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Identidad

La poeta Riot Grrrl tras 'Una rubia muy legal' y otras comedias románticas

Kirsten "Kiwi" Smith escribió el guion de "10 razones para odiarte", "Una conejita en el campus" y otras comedias románticas mientras escribía al mismo tiempo poemas feministas.
From left: Karen McCullah, Kirsten "Kiwi" Smith, and actress Dana Goodman. Photo by Alberto E. Rodriguez, courtesy of Getty Images

Las jóvenes siempre han dependido de las películas de adolescentes para saber qué tipo de mujer quieren llegar a ser. Para muchas chicas, esas películas están escritas por la poeta riot grrrl convertida en guionista Kirsten "Kiwi" Smith. Su primera película, 10 razones para odiarte, les presentó a Sylvia Plath y a Bikini Kill. Al público le encantó la película y lanzó a Smith y a su socia escritora Karen McCullah al mundo de las comedias románticas. Juntas continuaron escribiendo algunas de las más grandes comedias románticas centradas en mujeres de la década de 2000: _Una rubia muy legal, _Una conejita en el campus_ o Hechizada_.

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Heath Ledger, Reese Witherspoon y Amanda Bynes son solo unos pocos de las decenas de importantes talentos de Hollywood que han dado vida a los personajes de Smith, pero ella creció en un velero en San Pedro, California, sin televisor. Cultivó su fantástica imaginación mediante estudios independientes y juegos. Como hija única, pasaba la mayor parte del tiempo sola, escribiendo. Cuando de adolescente empezó a trabajar como dependienta en un videoclub local, el cine se convirtió en la obsesión de Smith, junto con la poesía. A principios de los noventa, estudió narrativa y más tarde lanzaría su carrera cinematográfica.

Hemos editado y condensado la entrevista por motivos de claridad.

BROADLY: ¿Cómo influyó tu poesía en tu estilo como guionista de cine?
Kirsten "Kiwi" Smith: Siempre me gustó escribir poemas narrativos, de modo que para mí fue una transición fácil pasar a escribir guiones. A menudo escribía poemas creando personajes, que normalmente eran muy diferentes a mí. Pasé mi infancia observando a la gente, como pez fuera del agua dentro de un mundo de adultos. A veces se me daba mejor observar que interactuar y es posible que siga siendo así en cierto modo. Escribir películas me permite continuar haciendo lo que más me gusta: observar a una persona y después meterme dentro de la mente de esa persona.

¿Cómo lanzaste tu carrera profesional de escritora en la universidad?
Me centré muchísimo en enviar mis poemas a revistas literarias. Tenía todo un elaborado sistema que consistía en enviar 50 poemas a la vez. Era como una máquina, no paraba de enviar poemas adjuntando sobres con mi dirección escrita en ellos. Tenía mi propio método para llevar un seguimiento de qué poemas había enviado, cuáles habían recibido respuesta y cuáles tenían más probabilidades de ser publicados. Finalmente me publicaron mi primer poema en una revista literaria llamada Poetry LA, una publicación trimestral bastante cool. Creo que por entonces tenía 19 años.

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¿Cómo te introdujiste en el mundo del cine después de estudiar narrativa?
Justo después de salir de la universidad me concedieron una beca para asistir a la Bread Loaf Writers' Conference y también hice una residencia en la MacDowell Colony. Todavía no estaba segura de si iba a dedicar mi vida a la poesía (signifique lo que signifique), pero después de MacDowell me di cuenta de que la única forma en que podía avanzar era obteniendo un Máster en Bellas Artes y finalmente convirtiéndome en profesora. Vi claramente que necesitaba encontrar el modo de fusionar mi amor por el cine y mi amor por la escritura. Había tomado una clase de estudios independientes en la universidad en la que había escrito un guion, así que llegué a la conclusión de que tenía que ser guionista de día y poeta de noche.

Mientras estaba en la universidad trabajé como becaria en una diminuta productora de cine llamada CineTel Films, donde leía guiones y escribía reseñas, así que cuando me mudé de nuevo a LA después de MacDowell contacté con mi antigua jefa Catalaine Knell y ella me contrató como lectora de guiones. Acabó contratándome a tiempo completo para que trabajara en desarrollo, que es donde obtuve mi auténtica formación en estructuras [de guiones]. Ella fue una excelente mentora, que es lo que realmente se necesita en este mundo. Y también leyó algunos de mis poemas. De hecho, cuando CineTel hizo la película Seducción fatal II, Catalaine me pidió que escribiera un poema para el guion y aquella fue la primera vez que aparecí en unos créditos.

