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Estados Unidos

El trauma oculto de trabajar en Guantánamo

Documentos exclusivos revelan que los guardias de la prisión sufren elevadísimos índices de estrés postraumático y violentas depresiones.
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Fueron solo unas semanas. Nichole York fue destacada como doctora de los detenidos en Guantánamo y en cuestión de días empezó a padecer pesadillas.

"Los detenidos me atacaban", relata sobre la naturaleza de los sueños que tuvo durante los nueve meses de 2010 que pasó en la escabrosa penitenciaría. "En mis pesadillas ellos lograban ponerme sus zarpas encima. Me agarraban del pelo y me estampaban el rostro contra la puerta de acero".

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Nichole York el día que dejó Guantanamo, en February 2010.

York se sintió completamente aislada y, a menudo, asustada. Empezó a beber abundantemente para lidiar con la situación. Claro que su experiencia de sufrir en silencio era de todo menos insólita entre los 28.000 soldados que han trabajado en la prisión estadounidense desde su controvertida apertura en 2002.

A fin de cuentas, Guantánamo fue el lugar donde se mantenía cautivos indefinidamente y sin cargos a presuntos terroristas. Bush la bautizó como "la guerra contra el terror".

Entre 2008 y 2011 la Fuerza de Trabajo Conjunta que trabajaba en el centro de detención se vio obligada a evacuar secretamente a, al menos 19 soldados, que habían trabajado en operaciones de detención, debido a "motivos de salud conductual", según un estudio redactado por el Instituto de Salud Pública del ejército, obtenido exclusivamente por VICE News.

El estudio, combinaba dos informes militares internos sobre la salud mental de las tropas, y entrevistas con sendos exceladores de Guantánamo. En los mismos se reflejaban las heridas invisibles de los soldados destacados en el centro de detención.

El presidente Barack Obama ha repetido que todavía espera cerrar la prisión antes de concluir su mandato, una promesa que ya hizo hace 8 años, cuando ascendió al poder.

Guantánamo está enclavada en uno de los márgenes de la monumental base naval estadounidense bañada por la bahía de Guantánamo, al sudeste de Cuba. En su momento de máxima afluencia hubo 779 detenidos ilegales. Hoy quedan 60. Ninguno supo nunca qué cargos se le imputaban ni tuvo derecho a juicio. Eso sí, torturas, las que quieran.

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La prensa lleva años intentando obtener información de los militares sobre si el estrés postraumático padecido por el personal se registró durante y después de su paso por Guantánamo.

El ejército, sin embargo, jamás ha revelado esas cifras, recogidas en el estudio del Instituto de Salud Pública del Ejército de 2010, después de que un número de tropas fueran evacuadas.

Un año después, serían redactados sendos informes. Los hallazgos, que se habían mantenido en secreto hasta la fecha, trazan un retrato demoledor sobre la menguante salud mental del personal que se vio obligado a trabajar allí.

Según el estudio, de entre los 1.422 soldados que fueron sometidos a estudios, 565 habían desarrollado distintas enfermedades conductuales y mostraban síntomas claros de estrés postraumático, un trastorno exclusivamente relacionado con su trabajo en la siniestra penitenciaría.

El nivel de intensidad del trastorno fue evaluado con una escala del 1 al 5, de los casos más suaves a los más severos. De los soldados tratados, casi 300 registraron índices extremos de riesgo en su comportamiento, esto es, que "tenían pensamientos suicidas o trastornos de la personalidad como ansiedad o depresión severa, que exigía "una gestión intensiva de su medicación y/o terapia".

El estudio advirtió que el ejército nunca evaluó si sus soldados habían padecido trastornos de la personalidad antes de su destacamento, por mucho que se descubrió que el 75 por ciento de las tropas examinadas, no presentaban antecedentes por trastornos de la personalidad antes de desembarcar en Cuba.

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Los mayores índices de trastornos de la personalidad fueron detectados entre tropas del ejército y de la Armada, cuyo trabajo exigía que se expusieran rutinariamente a "trabajar con los detenidos", esto es, interactuar con los presos durante una hora o más al día.

