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Quizá no sea buen momento para ir a Libia de mochilero

Llegar a Libia hoy es tan fácil como ir a Francia o a Afganistán. La semana pasada volé de Madrid a Túnez, atravesé el país en bus hacia el sur y me planté en la frontera. Hay dos: la del norte la controlan los gadafos, y la del sur los rebeldes. Un...

La Lonely Planet dice que la ciudadela Nalut es uno de los lugares “más recónditos y hermosos de Libia; sin duda, uno de nuestros favoritos”. Obviamente, todavía no han tenido tiempo de actualizar la guía.

Lógico, ya que el fregado gordo en el país empezó hace apenas cinco meses. Además, Gadafi puede estar volando en estos momentos a algún Emirato hortera mientras lees estas líneas, o pinchándose botox en Trípoli hasta que acabe la precuela de su “Libro Verde”. Así las cosas, la fecha exacta de la siguiente edición del viaje mochilero a Libia (si es que alguna vez lo hubo) es una manera de reformular la incógnita más acuciante para los libios.

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Reconozco que me he traído la LP (descargada de Internet). Pero lo más cojonudo de todo esto es que, a pesar de la guerra, hoy resulta más fácil llegar hasta aquí que en las cuatro décadas de una de las tiranías más grotescas sobre la tierra. Me explico: desde que intento vivir del periodismo freelance, más de uno me ha preguntado: “¿Y cómo se va a un país en guerra?”. Dejando a un lado el tema “visados”, la respuesta es casi siempre la misma: “Coges un avión, luego un autobús o un taxi, y ya está”. En cuanto qué tipo de mochila suelo usar, yo viajo con un trolley que Viajes Halcón le regaló a mi madre en un viaje a Egipto.

Llegar a Libia hoy es tan fácil como ir a Francia o a Afganistán. La semana pasada volé de Madrid a Túnez, atravesé el país en bus hacia el sur y me planté en la frontera. Hay dos: la del norte la controlan los gadafos, y la del sur los rebeldes. Un guerrillero registra tu nombre dentro de una caseta de obra pero no te sellan el pasaporte porque todavía no han puesto su bandera en los billetes del país. Da igual, ya estás en Libia.

La ciudadela de Nalut vista desde la unica tienda abierta del pueblo

¿Que qué hace uno después? Me da hasta vergüenza contarlo. No has dado ni cinco pasos sobre suelo libio cuando un chavalote se te acerca y te ofrece una estancia en Free Libya totalmente gratis: transporte, alojamiento, manutención… y, no os lo perdáis, ¡traductores incluidos! Ya os contaba en mi post del día de San Valentín por qué es tan importante  este “todo incluido” para mí. Realmente, los insurgentes libios se lo curran para que la prensa internacional desplegada en la zona (de momento yo) pueda radiar al mundo lo que aquí acontece.

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Downtown Nalut

No obstante, habría que matizar el concepto del “todo incluido” local; en Nalut no hay ni agua ni luz ni teléfono, y casi ni comida. Pero hay un “Media Center”. donde te puedes tomar un Nescafe con un libio de Manchester que te invita a llevarte al frente, o explicarle a otro de Bengasi que no le puedes ayudar a traducir las instrucciones de un mortero de calibre 81 Made in Spain porque un periodista “debe informar sin intervenir”. En cualquier caso, lo grande de este lugar es que te puedes conectar a Internet vía satélite. Al no haber teléfono los rebeldes hablan de sus cosas vía Skype. Yo os escribo estas líneas desde mi portátil, y junto a una colección de chatarra de los cohetes que han caído aquí estos días atrás.

Y es que si Gadafi todavía no se ha merendado a esta gente es porque estamos en la cima de una cordillera paralela a la costa que se llama Nafusa. Llega hasta la misma frontera de Túnez en su vertiente occidental, y casi hasta Trípoli en la oriental (apenas 150 km.). Nafusa es el segundo frente abierto en el oeste del país junto con el de Misrata. De este último ya nos habló el amigo Alberto Pradilla hace muy poco.

