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¿Ha fundado Ortega Lara un partido bolchevique?

Las propuestas de Vox coinciden casi palabra por palabra con las de partidos o movimientos sociales con un ideario totalmente opuesto al suyo.

La semana pasada se presentó en Madrid el nuevo partido Vox, fundado por José Antonio Ortega Lara (secuestrado durante 532 días por ETA entre 1996 y 1997) y Santiago Abascal (presidente de la Fundación para la defensa de la nación española y exparlamentario del PP en el País Vasco), que se ha considerado una alternativa a la derecha del Partido Popular.

Vivimos buenos tiempos para el nacimiento de nuevos partidos políticos. Los partidos que tradicionalmente han ostentado el poder cada vez son más parecidos entre sí y están demasiado preocupados por sus problemas internos y por lo que les dicen que tienen que hacer desde Europa. Cada día que pasa parecen menos capaces de resolver los crecientes problemas de los ciudadanos. Ante este proceso de homogeneización de políticas de PP y PSOE, los nuevos partidos buscan su espacio en los extremos, tanto a la derecha como a la izquierda.

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Mientras que un ejemplo a la izquierda sería el nuevo partido Podemos, fundado por el politólogo y tertuliano televisivo Pablo Iglesias, a la derecha, desde hace unos días tenemos a Vox, que cuenta con apoyos "interesantes".

El Blas Piñar de Twitter es nieto del Blas Piñar fundador de partidos de ultraderecha como Frente Nacional o Fuerza Nueva.

Su vídeo de presentación, que ha superado ya las 22.000 visitas, ha sido muy comentado en las redes sociales. Todo un ejemplo del nivelazo actoral que tenemos en España.

Lo curioso es que, cuando te das cuenta de que su logo verde esperanza no se trata del de una compañía de telefonía móvil y te tomas el tiempo de analizar su programa político, descubres que aparte de las tres cosas que todos los medios han destacado: la unidad de España, el no al aborto y la mano dura contra ETA, nos encontramos con una serie de propuestas bastante sorprendentes. Sorprendentes no por su novedad, sino porque casi cualquier persona que siga un poco las noticias y se sienta defraudada con las instituciones y el sistema político actual, puede sentirse identificada con ellas.

Es cierto que nadie lee los programas de los partidos políticos y que mucha gente decide su voto en base a lo bien o lo mal que le caen los candidatos. También es verdad que el gobierno actual del PP ha demostrado que no pasa nada por prometer unas cosas en campaña electoral y luego hacer exactamente todo lo contrario (subir los impuestos, bajar las pensiones, recortar en educación y sanidad, bajar los sueldos de los funcionarios y un largo etcétera), pero no deja de sorprender que algunas de las propuestas de Vox coincidan casi palabra por palabra con las de partidos o incluso movimientos sociales con un ideario totalmente opuesto al suyo.

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Me refiero, por ejemplo, a la protección de las familias y los más necesitados, la necesidad de una nueva ley de partidos para hacerlos más transparentes, de una ley electoral para que los ciudadanos se sientan más representados, la supresión de las subvenciones a los partidos, sindicatos y patronal, la reforma del estado de las autonomías, la reforma judicial para que los jueces sean independientes del poder político, el control sobre el gasto público y la garantía de un sistema educativo de calidad.

Estas demandas coinciden casi palabra por palabra con medidas que muchos movimientos sociales y partidos políticos de la izquierda llevan proponiendo desde el inicio de la crisis. Gente como Democracia Real Ya (o sea, el 15M), la CNT, Izquierda Unida, el Foro Más Democracia, la CUP catalana, Esquerra Republicana, BNG o el ya mencionado Podemos. Leer sus programas y manifiestos es algo tedioso, la verdad, aunque a veces se encuentran cosas interesantes.

Pero, ¿es creíble este mensaje de Vox? Muchas de estas propuestas se refieren a la gestión de los fondos públicos y precisamente ahí es donde pueden empezar los problemas de este partido recién nacido. Si se investiga un poco la figura del líder de facto del partido, Santiago Abascal, en seguida se encuentran algunas incongruencias que deberían hacerle pensar en la dimisión casi antes de empezar.

Santiago Abascal con Esperanza Aguiire y Gallardón (foto vía)

Abascal es una persona muy cercana a Esperanza Aguirre y fue nombrado en abril de 2013 Director Gerente de la Fundación para el Mecenazgo y el Patrocinio Social, una entidad “sin ánimo de lucro” dependiente de la Comunidad de Madrid que, según informaciones publicadas por el diario El País, durante el pasado año recibió del Gobierno madrileño 183.600 euros de subvención, de los que Abascal obtiene 82.491,80 euros brutos anuales en concepto de su cargo. Sí, es un sueldo bastante alucinante para la mayoría de los mortales, pero lo peor es que esta fundación no tuvo ningún tipo de actividad durante el año pasado. La página web de la entidad que según el diario del grupo Prisa costó 15.600 euros en 2007 (y que cualquiera con unos mínimos conocimientos de creación de webs haría en una hora), es un auténtico desierto de espacios en blanco, fotos de iStock y páginas en construcción. No aparece absolutamente nada en la sección "Actividades destacadas" ni tampoco un solo dato en “Donaciones”.

No sería el primer caso en el que alguien monta una fundación para forrarse o colocar a sus coleguillas. En fin, sacad vuestras propias conclusiones, pero si os pasa como a más de la mitad de la población (según el último barómetro del CIS) y no sabéis a quién votar o directamente no lo pensáis hacer, os comprendemos perfectamente.