La sangre falsa ha sido una parte integral de la fotografía de segunda desde la aparición del daguerrotipo. Claro, fue novedoso y kitsch hasta finales del siglo XIX, pero después de eso ha estado en constante decadencia (los enanos se salvan porque son enanos). Así que digámoslo como es: revolcarse en jarabe de maíz y colorante no le añade una sensación de peligro a lo que sea que estés haciendo en esa foto de Instagram. Pareces un pendejo. Y un tampón.
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