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Viajes

Una gran noche en... ¡Orlando!

Una cámara y una ciudad que va cinco años atrás del resto del mundo occidental.

Llevo el último par de meses viviendo en las afueras de Orlando, Florida, como parte de un curso de verano. La gente nueva que he conocido son principalmente chicos ferales y europeos urgidos que siempre hablan de algo llamado “el camión de la fiesta”; el nombre es suficiente para producirme un ataque de ansiedad.

Sin embargo, por el bien de la Historia, decidí emborracharme lo suficiente para poder hablar con extraños, disfrazarme peor que esta mujer, y pedirles un aventón. Está bien, sé que estoy hablando de Florida, un lugar que en las fotos satelitales parece el ano salido de Estados Unidos, pero un camión de fiesta no puede ser tan malo, ¿cierto?

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Esa pequeña lata de cerveza a la derecha marca el punto donde estuve sentada mientras nos dirigíamos al centro. Tuve que ver desolada cómo mis nuevos amigos encontraban el amor frente a mí. Bueno, fuera de la treintona quedada. Ella NO se veía muy contenta por la forma en la que se estaban desenvolviendo las cosas.

Cuando nos bajamos del camión apestando a sexo, en el centro de Orlando, me topé con estas dos. Cuando tienes una cámara y estás en una ciudad que va cinco años atrás del resto del mundo occidental, las personas inmediatamente creen que eres alguien importante. Estas dos estaban tan emocionadas cuando les tomé la foto que no tuve el corazón para hacer una broma sobre “el nuevo rostro de Lil' Kim".

Espero hayan tenido una noche increíble, chicas, porque con UNA CARA ASÍ PUEDEN ENTRAR A DONDE QUIERAN.

Uno de nuestros acompañantes decidió ponerle “Zoológico zexual” al primer antro al que fuimos. Es en serio, un ser humano tomó esa decisión. Los cadeneros estaban vestidos como magos en un funeral y decidieron desmentir la teoría de que “es imposible hacer un remix dubstep de todas las canciones que existen”.

Una mujer, que seguro descifró el propósito de mi viaje, señaló a estas dos y me gritó: “¡TOMA UNA FOTOS DE LAS ZORRAS GRINGAS!”

Pero realmente fue una excusa para fotografiar al samoano del fondo. Quizá estés leyendo esto en Vice, pero me pagaron diez veces más por la foto de su cuerpo hinchado en Goregasm.

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NUEVAS TENDENCIAS: El tecktonik por fin llegó a Estados Unidos. ¡Felicidades!

Quedé completamente estupefacta con estas dos. Me encantaría haberles tomado video para que las pudieran ver en acción. Me sentí terrible por mirarlas tan detenidamente, pero mientras veías sus movimientos, entendí que ese patrón de temblores agonizantes realmente reflejaba lo mucho que les gustaba la canción.

El Zoológico zexual fue demasiado abrumador. Demasiado dubstep, demasiados jóvenes mano larga; me sentí tan segura como una chica disfrazada de Princesa Leia cuando se va la luz en el Comic-Con. Decidí salir un momento, y mi cámara llamó la atención de este güey. Felicidades, amigo, estás en internet.

Dado que soy una extranjera con acceso a internet, casi todas las cosas gringas me dan miedo. En especial sus policías. Tomé esta foto para ver si me aplicaban la Rodney King, pero no lo hicieron. Se quedaron ahí sentados sin hacer nada. ¿Para qué quieren esos caballos un viernes por la noche en el centro de Orlando?

He aquí algunas personas que me acosaron por mi cámara. El güey de la derecha dijo que se llamaba Trevor, y que era un rapero de Toronto (qué horror). ¿Eso que tiene junto a la boca? No, no es una verruga; es tabule.

Después me preguntó si quería acompañarlo al “dieciseisavo piso” para “fumar un poco de moooooota, hermana”. Por supuesto, no lo hice. Cuando se lo dije me gritó: “apesta APESTAAAAR”. Para deshacerme de él, le pedí su número, y me dijo que era 01-800-cogelón. Estoy segura que estaba bromeando, pero tengo demasiado miedo para averiguarlo. Si alguien lo intenta por favor avísenme.

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Como todavía no estaba preparada para regresar al dubstep, caminé por la Avenida Naranja un rato. Ahí encontré a este güey que bailaba por dinero, y estoy 99 por ciento segura de que era Philip Seymour Hoffman.

Y este güey hizo un show para la cámara. Fue bastante perturbador. En especial cuando me lo volví a encontrar casualmente unas horas después y me pidió mi “tarjeta”.

Después de recorrer el andador quería alejarme de toda zona musical. Pero terminé acompañando al líder del Camión Fiesta y a un extraño grupo de gringos y franceses a un club cuyo nombre no recuerdo, así que lo llamaré La Central de la Mala Vibra. Fue un poco apocalíptico. Había chupe tirado por todos lados, y…

…esta mujer violando a un güey. El güey de azul, el de seguridad y yo estábamos increíblemente incómodos por la escena, hasta mi laptop se siente incómoda por esta foto (me dijo que no podía abrir el archivo seis veces).

Fuimos a otro bar abarrotado cuyo nombre no recuerdo y donde tomé una sustancia verde y espesa durante un rato. Ésta fue la única foto que tomé, lo que quiere decir que ésta estatua del Capitán Hook con un ukulele fue la cosa más interesante en el lugar. Casi me dieron ganas de regresar a ver a la chica violar al güey.

Cuando ya me iba, dos supuestos “modelos” no dejaban de preguntarme dónde podrían ver sus “fotos en línea”. Había mucho ruido, así que para estar seguros de que entendía lo que me decían se levantaron las playeras para enseñarme sus increíbles músculos mientras gritaban “modelo”.

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Y así, llegó la hora de regresar al camión. Nos recogieron afuera del "Chick-Fil-A". Mientras esperábamos, hice muchos amigos, como los estudiantes franceses que estaban emocionados con mis “teeeetaz” y un güey de Nueva Jersey que intentó ligarme pero después empezó a vomitar.

El camión llegó por fin para sacarme de ese infierno en el que había caído. Alguien gritó “¡Edición especial!” mientras se acercaba, pero, extrañamente, al conductor no le pareció nada gracioso. Pero pude ver que se reía por dentro cuando el borracho de Nueva Jersey vomitó la bilis que le quedaba en el camión y tuvimos que soportar su peste durante la hora que duró el viaje. Si, una hora.

¡Gracias, Orlando!

Sigue a Kristen en Twitter: @KristenCochrane

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…con góticos en Disneylandia

…con la élite de Moscú