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Música

La chica de The Fall

En los años 80, a Brix Smith se la conocía por ser guitarrista de The Fall y esposa de Mark E. Smith, de quien más tarde se divorció. Brix fue una de las pocas mujeres en el indie británico en los tiempos en que éste todavía valía algo la pena. Aportó...

En los años 80, a Brix Smith se la conocía por ser guitarrista de The Fall y esposa de Mark E. Smith, de quien más tarde se divorció. Brix fue una de las pocas mujeres en el indie británico en los tiempos en que éste todavía valía algo la pena. Aportó glamour y moda a la agria escena post-punk y contribuyó a hacer de The Fall un decente grupo pop en vez del archiexperimento en polémica post-pop por el que a menudo se le confunde. Quizá más pertinente aún sea el hecho de que Brix vestía entonces como cualquier chica interesada en cuidar su aspecto viste ahora. Hablando claro: Brix está, y siempre estuvo, por delante de los tiempos.

Nacida en Los Angeles e hija de un psicoanalista de Beverly Hills y una ex-modelo reconvertida en productora de televisión que se divorciaron teniendo ella un año de edad, Brix no recuerda nada de su más temprana infancia aparte de haber tenido un gato negro y un pez. Hablamos con ella de The Fall, de Mark E. Smith y de traer la onda West Coast a uno de los lugares menos West Coast sobre la faz de la Tierra. Vice: ¿Recuerdas lo primero que le dijiste a Mark E. Smith?
Brix Smith: Le dije, “¡Me ha encantado el concierto pero no entiendo un puta palabra de lo que dices!” También recuerdo estar viéndole en el escenario y pensar que daba bastante miedo. No encajaba en el molde de la mayoría de cantantes. Se notaba que era muy inteligente. Creo que le parecí una chica mona; se sentó conmigo y me invitó a una fiesta que había en Chicago esa noche. Yo le dije, “Genial. Tengo coche, yo conduciré”, de modo que nos fuimos en mi coche, un Ford Futura azul pálido con asientos de vinilo gris. Puse una cinta del grupo en el que tocaba y él preguntó, “¿Quién ha compuesto estas canciones?”. “¡Yo!”, le respondí, a lo que él dijo, “¡Eres un puto genio!” Pensé que lo único que quería era follarme y que estaba de guasa, pero no. Reprogramó la gira para que de regreso pasara de nuevo por Chicago. Para entonces ya me había convencido de que debía irme a Inglaterra con él. ¿Cuánto tiempo transcurrió desde vuestro primer encuentro hasta que te trasladaste a Inglaterra?
Seis semanas. Mudarme a Prestwich fue un enorme choque cultural. Había aceptado un gran riesgo. Retiré todo el dinero que tenía en mi cuenta, unos 700 dólares. Recuerdo que Mark dijo, “No soy un hombre rico, sólo tengo unas 1.000 libras”. Pero a mí no me importaba. Vivíamos en una vieja rectoría con diez gatos. ¿Diez gatos?
Sí, Mark era hombre de gatos. No le gustaban nada los perros. El alojamiento costaba 20 libras a la semana y los muebles estaban muy gastados. A los sofás se les salían los muelles. ¿Qué reacciones hubo en Prestwich a la presencia de una chica new wave punk-rock procedente de Chicago?
Su familia estaba fascinada. Incluso después de cinco años y poseyendo una casa, la gente aún me preguntaba por la calle si estaba allí de vacaciones. No les entraba en la cabeza. ¿Cómo fueron tus primeros meses en The Fall?
Al principio la prensa me vilipendió. Interpretaron mi entrada como un acto de nepotismo. A veces Mark me ayudaba a escribir las letras de mis canciones; yo le pasaba una hoja con las letras, él se las miraba y tachaba cosas. Después volvía a leerlo y el resultado era brillante. Estar en The Fall fue como un sueño en el que una persona inspira a otra persona y esto a su vez inspira a otras… Era muy sencillo, podíamos escribir cinco canciones en una noche. La nuestra era una conexión intuitiva. ¿Qué se siente en una relación creativa-amorosa?
Es mágico. Sientes calor, la piel te cosquillea, sabes que se trata de algo especial. En cierto modo mantengo una relación similar con mi actual marido, pero mucho más orientada a los negocios. Aquello fue casi espiritual. Fue intenso. Lo de ahora es más frío y cerebral. ¿Y tu marido cómo se siente al respecto?
La nuestra es una relación sana que va a durar. No es algo volátil. Con Mark era totalmente distinto, un drama, una montaña rusa. La cosa funcionó hasta que se agotó. Por maravillosa que fuese la relación, a veces había momentos terribles. Me divorcié de él porque me engañaba constantemente. Se escapó con la hija adolescente de su mejor amigo y a mí me dejó tirada. Eso fue lo que abrió la caja de los truenos. Había mucha mierda sucediendo a mis espaldas. Estoy contenta de lo que tuvimos, y contenta de lo que ya no tenemos.