Según las conclusiones del estudio, las tropas del ejército que habían participado en las operaciones de detención "tenían índices elevados de pensamientos suicidas, insomnio y depresión contumaz", mientras que las tropas de la armada tendían más a presentar cuadros de estrés postraumático, comportamiento agresivo y abuso del alcohol".

El 54 por ciento del personal encuestado rebasaba "los límites de consumo de alcohol ocasional". Según el estudio el abuso era todavía mayor entre las unidades que trabajaban directamente en operaciones de detención.

El 44 por ciento de los soldados confesó que su trabajo estaba "dañando sus relaciones conyugales con sus parejas u otros seres queridos", y que las jornadas de 12 horas de trabajo habían disparado sus niveles de estrés.

Nichole York el día que dejó Guantanamo, en February 2010.

La severidad y los índices de trastornos de la personalidad de las tropas de Guantánamo, más allá de su alcoholismo, estaban a la par de los registrados entre los soldados estadounidenses que sirvieron en Irak.

VICE News ha obtenido informes de la base de Mando de Operaciones en el Sur, gracias a su denuncia presentada hace casi dos años ante la Ley de Libertad de Información de Estados Unidos (FOIA en sus siglas inglesas).

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El estudio concluye que el estrés registrado por las tropas durante el promedio de 9 meses en que eran destacadas en Guantánamo fue motivado, en parte, a las precarias condiciones de vida.

De hecho, los soldados creían que los detenidos eran mejor alimentados que ellos mismo; es más, el 82 por ciento de las tropas del ejército y el 60 de la armada consideraron que los detenidos recibían mejor trato por parte de sus superiores, del que recibían ellas mismas.

Las tropas también denunciaron su incapacidad para reaccionar al abuso físico y verbal de los detenidos, y a la falta de un entrenamiento adecuado para lidiar con el estrés.

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Andrew Turner, un suboficial relevado de sus funciones, sirvió en Guantánmo entre 2009 y 2010. Tanto él como Nicole formaron parte de la fuerza de operación Conjunta Platinum, la unidad militar que trabajaba en el infame Campo 7 de Guantánamo, el enclave top-secret de la penitenciaría.

En el campo 7 estaban recluidos los presuntos presos más peligrosos, como Khalid Sheikh Mohammed y otros 14 exprisioneros de la CIA.

Ni Turner ni York tenían idea alguna de lo que era la fuerza Conjunta Platinum antes de llegar a Guantánamo, ni recibieron ningún entrenamiento especial para lidiar con los prisioneros presuntamente más valiosos.

"Nos enseñaron a cómo llevar a cabo las evacuaciones forzosas de las celdas", cuenta Turner, quien ahora tiene 43 años, en alusión al procedimiento según el cual los guardas antidisturbios reducían y extraían a los detenidos más combativos de sus celdas.

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Se nos enseñó, añade "a cómo esposar a los detenidos de distintas maneras. Dispusimos de varios días de entrenamiento para el combate, que sería la versión del ejército de las artes marciales mixtas… Yo me sentí tremendamente poco preparado y extremadamente vulnerable".

VICE News ha contactado en numerosas ocasiones a través de teléfono y de email durante el último mes con personal del ejército, la Armada y del departamento de Defensa en busca de declaraciones sobre el estudio del Instituto de Salud Pública del ejército, y del tratamiento que habrían recibido las tropas antes y después de su destacamento en Guantánamo.

Todos los portavoces nos han remitido al capitán John Filostrat, un portavoz de la penitenciaría. Cuando VICE News ha preguntado sobre los estudios de los respectivos destacamentos de York y de Turner, el capitán ha comentado que no está autorizado a hablar del servicio de individuos y no ha respondido a ninguna pregunta "por no estar familiarizado con el estudio".

Turner y York han hablado con VICE News de su experiencia en Guantánamo con la esperanza de que aliente a tropas en servicio y a tropas retiradas que padecen sintomatología de estrés postraumático, para que salgan en busca de ayuda profesional y obtengan un diagnóstico para sus trastornos.

Habida cuenta de que trabajaron en un centro de detención Top-Secret cuyo ubicación y procedimientos operacionales son altamente clasificados, ni Turner ni York pueden hablar de los individuos detenidos en Guantánamo con quienes interactuaron. Ningún otro de los soldados destacados en Camp 7 ha hecho declaración alguna.

