Eran notorios los mensajes anti policiales de NWA acerca de la vida en South Central LA al final de la década de los 80. Seguro, de eso hace mucho tiempo. Pero para el rapero británi-co Nathaniel “Giggs” Thompson, el sentimiento está todavía vigente.Desde su lanzamiento del 2003 de un periodo de dos años de prisión por posesión ilegal de armas de fuego, Operation Trident – una iniciativa de la policía londinense que combate el crimen con armas – ha tomado un interés enfermizo en sus actividades. En la noche del 2009 de la firma de Thompson con XL Recordings, Operation Trident alegadamente contac-tó al sello, tratando de hundir el negocio. En 2010, la misma iniciativa llamó a un local de la ciudad antes de un show de Giggs para prevenirlos acerca de una potencial violencia. Even-tualmente el enérgico rapero de profunda voz se vio con sus giras en Inglaterra totalmente canceladas en dos años seguidos.
Afortunadamente, Thompson es lo suficientemente inteligente para entender que cualquier promoción es buena. “Sólo quiero agradecerle a la policía por la gran promoción que me está dando”, le dijo a la BBC. “Todas esas cancelaciones me están haciendo más poderoso”. Él tiene una larga historia de reírse ante la adversidad. Criado en la sección peligrosa de Peckmand de Londres, él se ganó el apodo de Giggler por poner manos a la obra en los momentos particularmente inoportunos. Los raps de Thompson eran cualquier cosa me-nos ligeros: En una serie de mezclas al principio, Giggs con su estilo honorable y ominoso relataba el crimen en un tono frío y casi burlón.
Desde su temporada en la cárcel, Thompson ha se ha declarado en contra del crimen y se ha puesto serio respecto a su carrera. Él ha estado cultivando videos virales, forjando alian-zas con luminarias del rap como Mike “The Streets” Skinner y dedicándose a su joven hijo. Él hasta ha fundado su propio sello, Spare No.1. Pero como sus colegas gansta-rap america-nos Giggs continua exteriorizando su formación sin ley mientras alternadamente mezcla sus éxitos hedonistas. En los discos por lo menos, el crimen no paga.