¿De modo que era un golfo?
Un golfo mujeriego. ¿Pero y qué? Éramos jóvenes. Una mañana me desperté y él estaba llorando en la cama. Dijo, “Te voy a dejar”. No le entendí; “¿A dónde vas?”, y él dijo, “No; te voy a abandonar”. Ahí fue cuando salió todo. Me dejó y se largó a Edimburgo. Yo no podía soportarlo, así que hice las maletas. La gente especula acerca de si la canción ‘Bill Is Dead’ trata sobre vuestra ruptura.
Sí. Se suponía que yo iba a tocar en ese disco. También se dice que ‘Bad News Girl’ trata sobre mí. Yo escribí una canción sobre él a mi vez, así que estamos empatados. Después de romper me sentí completamente devastada. Y te marchaste de Manchester. ¿A dónde fuiste?
Viví en Holland Park, en un apartamento realmente precioso. Empecé a salir y a hacer cosas con mi otro grupo, The Adult Net. Tenía 25 años, era una estrella del pop y me lo estaba pasando bien, pero caí en una depresión terrible. Me volví anoréxica, tuve que ir a un psicólogo y tomar antidepresivos. Estaba fatal. Entonces, en 1994, Mark dijo, “Te pagaré el billete de avión, lo que quieras. Te necesitamos de regreso”. ¿Quería que volvieras al grupo?
No lo sé. Hay gente que dice que lo único que hacía era quedarse sentado en casa mirando fotos mías. Su nueva esposa no le permitía ni acercarse a mí. Así que tal vez sea cierto. Siento amor por lo que tuvimos, y agradecimiento por lo que creamos. Pero es que él es un desastre. Es horrible ver a la gente que amas destruirse a sí misma. Se dice que fuiste tú quien trajo sentido del estilo a un grupo que carecía de estilo alguno.
Yo creo que Mark tenía un estilo increíble. ¿Sabes quién ha copiado su estilo de pies a cabeza? Jarvis Cocker. Mira sus camisas de polyester, los pantalones tipo C&A y los zapatos ingleses de cuero duro. No sé cómo describirías tú su forma de vestir. Vestía como la gente que te entrevista en la oficina de empleo. Una imagen que parece decir: “Estoy trabajando, no para tonterías. No necesito ni cabellos rosas ni muñequeras de remaches”.
Estás en lo cierto. Mark llevaba ese tipo de ropas cuando estaban absolutamente fuera de moda. Era cool porque era totalmente erróneo. Él lo hacía de un modo muy natural. ¿Fuiste tú quien hizo que cambiara un poco su vestuario?
Teníamos una buena amistad con Michael Clark, el bailarín, y a través de él con Leigh Bowery y gente como Stevie Stewart, de Bodymap… La gente de la moda de los años 80. Obteníamos ropa de ellos y, sí, yo decía, “ponte esto, ponte aquello”. Pero Mark no se ponía nada que no le gustara. Si se sentía como un gilipollas lo decía: “Me siento como un gilipollas”. Pensé que necesitaba un traje verdaderamente bueno para que no sólo pareciera inteligente sino más… no con aspecto de Bryan Ferry o algo por el estilo. En Manchester había una tienda llamada Woodhouse, cuyo propietario era Philip Start, a quien yo entonces no conocía. Ahorré dinero, llevé allí a Mark y le compré un traje. Un Armani gris oscuro que costó 700 libras. ¿Cómo conociste a Phil?
Me volví a unir a The Fall e hice dos álbumes con el grupo en los años 90. Los discos estaban bien pero no a la altura de los que habíamos hecho antes. Por entonces Mark se había deteriorado en todos los aspectos, física y mentalmente. No estaba bien y aquello simplemente no iba a funcionar. Una noche, saliendo de un restaurante, vi gente que se dirigía a los almacenes Harvey Nichols. Pensé que había una fiesta y fui también, con intención de colarme. Me metí en el ascensor y Philip, que estaba con dos amigos, preguntó, “¿Vas para arriba?” Me invitó a una copa y descubrí que era el propietario de Woodhouse. Le conté que a mi ex marido le compré un traje allí. Tuvimos una charla estupenda. Al día siguiente, la secretaria del mánager de mi ex novio me llamó a casa. Dijo, “Un caballero llamado Philip Start ha llamado a la oficina”. Aquello me desconcertó. ¿Cómo coño me había localizado? Le llamé y pregunté: “¿Qué puedo hacer por ti?”, y él me propuso que saliéramos juntos. Philip vendió Woodhouse. Yo dejé The Fall. Intenté conseguir un contrato discográfico pero nadie me quiso. Me quedaba en el sofá todo el día viendo el programa de Oprah. Para Phil, vender la tienda de la que había sido dueño durante 30 años supuso un gran trastorno. Y justo se acababa de divorciar. Terminamos mudándonos a Shoreditch en 1999 y una mañana me levanté y dije, “Cariño, no hay ni un sólo lugar donde ir de tiendas”, y él respondió, “Bueno, pues contruyamos algo en algún sitio”. Así creamos nuestra cadena de tiendas de moda, Start. Y mira ahora. Hago tres programas de televisión y tenemos cuatro tiendas. Nunca he sido más feliz en toda mi vida. ¿Recuerdas lo que llevabas puesto cuando conociste a Mark?
Llevaba un vestido corto de plástico blanco. En aquellos días mi imagen oscilaba entre el rockabilly y la go-go girl, así que imagino que calzaba botas Chelsea negras y puntiagudas. En cuanto al maquillaje, sólo mis ojos negros y labios carnosos. Tengo unos labios muy grandes y si me los pinto de un color muy vivo destacan demasiado.