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Cultură

Tres miedos económicos de los colombianos adultos

¿Ya llegó a la vida adulta? Bueno, bienvenido a nuevos miedos.

A medida que uno crece, las historias de terror van cambiando. Los monstruos que asustan a jóvenes adultos ya no se esconden debajo de la cama. Aunque se porten bien y se coman todas las verduras como cuando niños, para expiar culpas y evitar castigos, los fantasmas aparecerán. Sí, el Coco existe, pero no tiene garras ni cuernos. En cambio, tiene forma de muchas cuentas por pagar, altos intereses hipotecarios y personas que no le confían ni un chicle.

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Todos escuchan esas historias de terror de vez en cuando. Muchas veces se dan en un almuerzo casual, cuando un amigo cuenta, por ejemplo, lo que tuvo que hacer para ser aceptado en una maestría en el exterior: un escalofrío va moviéndose a medida que le cuenta a uno sobre los requisitos de lengua extranjera que tuvo que sortear, de las fechas y plazos que seguramente ya se vencieron cuando inició esa conversación, y de los dolorosos planes de financiamiento que consultó. Cuando la historia termine, los presentes en la mesa deberían tener varios nudos en el estómago.

Luego de hacerle una encuesta a varias personas, El Mal Economista pudo identificar tres temores persistentes de los jóvenes adultos. Y acá va la curaduría.

El fiador

A El Mal Economista le gusta llamar a este Coco The Punisher. El fiador es el escudo que tienen los propietarios de apartamentos para evitar que jóvenes adultos que tienen más ansias de independencia que dinero arrienden su apartamento. En caso de que el recién emancipado no pague, esta herramienta legal permite que exista alguien más a quien cobrarle. Y esa persona será selectiva en si darle o no a usted esa confianza. Lo que recomiendan, además, es que uno nunca sea fiador.

Se pone peor: para los genios que estén pensando convencer a uno de sus amigos de borrachera para que sirva de garantía, lamentamos decirle que los arrendadores, otro Coco, también son selectivos con quienes sirven de fiadores. Pueden exigir que para darle las llaves del apartamento consiga a una persona que tenga un sueldo mensual alto o que sea propietario de un inmueble. Es mejor que se ponga a conseguir amigos con plata.

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La declaración de renta

No es coincidencia que muchas personas llamen sanguijuelas o vampiros a los funcionarios de la Dirección Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN). Después de todo, chupar sangre o cobrar impuestos drenan de igual manera la vida de las personas. Imaginemos por un segundo que a usted lo ascienden, y que su nuevo sueldo es de más de $3'300.000. ¡A celebrar!

En parte. Su felicidad no será completa, pues de ahora en adelante hará parte de los contribuyentes de este país y deberá ponerse a declarar renta. Además, significa que desde este momento deberá enfrentar conceptos como retención en la fuente, Unidad de Valor Tributario (UVT), y calendario tributario.

Los jóvenes que comiencen a ser vigilados deberán aprender a guardar los recibos de todo lo que compren y pasar varias horas en los bancos para sacar sus extractos. Todo esto para poder llevarle los papeles a un nuevo personaje que llegará a su vida para jamás irse: el contador. Entre más recibos y comprobantes de pagos, el contador podrá demostrar más egresos, lo que le ayudará a bajar los impuestos que le cobrará a la DIAN.

Ganar más de $3´300.000 no es la única forma para que la DIAN lo esclavice con la declaración de renta. También deberá presentarla si tiene propiedades por más $127 millones, si un año hace compras con tarjetas de crédito o por cualquier otro medio por más de $79 millones, y si el valor de las consignaciones bancarias suman más de $127 millones. Así que cuidado con servir de prestanombres para traer plata del exterior, y no se pase con sus compras por Internet.

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Además de tener que pagar los impuestos por cualquiera que sea la suma que le dé su declaración de renta, también deberá pagare al contador que por lo general no se baja de $100.000. Como si no fuera suficiente, deberá comenzar a guardar bajo llave sus declaraciones y los recibos de los impuestos que pagó. En cualquier momento hay un descuadre en la base de datos de la DIAN, y si no tiene el soporte podría verse obligado a cancelar de nuevo sus obligaciones.

EL MBA en Harvard

Lo del nudo en el estómago por todos los requisitos que se deben cumplir para un posgrado en el exterior ya no le parecerá exagerado después de ver esta lista de cosas que deberá hacer para aplicar a un MBA en Harvard.

Para empezar, debe obtener un buen puntaje en los dos exámenes que le piden a jóvenes estudiantes como los colombianos: el GMAT y el Toefl. En la última selección, los puntajes promedio estuvieron en 700 sobre 800 en el primero, y 280 sobre 300 en el examen de inglés. Aunque los latinos admitidos comentan que los puntajes que les piden a países como Colombia son inferiores que el promedio, debe estar dispuesto en destinar un buen presupuesto para presentar varias veces los exámenes hasta que sientan que pueden aplicar: hay que ser conciente de que son evaluaciones costosas.

Cada vez que presente el Toefl le costará cerca de $660.000 (US$220), y dada la naturaleza de estos exámenes, es posible que haya que tomar un curso preparatorio para entender la modalidad del examen. El curso de preparación en el angloamericano está en $880.000, por lo que, en el mejor de los casos, el requisito de inglés para el MBA le saldrá cerca del millón y medio de pesos. Por su parte, cada examen del GMAT tiene un precio de $750.000 (US$250), y dependiendo de su nivel de matemáticas es posible que también requiera pagar un curso nivelador.

Después de pasar los exámenes, deberán mandar seis ensayos de 400 palabras cada uno. En estos textos deberán convencer a los reclutadores contando cosas como sus experiencias de liderazgo, sus logros más importantes, sus aspiraciones y por qué un MBA cambiará su vida profesional. No sería extraño que deba también pagarle a alguien para que le ayude en sus habilidades de redacción y argumentación en inglés. Además deberá superar la gigante tentación de autodenominarse líder y proactivo, una trampa en la que caen la mayoría de los aspirantes y por la que fracasan en el intento.

Por último, solo le falta la plata. Hace dos años, un MBA en Harvard costaba $360 millones al año, cuando la tasa de cambio bordeaba los $2.000 colombianos. En la actualidad, cuesta $540 millones, pues la divisa está a $3.000 colombianos.

Lo dramático es que las herramientas de financiamiento de antes como Colfuturo ya perdieron su encanto. En 2014, las personas que volvían a Colombia se les perdonaba la mitad de su crédito y pagaban solo $50 millones (US$25.000). Sin embargo, en la actualidad, con la trepada del dólar los jóvenes deberán pagar $25 millones más.

Todos estos cocos se presentan en las grandes maestrías en el exterior, y lo que las hace cada vez más tenebrosas es que la mayoría tienen solo convocatorias anuales. Por lo que si no es admitido, deberá esperar un año más, gastando más plata en los exámenes y en la preparación, y dejando de ir a posgrados más modestos pero útiles.