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Turner pensó inicialmente que su destacamento en Guantánamo sería pan comido. No era el único que lo pensaba. Según el estudio, el 70 por ciento de las tropas destacadas en Guantánamo acudieron a su misión convencidas de que "se trataba de una asignación menos estresante a ser destacados en misiones de combate".

Claro que una vez empezaron a trabajar, eran ya solo el 40 por ciento quienes así lo creían, y entre las tropas que interactuaban directamente con los detenidos, el porcentaje era incluso menor: solo el 25 por ciento.

York tenía solo 20 años en el momento de ser destacada, en 2010. Cuando llegó a la isla y descubrió que iba a trabajar con prisioneros de alta seguridad y valor y que sería la única mujer de la Fuerza Conjunta Platinum, se puso a llorar.

"Nos metieron en habitaciones provisionales y yo era la única chica", cuenta. "Así que me quedé allí sentada llorando desconsoladamente durante tres días… Mis pensamientos eran rollo: ¿dónde coño estoy y qué hostias es lo que voy a vivir? O: ¿en qué me ha metido la Armada?

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Por mucho que su destacamento no entrañaba combate físico, "mental y emocionalmente es como combate". Ella cuenta que, a día de hoy, sigue padeciendo pesadillas en las que es atacada por detenidos.

Turner, por su parte, sí padeció daños físicos durante su destacamento. Cuando solo llevaba dos semanas su mano fue aplastado durante la evacuación forzosa de un prisionero de su celda. Entonces él y los miembros de su equipo intentaron prevenir que un detenido se diera de cabezazos contra el suelo de cemento de su celda.

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"Estaba jodidamente acojonado. A día de hoy sigo padeciendo pesadillas", comentó Turner. "Intenté mantener el miedo dentro. Era la única manera en que podía lidiar con la situación. Tenía que ser dos veces más duro que todos los demás, cuando en realidad, por dentro, estaba jodidamente acojonado…"

Nunca sabías, continuó Turner, "qué es lo que te esperaba al doblar la esquina. Lo peor de todo es que el 99 por ciento del tiempo estabas aburrido a muerte y que el 1 por ciento restante era locura en estado puro".

Turner nunca consiguió recuperar la movilidad de su mano plenamente; la lesión terminó con su carrera militar.

Entre York y Turner pasaron 15 meses en Guantánamo. Las secuelas psicológicas del destacamento les siguen recorriendo las entrañas: los doctores de la administración de Veteranos del ejército de Estados Unidos les han diagnosticado a ambos con estrés postraumático.

"Cada día tengo que apañármelas para averiguar cómo voy a funcionar, y eso me toca la polla", asegura Turner. "Antes no me pasaba. Ahora no me gustan las muchedumbres. Antes no tenía ningún problema; pero ahora siento pánico".

El guardia explica que los sonidos altos y las luces muy luminosas también le provocan reacciones peligrosas. "Son las cosas que me pasan después de Guantánamo".

Tanto York como Tuner sabían que en Guantánamo había un departamento médico consagrado al estrés emocional y psicológico, claro que nadie alentaba a nadie a hacerlo; es más, estaba mal visto. Te estigmatizaban.

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No fue hasta que ambos regresaron a Estados Unidos cuando se dieron cuenta de que estaban mal. Sus parejas tuvieron que alentarles a que buscaran ayuda.

El estudio de Salud Pública del Ejército recomienda que el Comando del Sur trabaje con la fuerza de trabajo conjunta para "revisar el entrenamiento previo al destacamento, que se prepare mejor a las tropas mental y emocionalmente, y que se les informe de lo que les espera".

Igualmente se recomienda revisar los antecedentes de los soldados antes de ser enviados a lugares como Guantánamo.

"De tal manera se reducirá el número de soldados que nos hemos visto obligados a evacuar de Guantánamo por trastornos de la personalidad", concluye el estudio.

Filostrat, el portavoz de Guantánamo, no ha confirmado si las recomendaciones del estudio han sido implementadas. O si no.

Puedes leer el estudio de Salud Pública del Ejército aquí.

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