En Nafusa los locales controlan la única carretera por lo que los gadafos se limitan a tirar GRADs, Katiuskas y otras delicias rusas como las que veis en la foto. Anteayer cayeron 12; ayer sólo cuatro. Así las cosas, la peña se las apaña como puede para aguantar el chaparrón. Me refiero a los que no han huido a Túnez, claro.

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Suleyman a la tarea

De entre los héroes locales que he conocido está Suleyman, profesor de historia hasta febrero reconvertido hoy en cocinero. Da de comer y de cenar a unos 300 al día, aunque la cifra se suele doblar cuando petan malamente el pueblo de al lado; imposible negar un techo y comida a la gente que huye de las bombas. La verdad es que Suleyman le echa imaginación para lo poco que tiene (básicamente pasta, arroz y cebolla) y, al menos a mí no me ha faltado de comer ni un solo día. Yo no paro de agradecerle el esfuerzo pero teníais que ver el bajón que llevaba el primer día que le conocí por “no poder agasajar al invitado”. Los musulmanes son la hostia con esto de la hospitalidad y lo pasan fatal si no pueden servirte un cordero recién sacrificado…

Hoy tambien toca arroz

Ramadan muestra el arma con la que marcha al frente a diario

Aquí eso ya es imposible. Estos días he visto rebaños de ovejas escuálidas atravesar las calles vacías de Nalut en busca de comida y agua. Si no comemos carne es porque las granjas están lógicamente cerca del agua, y ésta queda en el fondo del valle. Ramadán lo sabe bien porque perdió todo su ganado. Hoy ayuda en lo que puede llevando comida a los combatientes, y hasta les corta la barba y el pelo si se lo piden. Eso sí, tiene que pasar por el Media Center cada día para recargar las baterías antes de ir al frente con su maquinilla.

Kamel intentando levantar la moral del pueblo

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Y es que esto es la guerra y aquí todo el mundo apechuga como puede: cocinando, llevando la comida, afeitándoles a los camaradas que pegan tiros… Kamel también va de camuflaje como ellos. No es para menos: era administrativo pero hoy dibuja incansable caricaturas de Gadafi para colgarlas después en Facebook o publicarlas en el periódico local (“El Eco de las Montañas”). Os parecerá una chorrada pero, según dicen, estas “chorradas” ayudan a mantener la moral alta en momentos tan chungos como este. Yo me lo creo.

Los unicos ninos que quedan en Nalut con su padre

También he conocido a Ali y a sus hijos, los únicos niños que quedan en Nalut. El resto están hoy en uno de los tres campos de refugiados en mitad del desierto tunecino donde también creció (que no nació) Luke Skywalker.

Ninos de Nalut que encontré en el desierto de Tunez

Algunos os preguntaréis en que idioma me comunico con esta gente. La mayoría hablan bereber y árabe pero, afortunadamente, me he encontrado con más de un crack que, contra todo pronóstico, aprendió inglés en Gadafistán. Abdul Said pagó su atrevimiento con 18 años de cárcel. Tuvo que esperar hasta el sexto año de prisión para saber de qué se le acusaba: sabía inglés, ergo era un agente de la CIA. Ahí es nada.

Abdul Said y el señor Battar. Dos de los angloparlantes de Nalut

El señor Battar también habla la lengua de Shakespeare y Lady Gaga. Regenta la única tienda abierta de Nalut porque, según dice, el resto del gremio ha huido a Túnez. Su familia también se ha ido pero el señor Battar es un bereber con un par y se ha quedado. Por cierto, su tienda tiene unas vistas increíbles a la ciudadela de Nalut que mencionaba la LP, considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Hoy es campo de aterrizaje preferido de los pepinos que os he mencionado antes.

Por el momento la guerra continúa y, desgraciadamente, sólo Alá sabe cuándo nos podremos descargar la siguiente edición de la Lonely Planet.