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la lucha laboral

La hermandad olvidada del beisbol, el primer sindicato de atletas del deporte profesional en Estados Unidos

En 1885, los beisbolistas se rebelaron en contra de los sueldos bajos y la clausula de reserva, se sindicalizaron y crearon su propia liga. Al final fallaron, pero su lucha aún resuena.
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La reunión sucedió en secreto. John Montgomery Ward, el parador en corto de los Giants de Nueva York presidía. Era 22 de octubre de 1885 y Ward junto con algunos de sus compañeros se reunieron para discutir dos preocupaciones: los bajos sueldos en una era en la que la popularidad del deporte estallaba, y una regla conocida como la "claúsula de reserva". La claúsula de reserva vinculaba a los jugadores a un equipo casi a perpetuidad, incluso si el contrato de ese jugador era por poco tiempo, como sucedía con la mayoría de los contratos entonces.

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La reunión terminó con una decisión importante: los jugadores formarían un sindicato. Así nació la Hermandad de Jugadores Profesionales de Beisbol —el primer sindicato de beisbolistas—. Aunque se conoce muy poco ahora, la Hermandad alteró el curso de la historia del beisbol. En un giro irónico, el grupo al final no logró obligar a la Liga Nacional a cambiar sus prácticas laborales, y en cambio ayudó a que la Liga Nacional consolidara su poder sobre el pasatiempo nacional.

En la década de 1880, dos ligas dominaban el beisbol —La Liga Nacional y la Asociación Americana (esta última no es la misma que la Liga Americana, que no se fundó sino hasta 1901). Las dos ligas tenían tres diferencias. La primera, la Asociación jugaba los domingos, y mientras que la Liga Nacional guardaba el sabbath. La segunda, la Asociación vendía alcohol, por lo que se le apodó la "liga de la cerveza y el whiskey"; en cambio, la Liga Nacional era abstemia. Por último, la Asociación cobraba veinticinco centavos por boleto, mientras que la Liga Nacional cobraba cincuenta. "Ellos buscaban a un tipo distinto de cliente", dijo Scott D. Peterson, profesor asociado de comunicaciones en la Universidad estatal de Wright, y autor de Reporting Baseball's Sensation Season of 1890.

Pero la división social en el beisbol se extendía más allá del público. Muchos de los jugadores eran de clase trabajadora, algunos incluso laburantes de algún tipo. Los patrones, así como ahora, eran ricos capitalistas, titanes de industria.

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Dada esta división, Ward quizá resultaba ser el perfecto sindicalista. Un antiguo pitcher convertido en infielder, era uno de los mejores jugadores de su generación. Pero también tenía un título de abogado de una universidad Ivy League y ejercía con frecuencia. Cuando no jugaba, rondaba en los mismos círculos que los dueños de los equipos. Tenía un pie en cada mundo, y todos lo respetaban.

"No era un activista", dijo Robert Ross, profesor asociado de estudios culturales globales en la Universidad Point Park y autor de The Great Baseball Revolt: The Rise and Fall of the 1890 Players League. "No estaba metido realmente en política radical. Simplemente estaba tratando de cuidar su profesión y protegiendo a sus colegas".

John Montgomery Ward. Si entrecierran los ojos un poco, verán que está alzando un puño en solidaridad. Foto de Wikipedia.

En la década de 1880 el movimiento de los trabajadores en Estados Unidos "estaba que estallaba", dice Ross. "Era muy común que los trabajadores se sindicalizaran, así que tenía todo el sentido del mundo que los jugadores formaran el suyo" .

Después de reunirse con sus compañeros de los Giants, Ward comenzó a reunirse en secreto con otros equipos. En dos años, casi todos los jugadores de la Liga Nacional, y varios de la Asociación se unieron a la Hermandad. Era momento de hacerlo público.

En agosto de 1887, la revista de Filadeldia Lippincott's Monthly Magazine, publicó un ensayo escrito por Ward titulado "¿El beisbolista es propiedad personal?". El término "propiedad personal" se refería al tipo de esclavitud que se practicó en Estados Unidos hasta 1865.

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El ensayo se enfocaba principalmente en la cláusula de reserva, y Ward advertía que "el sistema ha echado tantas raíces que quizá se necesite de heroicidades para removerlo; sea como sea debe desaparecer, como todos los otros, porque está basado en una gran injusticia y el mal manejo del poder. La única pregunta es, ¿cómo debemos remediarlo? ¿Lo deben hacerlo los clubes o lo deben hacer los jugadores, o los dos juntos?"

