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El juego ha cambiado pero LeBron sigue siendo el mismo jugadorazo

LeBron Jones sigue siendo el jugador más temido en la NBA, pero también es, cada vez más, un anacronismo.
Ken Blaze-USA TODAY Sports

LeBron James sigue siendo LeBron James. Aún se le considera la fuerza más temida en la NBA conforme se aproxima a la pintura, toda una maravilla por la forma en que traspasa las defensas, y asombroso por sus movimientos a la hora de pasar de una carga tosca a encestar un delicado floater. Clava el balón tan fuerte como nunca, o mejor dicho como nunca nadie lo ha hecho, y sigue siendo el jugador más eficiente en la NBA a la hora de crear jugadas sobre la pintura. También es, cada vez más, un anacronismo.

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La bien acoplada turbo ofensiva de los Warriors de Golden State y la puntería sin límite de distancia de Stephen Curry han dominado y refinado a la NBA en un lapso de dos años, lo que coloca al rendimiento en postemporada de LeBron como una mera antigüedad. Sigue habiendo jugadores que pueden hacer lo que él hace, pero es fácil prever un futuro en el cual nadie se moleste por intentarlo.

Los tiros de Curry han alterado la percepción de la distancia desde la que se puede anotar puntos, y continúa haciéndolo. Pero también ha cambiado la idea de lo que un jugador franquicia puede ser, y cómo puede jugar. La vieja sabiduría convencional coloca a Curry como el tipo de basquetbolista que los armadores de equipos creen que complementa a un alero divino como LeBron —alguien que expande la defensiva y permite que LeBron haga su trabajo a una distancia menor pero igual de letal—. Curry, en su histórico período revelación, ha abierto la posibilidad del especialista como estrella. También ha creado un agudo contraste con LeBron, cuyos partidos en los perímetros y en la mitad de la cancha —nunca fueron espectaculares— de repente se ven profundamente insuficientes.

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Este es un problema de antaño para James que ahora podemos analizar desde otra perspectiva. En las Finales de la NBA de 2012, la defensa de San Antonio anuló los embates hacia la canasta de LeBron; Kawhi Leonard le mantuvo el paso, y le cedió tiros hacia atrás al MVP de la NBA. Retar a James para que demostrara su confianza fue el equivalente estratégico de las jugadas Hack-A-Shaq, y les funcionó. Antes de que Ray Allen se colara por la esquina derecha para empatar el Juego 6, LeBron había acumulado el 33.9 por ciento de tiros fuera de la pintura y 29.2 por ciento detrás de la línea de tres.

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Las deficiencias que los esquemas de San Antonio resaltaron ahora cuentan con la mano dura de las estadísticas. Un día antes del cumpleaños 31 de LeBron, John Schumann de NBA.com cuestionó el trabajo de LeBron al colocarlo en la lista de los peores tiradores de la liga desde fuera de la pintura. El 28.5 por ciento de tiros de LeBron estuvo clasificado en el último lugar.

Al igual que su primera campaña después de Miami, LeBron mejoró después de Año Nuevo, logrando un 38.2 por ciento desde fuera de la pintura, pero aún así fue la peor temporada en tiros de su carrera. Su puntería se ha quedado por detrás del 40 por ciento de tiros en 2011 (algo bastante circunstancial) comparado con el 26.7 por ciento que obtuvo en la postemporada del año pasado.

Pero para eso existen los amigos. LeBron no mejorará sus estadísticas haciendo tiros de tres; tiene muy pocas posibilidades. Los 6 intentos de 10 de LeBron en contra de Atlanta compensan los 4 intentos de 19 de la primera ronda, pero sus mejores aportaciones se han dado en otra parte de la duela. Los jugadores generadores de espacios como Kevin Love, Kyrie Irving, Matthew Dellavedova, Channing Frye, y J.R. Smith, se han beneficiado del empuje y la sinergia de LeBron (y Kyrie). El mes pasado, Smith se convirtió en el único poseedor en una temporada con los Cavs del récord de más puntos de tres, la misma noche que el equipo empató los 16 juegos consecutivos de Golden State. El miércoles por la noche, en el Juego 2 de las semifinales de la Conferencia Este, los Cavs diseñaron un plan de 25 canastas de tres puntos en contra de la defensiva de Atlanta a expensas del resguardo del arco.

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LeBron mostrando el declive de su porcentaje en tiros. Foto: Raj Mehta-USA TODAY Sports

Solemos ver la idiosincrasia de LeBron a través de un microscopio. Podemos analizar cómo es más preciso cuando ejecuta sus tiros y cae con ambos pies como si fuera una estatua, en contraste con su postura cuando sólo aterriza con un pie fuera de balance. Por otra parte, a las estrellas del pasado se le analiza por medio del telescopio Hubble y en definición estándar por ESPN y YouTube. Se supone que la combinación innata de su estatura, musculatura, velocidad, consciencia, condición física, y sagacidad le darían una ventaja a LeBron en la liga, y así fue. Pero entre más la entendemos, más sobresalen los defectos de su grandeza.

Justo en el momento en que el futuro se hizo presente, LeBron parecía a prueba de tiempo. El LeBron más musculoso, quien se ganó un lugar como delantero de poder en Miami, habría destacado en las batallas de los 90. El rápido ritmo de los 80 también habría sido una ventaja para James, y habría sido un loco en la duela en las décadas de los 60 y 70 poco defensivas. Incluso, hasta tuvo su propia era durante sus cuatro temporadas brillantes en Miami. Ahora, el método de Cleveland para jugar un basquetbol más dinámico pertenece al pasado.

LeBron sigue siendo superior en el mundo del basquetbol —tal vez ya no sea el mejor o el más productivo, pero nadie con su tamaño puede o ha hecho lo que él ha logrado—. Curry es amado porque es grandioso, pero también por todo lo que hace antes de encesta —laberintos de fintas elaboradas y movimientos únicos en su género—. LeBron no tiene que esforzarse tanto. Es más fácil para él, aunque las estadísticas y el tiempo nos han facilitado la vida para ver dónde y cómo es que se le dificulta el juego.

Sus regalos físicos nunca han capturado realmente el imaginario; siempre fue un objeto de miedo y admiración, demasiado literal y obvio en su dominio como para tener el atractivo del modelo a seguir de Curry. Pero hay algo en su juego que funciona en cualquier era: la esencia de cada posesión debería ser para lograr el tiro más simple disponible. Nadie hace esto mejor que LeBron, ya sea que lo haga por sí mismo o por sus compañeros. Incluso en el futuro, esto seguirá en pie.