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Politică

La oposición en Colombia debe mejorar

OPINIÓN | La labor de la oposición puede estar mejor enfocada, sobre todo, porque tiene los hechos de su lado.
Captura de pantalla vía YouTube.

Artículo publicado por VICE Colombia.


La semana pasada, el senador Jorge Enrique Robledo se destacó haciendo lo que mejor sabe hacer: un discurso demoledor y articulado de oposición contra el gobierno de turno. El debate que se llevó a cabo el 18 de septiembre pasado puso contra las cuerdas al ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, y mostró que la oposición en el Congreso es fuerte, que tiene los hechos de su lado y que es posible, una vez más, demostrar la calaña del uribismo y del actual gobierno de Iván Duque: el que instaló al ocho mil veces millonario Carrasquilla en el mismo cargo que ejerció entre 2003 y 2007, cuando el presidente era Álvaro Uribe. Ya sabemos qué fue lo que hizo Carrasquilla.

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Entonces, hablemos más bien de quienes le hicieron oposición.

Muchos en su momento sentimos frustración e ira en contra de Robledo por haber promovido el voto en blanco en las pasadas elecciones presidenciales, pero sobre todo por haber puesto en un cajón su gran legitimidad, los miles de votos que representa y la oportunidad más realista de jugársela para que la izquierda tuviera por fin un presidente. No estoy diciendo que su apoyo hubiera asegurado la victoria, pero sin duda esta alianza habría sido consecuente y valiosa.

Hay que pasar la página, dejar de sentir rabia contra Robledo, dejar el berrinche, dejar de irnos en contra de él y de su amigo Fajardo. Así como Claudia López se alió con Petro en segunda vuelta a pesar de sus diferencias, podemos unirnos nosotros en la oposición en contra del gobierno de Duque y sus titiriteros. Ya son varias las propuestas de estos bárbaros neoliberales, que privatizarían hasta el aire si lo permitiéramos, y que nos dejarían enclaustrados en el feudalismo y la guerra si no les quitamos poder y legitimidad.

Entre otras cosas, está la reforma tributaria, que busca gravar la canasta familiar con el IVA e impone, además, una mayor carga a las clases medias mientras se la reduce a los ricos. O por mencionar otros dos casos: por un lado, el retorno a la fumigación con glifosato, que afecta directamente la salud de los campesinos y la sostenibilidad ambiental, y, por el otro, el control de la policía a la dosis mínima (que no es más que la penalización del uso de drogas recreativas por la vía administrativa), que vulnera nuestras libertades más esenciales.

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Todas estas intenciones políticas, que vienen de ideas retrógradas y de visiones conservadoras alineadas con la visión que Washington tiene de Colombia (por eso mandaron a Pachito Santos de embajador), y que han sido revaluadas desde hace décadas, se pueden combatir en el marco de la verdad, de los argumentos y aprovechando la configuración actual del congreso, con representantes de oposición de la talla de María José Pizarro, Iván Cepeda, Ángela María Robledo, Navas Talero, etc.

Según un artículo de la revista Semana publicado este sábado, de los tres argumentos que utilizó Robledo para atacar al ministro Carrasquilla, uno es cierto, uno es falso y el otro no se puede verificar. La oposición, que tiene menos legitimidad que el establecimiento, no puede caer en la misma retórica que ha venido usando el uribismo desde que se convirtió en el mayor opositor del gobierno Santos. No se puede permitir caer en las maniobras sin ética utilizadas en esta era de posverdad, acomodando los hechos o planteando argumentos medio ciertos, que contienen falacias o que están cargados de mucha ideología. La verdad es suficiente y en el caso Carrasquilla está del lado de la oposición.

La muestra es que el debate logró que Fajardo se bajara por un momento del buque oceanográfico donde pasa sus días más tibios, cogiera su celular, escribiera en su Facebook y pidiera la renuncia del ministro. Incluso, en el debate, Robledo contó hasta con la participación de Rodrigo Lara, ese delfín que se está desmarcando de Cambio Radical en temas cruciales como la lucha contra la corrupción. Así es: los aliados pueden llegar, entre otras cosas, mostrando los hechos a la opinión pública. Se necesita menos retórica y evitar caer en el déspota juego que plantea la derecha: los hechos son discutibles y la manipulación es parte esencial del debate público.

Además, la única idea original del Gobierno de Duque es la economía naranja. Es decir, la oposición no es contra el títere, sino contra sus titiriteros: el sector financiero y la reforma pensional privatizadora que tienen bajo la manga; Carrasquilla y algunos gremios empresariales con la reforma tributaria; o los poderosos opositores en los procesos de restitución que quieren reformar a la Ley de Víctimas y de Restitución de Tierras.

Entonces, el llamado a que la oposición no entre en la dinámica sucia de la posverdad, los hechos están de su lado más allá de cualquier ideología. Así, se ganará legitimidad y se podrá mover la opinión pública a su favor, la presión social será más fuerte y, tal vez, podremos disminuir la cantidad de retrocesos sociales propuestos por el actual gobierno.