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[Heath Ledger] era extremadamente específico con respecto a la ropa que quería llevar

Muchos grandes actores han interpretado a tus personajes, ¿tienes algún favorito?
Creo que Reese Witherspoon se defendió en Una rubia muy legal de forma brillante, con esa combinación que aportó de optimismo, deleite y perspicaz inteligencia. Y Heath en 10 razones para odiarte. Recuerdo estar en el plató y que él estaba preparando el vestuario que iba a llevar para el número de la canción, su momento musical [interpretando "Can't Take My Eyes Off of You" en las gradas]. Era extremadamente específico con respecto a la ropa que quería llevar: tenía que ser un tipo determinado de camisa oscura con un corte determinado. Resulta extraño, porque cuando ves la película es una especie de conjunto indescriptible, pero verle elegir su vestuario como parte de su preparación [para actuar] fue una cosa impresionante, especialmente porque entonces él solo tenía 19 años.

En 10 razones para odiarte, Kat es una osada feminista y una clara encarnación de Riot Grrrl tardía, pero también está inspirada en el monstruo que da título a La fierecilla domada. ¿De dónde surgió ese contexto feminista?
Yo misma tenía un poco de ese feminismo del Noroeste en mi interior y acababa de licenciarme en la universidad hacía pocos años. Tenía muy recientes las clases sobre estudios feministas y estaba emocionada por incluir esas ideas y referentes. Escribimos 10 razones para odiarte en 1997, así que todavía estábamos muy al principio de la historia de las reivindicaciones post-feministas. Acababa de salir un libro llamado Cunt (Coño) por aquella época que trataba de tomar una palabra negativa y reclamar su poder. Recuerdo que mi socia de escritura era muy reticente a autodenominarse feminista porque por aquel entonces no estaba de moda. Era lo mismo que decir "cabreada con los hombres" u "odio hacia los hombres", pero eso no quiere decir que no haya sido siempre muy feminista en su forma de vivir. Es indomable, es fuerte y jamás tiene dudas acerca de lo que puede y va a conseguir.

¿Te sientes especialmente unida a alguna de las películas que has escrito?
Para mí, La casa de las conejitas fue uno de los proyectos más personales y gratificantes porque se nos ocurrió el personaje con Anna [Faris]. Habíamos visto Solo amigos y Anna estaba tan retorcida y graciosa en ella que la llamamos para tomar café. Ella tenía una idea: una conejita de Playboy a quien echan de la mansión. Entonces [Karen y yo] repasamos nuestros archivos y encontramos otra idea sobre una mujer muy estirada que tenía que convertirse en madre de una fraternidad. Acabamos uniendo el personaje de Anna con nuestro argumento y desarrollamos todo el guion junto con Anna, en colaboración. Lo revisamos como 22 veces. No paraban de decirnos que nadie compraría la película. Nos enfrentamos a mucho rechazo, así que venderla, conseguir que se hiciera realidad y que fuera bien recibida fue una experiencia realmente empoderadora.

¿Estás acostumbrada al rechazo?
Sí, creo que sí. Sobre todo por aquellos días en que enviaba todos aquellos poemas. Me rechazaban, asentía con la cabeza y ponía ese mismo poema en un sobre nuevo. No me detenía demasiado en el sentimiento de rechazo. Me centraba más en ver quién era el siguiente de mi lista y pensar, "Vamos allá. Puedo con esto".

¿Alguna vez te da miedo entregar tu material, tan centrado en las mujeres, a un equipo de producción lleno de tíos?
He trabajado con varios hombres que definitivamente no eran nada progresistas, pero normalmente también había otros hombres influyentes que buscaban este material. Hubo momentos en los que miraba a un tío y no podía creer que aquella fuera la persona que iba a dar vida a uno de nuestros guiones, porque no era una persona iluminada en absoluto. Y también ha habido momentos, en los productos ya finalizados, en que veía las tomas diarias o lo que sea y pensaba, "¡Ahhhh! Ojalá esto tuviera otro aspecto". Recuerdo en 10 razones, cuando vi la habitación de Kat por primera vez y pensé, "No. ¿Por qué tiene ese aspecto la habitación?". Estaba molesta por la música, porque yo había visualizado algo en una línea más dura, una banda sonora riot grrrl. Estaba segura de que esas cosas iban a hundir todo el rollo de la película, pero obviamente me equivocaba y resultó genial. Parte de ello es simplemente crecer como artista y como escritora. Puedes aferrarte a la idea de cómo debería ser algo, pero la belleza de la colaboración consiste en que una nueva perspectiva puede convertir algo en su mejor versión posible.