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Cultură

En Madrid el mundo se acaba y nos da igual

Pollas en aparcamientos de bicis, parquímetros que nadie entiende, plagas de chinches, barrios VIP, cupcakes para chuchos... El diablo ha elegido Madrid para instalarse.

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En los textos que consultan los fanáticos del fin del mundo siempre aparecen bichitos. En Madrid los tenemos (¿chinches? ¿hologramas de pollas en aparcamientos de BiciMad?) y también tenemos alteraciones en el comportamiento de las personas, que se bajan del metro y la lían o van con banderas a saludar a un rey sin corona.

Tenemos profetas pidiendo firmas en idiomas inventados y otros con mensajes en el pecho (‘Joé qué caló!’). Nos asusta morir aplastados por el granizo en pleno julio y que el Ayuntamiento se gaste pasta en una empresa de wifi que choriza. Mientras esperamos a que un cura vasco nos diga dónde va a nacer el Anticristo, analizamos las señales más claras del apocalipsis.

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Pitos en BiciMad: Primero se tragaban las tarjetas de crédito, después se resistían a soltar las bicis y más tarde proyectaban una polla dura en la pantalla de los aparcabicis. Un saludo del Altísimo para anunciar que nuestros días en la Tierra están contados.

Imagen de un pene en el monitor de uno de los dispensadores de bicis públicas de Madrid.

Parquímetros que solo entienden los ingenieros: Cuando los vimos pensamos que era una acción promocional de la próxima peli de Trasformers. Algo que sirve para meter dinero y escupir tickets no puede tener tantos botones. Ya hay cursos de verano para aprender a utilizarlos.

Hasta los huevos del metro: El metro apesta más en verano porque el aire acondicionado o no funciona o está a toda hostia y cortan líneas hasta septiembre. El otro día, los viajeros de la línea 5 se bajaron después de 15 minutos parados. Rebelión en el suburbano. Para echarse a temblar.

Camisetas con mensaje: “Joé qué calor”, “Beber demasiado nubla la vista”, “Female Body Inspector (FBI)”. Vuelven cada verano. Por suerte, este año las camisetas ingeniosas están  seguidas de cerca por las que conmemoran la boda de Felipe y Letizia.

Barrios VIP: Para ser una metrópoli de primera división necesitamos ghettos colindando con zonas de miseria. Urbanizaciones de lujo pegadas a favelas. El PP propone barrios premium en los que se paguen más impuestos a cambio de servicios VIP.

Cupcakes para perros: Los hemos probado y saben a culo. Quizá porque no son para humanos sino para perros pero, como dice El Comidista, “si Miguitas es un signo del próximo apocalipsis, tampoco puedo verlo con malos ojos, creyendo como creo que las cucarachas y las ratas merecen relevarnos”.

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En vez de Chanel, Bechamel, Jiji.

Plaga de chinches: Estos pequeños bichitos se resisten a abandonar Lavapiés. Saben que el barrio en verano mola, que hay terrazas y que ahora en agosto llegan las fiestas. Que no van a encontrar un sitio mejor para pasar estos meses.

Plaga de 'firmeros': Los hemos contado. En los 500 metros que separan Sol de Callao te asaltan hasta diez gentes pidiéndote firmas para distintas causas. También te puedes encontrar a una persona que vende cupones y te ofrece un 69. Se refiere a la terminación del boleto.

Plaga de niños ladrones: Cuando vemos a esas pandillas de menores rumanos intentando hacerse con iphones ajenos pensamos “yo también fui joven”. Si no lo hacen ahora ¿cuándo? Pero al mismo tiempo nos preocupa que roben demasiado y no podamos jugar al Candy Crush.

Plaga de inmigrantes ebrios: Esto sólo en caso de que Argentina gane el Mundial.