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China quiere poner fin gradualmente a la experimentación en animales

Los grupos que luchan por los derechos de los animales son optimistas, pero no se muestran eufóricos.

(Foto vía Understanding Animal Research/Flickr)

China planea poner fin al requisito de que los productos de cosmética tengan que enviarse al gobierno para que los pruebe en animales. Mientras que los grupos defensores de los derechos de los animales celebran con cautela los cambios propuestos, el fin de la experimentación en animales está lejos, ya que algunas leyes se interponen en el camino para crear productos cruelty-free, aunque las leyes de la Unión Europea hayan creado alternativas más efectivas baratas que introducir químicos en los ojos de los conejos.

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A diferencia del resto del mundo, la Administración de Alimentos y Medicamentos de China requiere que se envíe una muestra de todos los productos nuevos al gobierno para que éste garantice su seguridad mediante pruebas en animales. Si finalmente se aprueban los cambios de ley, los fabricantes chinos de “productos de uso no especial” (como por ejemplo, champús o cremas para la piel pero sin incluir tintes de pelo, protección solar u otros productos con actividad biológica) podrán presentar sus propias evaluaciones al gobierno para que éste los apruebe.

Pero la experimentación animal sigue siendo un requisito en otros terrenos. Las compañías extranjeras que desean vender en China tienen que enviar una muestra del producto final al gobierno para que lo compruebe. Con el fin de justificar la seguridad de los ingredientes (a diferencia del producto cosmético final), tanto las compañías chinas y las extranjeras tienen que llevar a cabo sus propias pruebas en animales.

Esta situación contrasta con la de la Unión Europea. En marzo de este año, la UE prohibió la venta de cualquier producto cosmético que hubiera sido testado en animales, sin importar su lugar de fabricación.

Esto ha tenido dos efectos; ha obligado a las compañías a encontrar alternativas a las pruebas en animales y ha hecho que los fabricantes presenten sus productos al sector pudiente europeo y también al mercado chino, que es la segunda economía más grande del mundo.

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“Las grandes compañías de cosméticos tienen dos líneas distintas de productos. Una es para Europa y es cruelty free y la otra es China-friendly,” dijo Troy Seidle, director de investigación y toxicología de Humane Society International.

Según Seidle, en vez de provocar el cierre de algunas compañías de cosméticos, la prohibición europea de la experimentación en animales ha creado soluciones innovadoras y libre de animales. “Por el miedo a ser expedientadas, las empresas han decidido invertir mucho dinero en métodos alternativos. Estamos hablando de miles de millones de dólares."

En vez de probar los productos para la irritación de la piel en conejitos, las compañías pueden usar modelos de piel en 3D hechos de tejido humano post-operación. “Ya no es necesario comparar a un conejo con un humano, ahora podemos comparar a un humano con otro humano,” dijo Seidle, “y así hacer una predicción más precisa sobre qué pasará al utilizar el producto en la vida real; además es más rápido y más barato.”

La propuesta de cambio de ley en China es una muestra de que cada vez hay más gente concienciada sobre cómo se hacen y se prueban los cosméticos, y también del malestar creciente con el status quo.

“En general, la gente quiere esto,” dijo Seidle, citando la encuestas de opinión pública llevadas a cabo en una docena de países en los que Humane Society International está luchando contra la experimentación en animales. “No quieren que Europa sea el único lugar donde los cosméticos son cruelty-free. La gente quiere coger todos los productos cosméticos que tiene en el baño y asegurarse de que ningún animal ha sufrido en su fabricación.”

Aunque los cambios no son tan espectaculares como los de India e Israel (que siguieron los pasos de la Unión Europea), Seidle afirma que los cambios propuestos en China son una signo positivo. Mientras las empresas encuentran opciones viables y baratas para probar sus productos, cada vez habrá menos incentivos para seguir utilizando los 300.000 animales que se estima que están destinados a la experimentación animal en China.

Lee el artículo original en Motherboard