Ward y la Hermandad buscaron que fueran los dos juntos. Se reunieron con los representantes de la Liga Nacional el 17 de noviembre de 1888. Las cosas no salieron bien. La Liga Nacional se negó incluso a reconocer siquiera a la Hermandad. La situación se tensó más en 1889, cuando el beisbol adoptó el "Plan de Clasificación Brush", que asignaba sueldos basado en una serie de métricas y ponía un límite a los salarios en 2,500 dólares al año; más o menos 65,700 dólares de hoy.

Ward decidió que no tenía opción sino que buscar forzar la mano de la Liga. La Hermandad anunció que empezaría su propia liga y que la llamaría la Liga de los Jugadores. Dos tercios de los jugadores en la Liga Nacional se unieron, además de varios de la Asociación. En 1890, la Liga de los Jugadores tenían equipos en casi cada ciudad en la que había un equipo de la Liga Nacional, y representaban una amenaza a la venta de boletos de la Liga Nacional. Y les iba bien —después de todo, tenían a los mejores jugadores—.

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Finalmente, la Liga Nacional se acercó a los dueños de la Liga de los Jugadores. Como es de esperarse, los dueños de la Liga de los Jugadores eran los jugadores, pero para tener su propia liga tuvieron que construir sus propios estadios. Y para financiar estas infraestructuras, Ward se acercó a los especuladores y financistas de Wall Street quienes formaron parte del grupo de dueños.

Los financistas, sin embargo, no estaban tan compenetrados con la causa como los jugadores. Muchos de ellos pensaban que la Liga de los Jugadores era un plan para hacerse ricos rápido. Cuando se dieron cuenta que no recuperaban sus inversiones para el final de la temporada de 1890, comenzaron a sentir pánico. Los administradores de la Liga Nacional vieron ahí una apertura, y le ofrecieron a los inversionistas de la Liga de los Jugadores un asiento en la mesa de la Liga Nacional. Al final de la primera temporada de la Liga de los Jugadores, los inversionistas le dieron la espalda a los jugadores y se fueron a la Liga Nacional. Después de solo un año, la Liga de los Jugadores cerró. Pronto lo hizo la Asociación. La Asociación había sido el segundo lugar de la Liga Nacional por años, pero sus mejores jugadores se fueron a la Liga de los Jugadores y no pudo aguantar este pleito de tres frentes por el boletaje.

El cierre de la Asociación, al final de la temporada 1891, "dejó a la Liga Nacional como la única liga importante, desde 1892 hasta la llegada de la Liga Americana en 1901", dijo Peterson.

Durante la única temporada de la Liga de los Jugadores, los salarios se dispararon por encima del límite de 2,500 hasta casi 7,000 según Ross. Y después de su desaparición, los salarios permanecieron así de altos. Pero, para 1892, cuando desapareció la Asociación, los salarios cayeron a niveles previos a la Hermandad.

Para Ward no hubo repercusiones específicas, porque se unió a los Brooklyn Grooms en 1891, el equipo que se convertiría en los Dodgers. Y más allá de la baja de sueldos, la Liga Nacional no castigó a los jugadores disidentes. Según Ross y Peterson, sin embargo, siguió habiendo mucha mala sangre entre los miembros de la Hermandad y aquellos quienes no se unieron al sindicato. Los jugadores de beisbol no volverían a lograr sindicalizarse hasta después de 76 años, cuando crearon la Asociación de Jugadores de Beisbol Profesional en 1966.

Incluso ahora, los problemas por los que peleaba la Hermandad —compensación justa según el valor, y la agencia libre— siguen sin resolverse en varios deportes en Estados Unidos. Los jugadores de la MLS lograron agencia libre limitada en 2015. El seleccionado nacional femenil de futbol ha estado emprendiendo acciones colectivas para lograr paridad en las compensaciones con al selección masculina. Y luego están los deportes colegiales, donde los atletas han cuestionado el amateurismo de la NCAA a través de demandas y —¿les suena familiar?— un esfuerzo por sindicalizarse de parte de los jugadores de futbol americano de la Universidad de Northwestern. "Estos atletas están creando billones de dólares en ganancias", dice Ross, "y no han podido de obtener nada de esas ganancias… La Liga de los Jugadores demostró, por lo menos temporalmente, que dar batalla era posible".