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Throwback Thursday: Ana Guevara, la mujer que logró dejar en segundo plano al futbol

El tiempo, el gran aliado pero también el mayor enemigo de una Ana Guevara que dominó los 400 metros dos años antes de Atenas 2004.
Foto: Friedemann Voger / Getty Images

Ana Gabriela Guevara se convirtió en un ídolo mexicano, más importante que cualquier deportista de otro rubro. Lo normal y común en el año 2002 era ver su rostro algere, con las manos arriba y con sus competidoras agachadas, sedientas y cansadas tomándose las rodillas en señal de derrota.

Las portadas de los medios hablaban de 'Súper Ana', de Guevara, el orgullo del norte. Decenas contaban su historia, la velocista blanca de 400 metros que deja tumbadas a las demás atletas de color, la sonorense que abandonó las duelas del basquetbol por las pistas de tartán.

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A dos años de celebrarse los juegos en Atenas, para no variar, no había muchas promesas de medalla para nuestro país. Pero si estaba la figura y la sombra galopante de una mujer que tenía altas posibilidades de repetir la medalla dorada que dos años antes había conseguido Soraya Jiménez en Halterofilia.

Eran tiempos dorados en las que todos eramos expertos en atletismo. Los diarios, frecuentemente dándole su tapa al futbol, cambiaban los marcadores y las fotos con celebraciones de la selección nacional por una imagen de Ana Guevara, por una cobertura a sus triunfos. Era un momento en que las mujeres levantaban la mano con mucha fuerza y demostraban que tenían más fortaleza, sed de triunfo y capacidad que muchos hombres.

Aún recordamos aquella heróica Golden Globe de 2002 cuando la sonorense conquistó siete triunfos del serial. Inició superando la barrera de los 50 segundos en Oslo y Paris para bajar a 49 segundos en su tercer carrera celebrada en Roma. Para la última competenciadel año, en Zurich, tuvo su tiempo más bajo amenazando los 48 segundos y dejando la cifra en 49.10.

Para cerrar aún más la esperanza, Guevara había conquistado con uno de sus peores tiempos la medalla de oro en los Juegos Panamericanos. Considerando que sus rivales estaban en la región, que no había sido su mejor tarde y que aún así había ganado, Ana se veía más imparable que nunca.

Ana era la reina de los 400 metros planos. Pero había algo que jugaba contra ella, su aliado y su enemigo, el tiempo.

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Al llegar al final de 2002, faltaría tan solo año y medio para Atenas, un mundo de días y de competencias que amenazarían a la mexicano de su gran objetivo y de la ilusión de todo mexicano que era verla colgándose una medalla en los Olímpicos. Nos había hecho creer que en su cuello solo cabría la de oro y que la única música que oiríamos el día de su carrera era la del himno de México. Maldito tiempo, acabó por desgastar a Ana Guevara y fortalecer a su competencia.

En 2003 la velocidad de Ana se redujo y empezó un declive en sus tiempos, seguían siendo estupendos, pero se había bajado un escalón en las competencias. La bahameña Tonique Williams dio un primer paso, luego el segundo y después el tercero para complicarle la existencia a Guevara en su lucha por el primer lugar. El dominio que la mexicana había mostrado en 2002 se esfumaba favoreciendo a la caribeña.

Cinco segundos lugares en el Golden League de 2004 mostraban una tendencia que dificilmente se modificaría. Tonique era la líder y favorita para quedarse con el oro. Esas imágenes triunfadoras de Ana Guevara en las que la veíamos sonreír y mostrar los biceps en señal de fuerza y triunfo, y que dejaban en segundo plano a sus competidoras cansadas en señal de derrota se modificaron. Ahora Ana era la que entraba por detrás de la ganadora.

La tendencia se confirmó en Atenas. Pese a tener un buen tiempo de 49.56 segundos, Ana Guevara entraba por detrás de Tonique Williams. La música de aquella tarde en la entrega de medallas no sería el himno nacional mexicano, sino el himno de Bahamas. El tiempo, maldito tiempo, dejaba a la velocista azteca en un segundo lugar que pese a todo, era sumamente digno y valioso, el cual premiaba el esfuerzo de la deportista más aclamada de inicio de milenio en nuestro país. Sin embargo, la costumbre hizo que existiera cierta decepción en torno a ella.

Ana Gabriela siguió en su camino en los 400 metros, no obstante sus mejores años habían pasado. Hoy, con las zapatillas para correr colgadas y metida de lleno en la política, la velocista está a un paso de cumplir 39 años de edad.

Nos toca recordar este día, la importancia de la mujer en nuestro deporte y cómo cada día gana más enteros y más fuerza en los contados logros que tenemos en cada competencia. Aquella mujer que nos ilusionó y nos hizo despertarnos temprano cada día para ver sus competencias, la atleta que dejó en segundo plano al futbol y que acaparó las portadas de los periódicos. Esa persona llamada Ana Guevara.