poco, el periodista británico Jon Ronson publicó un libro que habla sobre la ira en Twitter, la humillación pública y las consecuencias que tiene. Buscó e interrogó a personas que vivieron una experiencia similar a la de Frulling. "La mayoría de las personas que conocí estaban desempleadas porque las despidieron por sus ofensas. Se veían confundidas y traumatizadas", escribió. Muchos no se dan cuenta del daño que pueden causar a otras personas cuando escriben "zorra" desde la comodidad de su computadora.

"Te dan ganas de huir y alejarte del mundo", dijo Frulling. "Pero ya en serio… no puedes dejar que te digan qué hacer. No te conocen".

Peelerz. Foto vía Facebook.

Por eso, Frulling decidió enfrentarse a sus verdugos anónimos, aunque acepta que "los primeros tres días parecían como un sueño". Publicó un video en YouTube para responder al bombardeo de las redes sociales la noche en que se hizo viral e hizo un llamado a todos sus "haters". Aceptó lo que paso, trató de absorber el daño y salió viva.

Nunca se imaginó que terminaría bailando en un téibol. Pero por el momento su nombre es uno de los más googleados en Canadá. No tiene trabajo y la atención por el video le causó un daño considerable, si no es que arruinó por completo las posibilidades de trabajo en su ciudad natal.

"No encuentro trabajo en Calgary por toda la mierda que acaba de pasar", dijo.

Una mujer que acaba de independizarse y que tiene que pagar las cuentas no puede darse el lujo de no tener una fuente de ingresos. Pocos días después de volverse famosa, su teléfono empezó a sonar y nunca se detuvo. Casi siempre eran personas que le ofrecían dinero por ir a "entretener" en clubs. Al principió dijo que no pero cedió tras varios días de insistencia. Recibía tantas llamadas que tuvo que contratar a un representante. Ya había trabajado en téibols como mesera pero nunca se imaginó que estaría en el escenario.

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"¿Qué podía hacer? Necesitaba el trabajo", me dijo mientras la música country retumbaba a través de la puertas. "Tuve que hacerlo, de cierta forma. Podía no hacerlo y seguir viviendo sin hacer nada. Al menos estoy haciendo algo. La gente insulta a las estrípers pero no les da trabajo en el día. Al final, cada quien su trabajo".

"No quiero terminar como…", se detiene. "Ya sé cómo es trabajar en téibols. Algunas estrípers tienen clase pero otras son todo lo contrario".

Y henos aquí, en un téibol conocido que se ubica en un parque industrial cerca del Aeropuerto Internacional Edmonton. En este lugar se grabó la película Fubar 2. De hecho, el dueño de lugar está tan orgulloso que cambió el nombre original de su negocio al nombre que usaron en la película. Pasó de llamarse "Airways" a llamarse "Peelerz".

Ahora Frulling está en el escenario topless. El escenario está rodeado por una multitud de hombres que la aclaman y están dispuestos a pagar por una foto. Como sabe bailar, no se ve extraña en el escenario, su baile luce natural. Dijo que va a tratar de no tener una rutina y que todo sea improvisación.

Se dejó las pantis durante todo el espectáculo hasta el último baile. Pero este baile es diferente. Todos empiezan a golpear el piso al mismo tiempo, como si estuvieran conectados —muy similar a las masas en internet que la orillaron a esto—, y crean un sonido estridente. Resuena en todo el bar, tanto que hasta se mueven los letreros que están colgados en la pared. Casi opaca a la música que está a todo volumen. Frulling da unos pasos y se desnuda por completo.

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"Parece que tenemos una fiesta sin pantis", anuncia el presentador.

Después del show, como no hay posters de Frulling para vender, ponen una cubeta en medio del escenario para jugar "el último dólar en la cubeta". Los comensales lanzan dólares a la cubeta y, como bien dice el nombre, la persona que lance el último dólar se lleva a casa las pantis de Frulling.

Llueven dólares durante casi dos minutos en este bar de 200 personas en Niksu. Seguro Frulling ganó cientos. Cuando el presentador empieza a contar los últimos segundos, un hombre llamado Mattie, vestido con una playera negra ajustada y un sombrero de vaquero que le queda chico, saca varios rollitos de billetes que valían 25 dólares cada uno y empieza lanzarlos. Sabe que va a ganar y empieza a temblar.

"¡Me encantan las estrípers!", grita Mattie mientras golpea en la barra.

Y sí, Mattie se llevó a casa las pantis.

"Hoy es su primera vez en un escenario. Todos vamos a ser caballerosos, ¿verdad?", dijo el presentador.

Frulling está sola aquí en Edmonton. Se hizo amiga de varias bailarinas pero va a estar sola en su gira por los téibols de Alberta. Hará parada en Lloydminster, Red Deer, Grande Prairie, Fort McMurray y Medicine Hat. La persona que se encargó de agendar todas las presentaciones la acompañó a Peelerz para mostrarle apoyo pero no podría acompañar a Frulling en el viaje. Durante nuestra conversación, le pregunté si era difícil estar tanto tiempo lejos de su familia y se puso triste.

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"No estoy viviendo con mi familia por el momento. Digamos que me salí de mi casa para darles un poco de espacio".

Le pregunté si fue por lo que pasó en el festival Stampede.

"Sí y no. Me está dando la oportunidad de crecer", dijo. "Creo que salirme de casa y empezar de cero es un paso importante".

Mientras hablamos, unos jóvenes salen del bar para fumarse un cigarro.

"¿Tienes alguna otra pregunta? Estoy harta de las entrevistas".

Sigue a Mack Lamoureux en Twitter.