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Cultură

Una pareja de Venice Beach

Viajes de mi porro y yo.

Hace un par de días, conocí a una chica que vive con su novio en una cochera en Venice Beach, California. Me dejaron quedarme algunas noches con ellos. Ella se llama Nance y él se llama Steve. Él me dice que estamos cerca de una sede del Partido Black Panther y de una división de la organización delictiva Hells Angels. Le digo que qué chingón y él me responde que no, no está bien. Dice que hace unos días, un par de Panteras abrieron la puerta del lado izquierdo de la cochera a patadas y le apuntaron en la cara con una pistola. Se escondió detrás del colchón para esquivar la bala y me enseña el agujero en la pared, pero no estoy muy seguro si creer o no lo que me dice. Le pregunto por qué harían eso y me responde que porque se estaba cogiendo a una chica negra. Nance se ríe y le dice que más le vale que ya no haga eso.

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Steve y Nance se inyectan un poco de heroína, sin invitarme ni tantita, y luego empiezan a coger como si se hubieran olvidado de que estoy ahí. Estoy a un metro de ellos y considero la posibilidad de masturbarme. La heroína es sinónimo de penes flácidos, pero se ve que Steve que está listo para cogerse al agujero de bala en la pared. Pasada la media noche, voy a dar una caminata en las oscuras y silenciosas calles. Puedo sentir la brisa del océano y el golpe de las olas. Encuentro un pájaro muerto en una banqueta rota o tal vez es un zapato aplastado que se escapó de la basura.

La luna es amable y tengo la canción “Whiskey Bar”de los Doors en mi cabeza. Hay una serie de construcciones justo al lado de la arena cerca del mar, sus arcos y pilares parecen tener cien años de antigüedad. En una esquina hay dos tipos con cabello largo y una chica que usa pantalones acampanados con parches de estampado. La chica dice, Oye, tú, ¿tienes un cigarro? Yo le respondo que sí y saco uno de una cajetilla de cigarros Kool King. Ella es pequeña, delgada hasta los huesos y su cabello es un desastre. Usa de blusa un bikini y unas sandalias. Sus dientes son de un blanco brillante y perfecto, huele a pachuli. Le pregunto su nombre y me dice que se llama Sparrow. Ella pregunta el mío y yo le respondo que me llamo Scotty.

—¿Tienes lumbre, Scotty?

Los dos tipos, que tienen las manos en sus bolsillos, nos observan. Ambos tienen el cabello maltratado y decolorado por el sol. Prendo el cigarro de Sparrow y ahí veo que sus manos están sucias y sus uñas, mordidas. Ella me pregunta qué es lo que busco.

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—Nada, no estoy buscando nada en especial. Sólo se me ocurrió salir a caminar hacia la playa.

—Aquí es la playa.

—Sí, bueno hacia el mar.

—Oye —dice uno de los chicos—, ¿quieres comprar algo?

—En realidad no tengo nada de dinero. ¿Cómo qué venden?

—¿Eso qué importa? —dice Sparrow— Si no traes dinero.

—Pues sí —respondo—, supongo que luego nos vemos.

Camino hacia la arena mojada y hacia las olas que evocan fantasías de las estrellas de rock en el oscuro horizonte. Diez minutos después, de nuevo en la esquina, Sparrow y los dos tipos ya se han ido. Arriba, un ruidoso helicóptero de la policía me apunta con su rayo redondo de luz y yo levanto mi puño y muestro mi dedo medio. Una calle después me intercepta una patrulla. Del carro salen dos policías, me arrojan contra el toldo y me obligan a vaciar mis bolsillos. Ven mi licencia de conducir que es de Missouri y revisan mis ojos con una linterna. El más alto tiene la cabeza en forma de cubeta. Me pregunta si me gustaría pasar una noche en la cárcel. Le respondo que no, gracias. Me dice que no quiere volver a veme por aquí. Que la próxima vez que me vea me va a meter a la cárcel o me va a mandar al hospital. Les muestro el dedo medio mientras se alejan en el auto y me preparo para correr a toda velocidad a través de los callejones si se enciende la luz de sus frenos.

Regresé a California hace un par de semanas y me dirijo en auto hacia Venice Beach. Hay una hermosa puesta de sol, la luz del sur de California. Frente al mar hay una fiesta llena de personas con escasa ropa. El humo de la mariguana revolotea al aire libre, y un poco de ese humo es mío. Esta es la vida a todo color y sin restricciones. Tengo mi cámara Contax y un lente de 85 mm. Tomo la foto de un niño regordete que estaba por el baño de mujeres. Tengo un rollo de película Kodachrome en mi bolsillo y lo que queda del rollo Tri-X en la cámara, así que camino hacia dentro del agua para terminármelo.

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Un tipo medita mientras está recargado en un bloque de hormigón y yo le tomo fotos. También tomo una foto a un grupo de adolescentes. Una chica me dice que me parezco a su hermano pero no me veo tan estúpido. De vuelta en la costanera, meto un rollo Kodachrome en mi cámara y le tomo una foto a una mujer que usa un sombrero azul de paja. También fotografío a un sujeto arrodillado y prometiendo que va a ser una mejor persona frente a una mujer.

Espío a una lindura en patines que observa cómo levanta pesas un tipo musculoso. Ella tiene pecas y su cabello es naranja. En un abrir y cerrar de ojos me doy cuenta por sus arrugas que es mayor que yo. Me aproximo hacia ella lenta y confiadamente y le sonrío y ella me devuelve la sonrisa. Ella está tomando cerveza y me pregunta si soy fotógrafo. Le digo que y le pregunto si quiere ser mi modelo. Me responde que ya tiene trabajo, que trabaja en un banco de esperma y que si me gustaría hacer un depósito. Mientras le pregunto acerca de las canciones por retiro anticipado, llega tambaleándose un sujeto con sombrero de vaquero y dice: Oye, amigo, tómame una foto porque soy más bello que esta zorra. Resulta que la lindura en patines y el vaquero se conocen.

Él se llama Jerry y ella Polly. Retrocedo y encuadro una foto. Un pastor alemán entra en el cuadro. Jerry dice que va a lamer el culo de Polly, luego lo intenta y casi hace que los dos se caigan. Tomo un par de fotos, empujo de un codazo a Jerry para que no saliera en las fotos y luego le digo a Polly que deberíamos pasar juntos un poco de tiempo de calidad, sólo nosotros dos. Ella se ríe, me dice adiós con las manos y se aleja patinando con el sol detrás de ella. Jerry dice: Tengo que orinar, tómame una foto mientas meo.

El primer libro de Scot, Lowlife, se publicó el año pasado, y su biografía, Curb Service, ya salió a la venta. Puedes encontrar más información en esta página.