Sigue a VICE Sports en Facebook para descubrir qué hay más allá del juego:Por desgracia, los insultos y las faltas de respeto en los campos de fútbol son más que comunes. Es una lacra que el 'bel gioco' aún tiene que quitarse de encima.Afortunadamente, en general los profesionales (sean futbolistas o árbitros) sencillamente pasan de estos rollos y van a su bola. De hecho, aguantar estoicamente los gritos de los fans se suele considerar una muestra de madurez; jugar con ellos, trolearles aprovechando su odio, directamente es maquiavélico y define a los jugadores de un plano superior a nivel mental.Sin embargo, no todo el mundo está preparado para recibir abusos verbales sin inmutarse. En Túnez vimos un ejemplo la pasada semana; en un partido entre el Club Athlétique Bizertin y el Avenir Sportif de la Marsa, el árbitro Yassine Yarrouche sufrió tantas burlas y groserías que no pudo aguantarlo más y terminó rompiendo en llanto.
Desconocemos el porqué de la sensibilidad del colegiado: quizás se le dirigió algún improperio verdaderamente cruel desde la grada. Honra a los jugadores, no obstante, que tuvieran el detalle de detener el encuentro y acercarse al árbitro para consolarle. Una imagen para la historia que debería hacernos reflexionar sobre el comportamiento de nosotros los aficionados: silbar al colegiado para presionarle es una cosa, insultarle de modo cruel es muy distinto.