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El tipo que transforma los cadáveres en diamantes

Cada año, 850 personas entran (no con sus propias piernas) al laboratorio de Algordanza para después salir de allí, un año después, en forma de piedra preciosa.

El trabajo de Rinaldo Willy consiste en transformar los muertos en piedras preciosas, Willy, de 33 años, es el fundador y administrador delegado de Algordanza, una insólita agencia de ceremonias fúnebres situada en Domat/Ems, una pequeña ciudad en el cantón suizo de los Grisones. Algordanza, que en la lengua romance local significa “recuerdo”, es una de la empresas líderes en la producción de los “diamantes de la memoria”. Si sueñas con un reluciente reposo eterno, esta compañía pondrá a tu servicio las tecnologías más recientes para transformar tus cenizas en diamantes sintéticos.

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El precio del procedimiento varía desde 4.500 a 20.000 Francos suizos (3.650 a 16.000 Euros), dependiendo de qué tan grande quieres ser un vez te vuelvas diamante. El costo incluye la confección de tus brillantes restos en aquello que el sitio web de la empresa describe como un “contenedor en madera fina”. Así que serán tus seres queridos quienes decidirán si ponerte en la madera fina o si incrustarte en un anillo o un dije, para poderte llevar siempre con ellos.

Cada año, 850 personas entran (no con sus propias piernas) al laboratorio de Algordanza para después salir de allí, un año después, en forma de piedra preciosa. Dado que la falta de tierras disponibles y el continuo crecimiento de la población están volviendo insostenible el modelo tradicional de la gestión de cementerios, tal vez el futuro está justo en esta insólita mezcla de ciencia mortuoria y joyería.

Para saber más fui a charlar con Rinaldo Willy.

Motherboard: ¿Cómo nació la idea de transformar los cadáveres en diamantes?

Willy: La idea me surgió por primera vez hace diez años, cuando todavía era un estudiante de economía. Uno de mis profesores me puso a leer un artículo escrito por un científico ruso que hablaba de la producción de diamantes sintéticos para utilizar en la industria de los semiconductores. El artículo explicaba cómo crear estos diamantes a partir de la ceniza, y yo entendí que se trataba de cenizas humanas, en realidad entendí mal, porque hablaban de cenizas vegetales.

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Pero la idea me había calado, así que le pedí al profesor más información sobre este proceso de transformación de las cenizas humanas en diamantes. Ël me respondió que yo no había entendido nada, pero que mi error era bastante intrigante. Se puso en contacto con el autor del artículo, que era el dueño de las máquinas aquí en suiza y  juntos empezamos a sentar las bases de lo que sería Algordanza.

Un diamante de la memoria incrustado en un anillo.

¿Por qué la idea de transformas las personas en diamantes te parecía prometedora?

Los diamantes son preciosos, puros, pulidos. No podrían ser más diferentes de los cementerios modernos, que por el contrario son lugares  repletos de tumbas, a menudo descuidados, y donde es imposible tener una verdadera relación con los muertos, cosa por lo general difícil de hacer. Me fascinaba la idea de que las personas, una vez muertas, pudieran convertirse en cosas que se pudieran tocar y admirar. Me gusta también el hecho de que un diamante prevalece, puede conservarse y ser pasado a las generaciones siguientes. No es una cosa que en algún momento se dispersa en cualquier lugar, como usualmente sucede con las cenizas después de la cremación.

En otras palabras, tu lema es justamente “un diamante es para siempre”.

No me gusta usar la expresión “para siempre”, porque el concepto de eternidad pertenece a la terminología de la Iglesia. Nosotros preferimos la palabra “unzerbrechlich”, que en alemán significa “indestructible”. Nuestros diamantes son objetos indestructibles de la memoria, pero al final son las personas cercanas al difunto las que deciden si recordarlo o no.

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Pasemos a la parte técnica. Me puedes describir el proceso para transformar las cenizas en un diamante sintético?

Todo el proceso ocurre aquí en Suiza. Después de que una persona es cremada, nosotros recibimos sus cenizas. Según la legislación del país de proveniencia del muerto podemos recibirlo en una sola urna o dividido en dos contenedores, de modo que si uno se daña o se extravía, no se perderían todos los restos.

En primer lugar tratamos las cenizas con agentes químicos especiales para extraer todo el carbón que contengan. Después el carbón se calienta a temperaturas altísimas y se convierte en grafito. Finalmente, metemos el grafito en una máquina que reproduce las condiciones de la profundidad terrestre, donde, en cientos de años, se forman los diamantes: una presión fuertísima y temperaturas cercanas a los 1.500 grados. Después de algunas semanas, o meses, obtenemos el diamante.