¡Se nos fue el año, señores! Pero no llegamos pelados al final: acá les traemos nuestro sexto número de 2015, una revista que reúne historias tristes, otras salidas de cuentos de hadas, algunas sobre la codicia humana y al menos un par sobre drogas que te pueden curar tus dolores o traértelos de vuelta. Estamos variaditos, como diciembre. Si ya comieron natilla y buñuelo, nosotros les damos el plato fuerte de Nochebuena. Y de una el de Año Nuevo.Aquí una probadita.Podrán ver una serie fotográfica que documenta la vida de un rey poco convencional: trabaja tiempo completo como mecánico de carros en su taller de Alemania, gobierna a sus súbditos en Ghana vía Skype, y vende su propia marca de cerveza para ayudarle al pueblo.Un periodista fanático del tenis se fue a las canchas colombianas a averiguar cómo las apuestas están transformando la práctica del deportista promedio: perder es ganar. Y no un poco, como decía Maturana, sino un sustento real, el que la profesión no le alcanza a dar.Una serie de cuchillos (y patecabras y machetes y bisturíes) decomisados por la Policía Metropolitana de Bogotá a algunos presuntos delincuentes, retratan la idea generalizada de inseguridad que los habitantes de la ciudad alegan todos los días.Fuimos a las rocas de Suesca, Cundinamarca, para conocer el laboratorio donde el ingeniero forestal Mario Díaz produce legalmente uno de los alucinógenos más poderosos del mundo. Tan poderoso, que nos olvidamos por un momento por qué habíamos ido, quiénes éramos.Visitamos a pacientes enfermos de cáncer, con episodios de epilepsia o que sufren de convulsiones, para que nos contaran cómo un tratamiento con aceite de cannabis ha mitigado sus dolencias y les ha cambiado la vida.Y ya que después de 60 años de su aparición verá la luz una reedición de El hostigante verano de los dioses,presentamos un perfil de la escritora Fanny Buitrago, quien alguna vez fue llamada la niña terrible de las letras colombianas.La sequía, que se traduce en falta de agua, y por ende en desnutrición crónica, ha azotado a la población de La Guajira, compuesta sobre todo por indígenas wayuu, durante todo el 2015. Pero la cosa se extiende en el tiempo: alrededor de 5000 niños han muerto en los últimos cinco años. Pues allá nos fuimos, cámara en mano, a darle rostro a esta tragedia.Y con esto, nos despedimos.
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