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La Guía VICE para las elecciones 2015

LGVPLE: El muñeco sin cabeza

El odio comienza a permear a los estudiantes que se manifiestan públicamente.

México, mayo de 2012. “¡Cobarde!”, “¡Asesino!”, “¡Fuera!”, “¡La Ibero no te quiere!” Frente al discurso de odio, el partido que gobernó por más de 70 años a México pide TOLERANCIA. Tras el incidente en la Universidad Iberoamericana en donde el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, fue abucheado y perseguido por mantas y máscaras hasta acorralarlo a una salida poco digna, el Partido Revolucionario Institucional y algunos –no pocos– medios alineados a su candidatura, acusaron a los estudiantes de esa universidad de haber incitado a la violencia motivados por “candidatos de otros partidos”, sugiriendo también la infiltración de estudiantes ajenos a esta universidad. Un montaje y la rápida reacción del equipo del candidato presidencial pronto demostrarían lo contrario. La víctima lejos estaba de serlo y pronto mostraría que sigue siendo el victimario escondido en las prácticas del régimen que dice haber superado.

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“El grito cabe en la democracia como cabe el aplauso”, dice en su blog, el periodista Jesús Silva Herzog, y agrega que “el diálogo democrático no es una conversación con té y galletitas”. Se habían perdido las buenas maneras, se terminaba por fin la rigidez con la que los formatos permitían interactuar con los candidatos. Muchos atribuyen ahora a la madriza verbal que le acomodaron al candidato del PRI al haber podido destrabar la inercia de la campaña: aburrida sin remedio y con una complacencia de los jóvenes mexicanos hacia las instituciones y al status quo. Poco del incidente se transmitió en los medios tradicionales, muchos de ellos bajo sospecha de cuidar en exceso, su imagen pulida y construida con años de anticipación y millones en inversión. Se comprueba que el candidato no es inevitable.

Con la quijada trabada, las primeras reacciones de las autoridades de la Universidad Iberoamericanas son de institucionalidad. Se había invitado al candidato del PRI a un foro que había sido previamente ocupado por simpatizantes del mismo, previendo así neutralizar las demostraciones en su contra, las cuales ya habían sido anunciadas en eventos de Facebook. El candidato es acorralado en los baños y por un momento se pierde la sonrisa que ha tapizado al país hasta es hastío. El Estado Mayor Presidencial planea la ruta de salida, al final el gesto victorioso con el puño levantado y el pulgar en signo de aprobación: Me gusta.

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Ante la debacle, la negación. No mencionarlo, si acaso poner al coordinador de campaña a recibir los madrazos mediáticos y no poner a ese nivel al candidato. En la televisión un esbozo sencillo, una imagen editada, una pancarta de apoyo al PRD permanece estática en la pantalla más tiempo que lo que cualquier otra pancarta en el auditorio. La declaración que preocupa es un recuerdo de las glorias del absolutismo priísta. El candidato se asume como único responsable de los hechos de Atenco, en el Estado de México, de las mujeres violadas y los jóvenes asesinados en el operativo policiaco los días 3 y 4 de mayo de 2006. “Se aplicará la fuerza pública para recuperar el estado de derecho en México”. Un escalofrío recorre la nación, el fantasma de represión no se quedó en la guerra sucia de los años setenta, es real.

“Que se investigue a los estudiantes”, pide el presidente del Partido Revolucionario Institucional, el mismo que en 1968 justificaba una matanza de estudiantes en Tlatelolco por haber sido corrompidos por intereses extranjeros. Al día siguiente la totalidad de los periódicos del la Organización Editorial Mexicana, propiedad del conglomerado mediático propiedad de la familia Vázquez Raña llevan la misma consigna, el mismo editorial, el mismo encabezado: “Triunfa Enrique Peña Nieto en la Ibero pese al intento orquestado de boicot”. El candidato y el aparto se resisten a la idea de que, lo que han visto miles en sus celulares y tabletas, escape al control de la edición de la historia. Un maquillaje que ya no cubre las cuarteaduras necesita apoyarse también en los medios que lo han descubierto.

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El video oficial de lo ocurrido no es retirado por lo que muestra, si no por lo que oculta. Los copetes de plástico que asemejan mojones en la cabeza y los mirrreyes acarreados en primera fila son perfectos para la fotografía pero es demasiado tarde. Hay que aceptar públicamente los hechos. La frustración es enorme, el odio comienza a permear a los estudiantes que públicamente se han manifestado y comienzan las amenazas personales, la persecución y el acoso. Algunos por seguridad abandonan sus cuentas en redes sociales. La tolerancia al debate de las ideas se vuelve ese mismo discurso de odio del cual se habían declarado víctimas.

Son 131 alumnos de la Ibero que rompen con la conformidad a pesar del estereotipo mimado que rodea a la universidad privada. Claro, los porros tenemos que vernos jodidos para tener derecho a protestar. De repente la cargada mediática parece no ser invencible, el video se vuelve trend topic mundial gracias a actores famosos con conciencia social. La bestia sin embargo, deja ver sus rayas con la primera estocada.

@RomanCotera