La última cena con una feminista
Imagen por Jimmy Palacio. | VICE Colombia.

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Lo personal y lo político

Manual feminista para incomodar las reuniones familiares decembrinas

Amigas, hermanas; recuerden: es nuestro deber arruinar las cenas familiares con nuestras opiniones. Buena suerte​

Artículo publicado por VICE Colombia.


24 de diciembre en la noche.

La sucesión de eventos parece un cuadro repetido en la casa de mi abuela. Mientras algunos terminan de empacar los últimos regalos, los ‘hombres de la casa’ se toman un güisqui en la sala mientras escuchan música. Atrás, en la cocina, mi mamá y mi abuela terminan la cena navideña que duraron preparando durante horas. Desde hace días compraron entre ambas los ingredientes, luego de decidir lo que iban a servir este año y si era mejor acompañarlo con una tabla de quesos o con una ensalada.

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Ambas nos llaman a la cocina a mi hermana y a mí, para que les ayudemos a servir y pasar los platos. Los hombres pasan a la mesa a comer. Luego de la cena, antes de entregar los regalos, mi abuela recoge los platos y se pone a arreglar la cocina. Mi mamá va y la ayuda, mientras los hombres vuelven a la sala.

La navidad, al menos la colombiana, entre la muchas cosas que encierra, significa ver a la familia. O verla mucho más seguido, si ya una tiene una dinámica familiar activa, como me pasa a mí. Y ese vínculo familiar fortalecido, a su vez, significa para muchas feministas un tedio gigante, porque debemos enfrentarnos durante todo un mes y con mucha más frecuencia de lo normal con patrones machistas que tienen casi todas (por no decir todas) las familias tradicionales colombianas.

Las mujeres sirviendo la comida, las mujeres lavando los platos, los hombres sentados en la sala esperando a que les sirvan la natilla y los buñuelos, el tío de los chistes machistas, la tía homofóbica, el otro tío que se pone manilargo cuando está borracho, la tía progre que está más que feliz porque Martha Lucía Ramírez quedó de vicepresidenta y eso hace que “las mujeres estemos bien representadas en el Gobierno”… en fin. Podría dar cientos de ejemplos más, todos para apuntar a lo mismo: diciembre es la fecha en la que las feministas tenemos que enfrentarnos a las manifestaciones machistas de nuestras propias familias, ese mismo ambiente dentro del cual fuimos criadas y que tanto trabajo nos ha costado desmontar de nuestras maneras de vivir la vida.

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Y este es el machismo, pienso yo, que más nos cuesta enfrentar y parar, porque es el de los nuestros, el del núcleo, el que corre por nuestra sangre. Se vuelve una prueba dura, entonces: ¿Si durante todo el año luchamos a diario contra el machismo en todas sus formas y manifestaciones, por qué durante fin de año tendríamos que amilanarnos con los nuestros? Quizá hasta el proceso debería ser el contrario, empezar combatiendo el machismo desde nuestras casas, para luego salir a aplicar lo mismo con el resto de la sociedad. Pero siempre pasa que con lo que más nos cuesta lidiar es con lo propio.

Por eso, la invitación de esta columna es a que incomodemos con nuestro feminismo las reuniones familiares, hasta donde más podamos. Incomodar está bien, porque quiere decir que estamos poniendo a los nuestros a enfrentarse a realidades que no quieren ver, o de las que no se han percatado. Y el feminismo siempre será incómodo, porque está cuestionando constantemente el orden establecido de las cosas. Este año, un año tan importante para las mujeres, vale la pena que no nos quedemos calladas e incómodas en las novenas, en vez de eso, politicemos y planteemos discusiones que cuestionen a nuestra sangre.

Por eso, a modo de ayuda, quise hacer esta pequeña guía para indisponer las reuniones familiares a punta de feminismo:

Salir del ‘clóset’ del feminismo: para muchas familias, la mención de la palabra feminista es sinónimo de terror. Lo asocian con mujeres amargadas e infelices que no tienen un hombre a su lado, con lesbianismo (como si esto tuviera algo de malo), o con mujeres ‘feminazis’, como nos llaman tantas veces. Pocas veces nuestros familiares entienden que el feminismo se trata de la lucha por la equidad entre hombres y mujeres y por la defensa de nuestros derechos. Sin miedo, identifiquémonos con el término, explicando de paso en qué consiste el feminismo, para que nuestras familias empiecen a entender un poco de qué se trata todo esto y por qué es tan necesario.

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No nos riamos del humor machista: nunca falta el tío o el papá que hace chistes de corte machista y misógino. Mientras la familia entera se ríe, muchas optamos por quedarnos calladas sin decir mucho, solo sintiéndonos incómodas pero sin ser capaces de reaccionar. En vez de adoptar esta posición pasiva, este año cuestionemos a ese familiar, haciéndoole entender que ese chiste inocente hace parte del sistema que legitima la violencia machista que los hombres ejercen contra nosotras, y que por eso no debería dar risa.

Acusemos al primo o tío manilargo: si a un familiar pasado de tragos se le está bajando mucho la mano mientras bailan, no dudemos en hacerlo quedar mal frente a toda la familia para que no repita estas gracias. No hay razón por la que tengamos que soportar este tipo de abusos, así sean familia y así sea fechas festivas. Si no quiero no me tocas, punto. No es difícil de entender.

Hablen de política: muchas familias nos advierten que no toquemos temas políticos durante estas reuniones, pero deberíamos hacer todo lo contrario. Es importante saber qué posturas políticas están teniendo los nuestros frente a las coyunturas nacionales. ¿Que a una tía le parece buenísimo la gestión de Martha Lucía? Hagámosle saber a esa tía por qué el hecho de que una mujer esté en la vicepresidencia no quiere decir que sea un triunfo para las mujeres colombianas.

Exijamos un cambio de roles: ¿Sus abuelas, como la mía, recogen todos los platos y los lavan luego de cocinar durante horas la cena de navidad mientras los ‘hombres de la casa’ la miran desde el sofá? Pidámosle a nuestro papá o nuestro tío que ayuden lavando la loza, que el primo que nunca hace nada ayude sirviendo los platos, y que las mujeres de la casa se den un descanso mientras los hombres ayudan cocinando la cena. Hagámosles entender, tanto a hombres como mujeres de la familia, que las labores de la casa no son exclusivas de nosotras las mujeres, y que es necesario replantearse estas dinámicas en el hogar.

Como dicen varios memes que llevan días circulando en las páginas feministas: "Amigas, hermanas; recuerden, es nuestro deber arruinar las cenas familiares con nuestras opiniones. Buena suerte".