Después de los enfrentamientos en Turín la semana pasada, algunos miembros del Movimiento de la Horca prometieron marchar hacia Roma para que sus demandas fueran escuchadas. Básicamente, el movimiento pide enormes reformas en el gobierno. Nadie ha especificado todavía cuáles deberían ser esas reformas, pero lo que importa es que deben ser enormes. Unas 3.000 personas se congregaron el martes en la Piazza del Popolo para cantar el himno nacional, portar pancartas y llamar al gobierno “parásitos”, “criminales” y “ladrones”.
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Según los líderes del movimiento, esas 3.000 personas deberían haber sido 15.000. Pero debido a que algunos simpatizantes tenían miedo de ser atacados por los grupos neofascistas y de extrema derecha que han boicoteado anteriormente sus manifestaciones, los otros 12.000 no aparecieron.Se produjeron algunos altercados, incluyendo a unos periodistas cuyo equipo fue destrozado mientras los manifestantes gritaban “¡Periodistas asesinos!”, pero nada en la escala de lo sucedido la semana pasada en Turín.Entre el alto desempleo y la inevitable creciente sensación de crisis social, hay señales de que el movimiento está empezando a asustar a los políticos que gobiernan en coalición. Pietro Grasso, presidente del Senado, advirtió que “aquellos que buscan crear revuelo con las manifestación” están juntando a “un juego peligroso que corre el riesgo de hacer estallar una situación que ya es crítica.”Sin embargo, el cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal italiana, dijo: “Los políticos deberían escuchar los gritos de dolor de la calle, un malestar que es real en nuestra sociedad.” Y parece ser que tendrán que empezar a escuchar, ya que los líderes del Movimiento de la Horca han amenazado con seguir actuando los próximos días.
